Esta semana se registraron nuevos casos de razzias policiales con capturas masivas, tanto en la capital como en el interior. Un cronista de este semanario vivió en carne propia el hostigamiento de efectivos ávidos por averiguar antecedentes. 

Anibal Roldán

La policía salteña viene realizando un sinnúmero de razzias en barrios populares de distintas zonas de la ciudad, como Limache, Villa Mitre, Castañares y también en el centro. Lo mismo sucede en barrriadas de Orán: Se detienen centenares de personas los fines de semana. El abanico de prácticas policiales denunciadas no es una lista cerrada: incluye detenciones arbitrarias, amenazas, insultos, torturas, rotura de pertenencias y hasta el armado de causas.

La presencia policial se siente en la calle y este cronista lo vivió, el martes 10, cuando caminaba por avenida Yrigoyen, pasadas las 23 horas, se detuvo un móvil policial del que bajaron tres efectivos sin identificación y, con la prepotencia que los caracteriza, me obligaron a poner las manos contra la pared; mientras me cacheaban y pedían mis datos personales. Estuve demorado más de 15 minutos sin motivo alguno y con la mirada inquisidora de los efectivos que intentaban buscar algo en mis pertenencias pero al no encontrar nada no me dejaban mover del lugar. Al consultar sobre los motivos, alegaron la clásica respuesta de que un llamado anónimo había alertado sobre mi presencia al parecer peligrosa.

Ya había escuchado una serie de denuncias similares. Y varias cosas me quedé pensando sobre lo que me había ocurrido: antes que nada la manera arbitraria con la que irrumpen la circulación en la ciudad, mientras te cachean, te interrogan tu intimidad, dónde vivís, quiénes son tus padres, dónde trabajas, etc. También que la presunción de inocencia es una garantía constitucional sin valor en las prácticas policiales cotidianas. Atravesamos una época donde el control de la calle por parte de la Policía es muy rígido. Si uno está en un kiosco a la una o dos de la mañana y viene un patrullero muy probablemente se acabe detenido. Según denunciaron a este semanario, en los colectivos que van a Limache los fines de semana la Policía suele subir y hacer bajar al sospechoso que se les antoje.

Hubo 240 detenidos durante el último fin de semana en operativos policiales realizados en diferentes barrios oranenses. A esta cifra se debe sumar los 200 conductores sancionados. Todo esto como resultado de la puesta en marcha de los controles de Protección Ciudadana, los cuales son destacados por la institución. En rigor, se trata de severos operativos, mucho más estrictos, dirigidos por Infantería, en algunos casos por caballería y miembros de algunas comisarías.  Desde el punto de vista de la Policía, los operativos son una herramienta para prevenir el delito y preservar la seguridad. Sin embargo las denuncias crecen.

Hay dos aspectos que manan de las denuncia: uno tiene que ver con las torturas o “apremios ilegales” y el otro con el armado de causas. Respecto a lo primero hay que tener en cuenta que sólo entre el año 2006 y principios de 2012 se registraron más de 1.800 casos de denuncias por “apremios ilegales” en dependencias policiales de Salta Capital. Y sobre lo segundo, la capacidad de “armar causas” colocándote droga o por “resistencia a la autoridad” es una de las amenazas latentes para muchos jóvenes.

No es un nuevo el aumento de la presencia policial en la vida social, tampoco las razzias, lo nuevo son los mega-operativos sistemáticos que viene llevando a cabo la Policía desde principios de año. Claramente están buscando aumentar su control y autoridad en la calle. Con Ángel Silvestre, jefe de la fuerza, la institución busca encerrar a la juventud y barrer el centro. Y la orquesta de denuncias en su contra también aumenta.