Así culmina la reseña de La Nación sobre “Dhaulagiri”, el film que documenta la muerte de Darío Bracali mientras buscaba un pico de 8167 metros en el Himalaya. De esa expedición formó parte el antropólogo y montañista salteño Cristian Vitry, figura central del film.

Reproducimos a continuación la nota del diario La Nación:

“Difícil no conmoverse frente a una historia como la que cuenta Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca, la singular película dirigida por Guillermo Glass y Cristián Harbaruk que se estrenó en Buenos Aires hace apenas unos días. Sobre todo por el destino de Darío Bracali, montañista argentino que desapareció durante la expedición a la cordillera del Himalaya en la que se encuentra el pico de 8167 metros al que pretendía llegar con sus compañeros: el propio Glass, Cristian Vitry y Sebastián Cura.

Historiador especializado en Antropología, buzo y fotógrafo profesional, Bracali era un viajero apasionado que se definía antes que nada como «un difusor de la cultura de montaña». También era un amante de los grandes desafíos: fue la primera persona que ascendió hasta las cumbres de las diez montañas más altas de la cordillera de Los Andes y se proponía llegar al tercer pico de más de 8000 metros en su carrera, después de escalar el Cho Oyu y el Gasherbrum II, otras dos gigantes del Himalaya.

El 1º de mayo de 2008, él y Vitry salieron juntos rumbo a la cumbre del Dhaulagiri, pero a mitad de camino Darío sintió un malestar y decidió volver al campamento del que habían partido, situado a 7300 metros de altura. Vitry continuó junto con otros escaladores e hizo cumbre unas horas más tarde. Al día siguiente, Darío volvió a subir para intentar llegar a la cima, pero ya no regresó. Vitry lo esperó más de 36 horas en la posta de los 7300 metros y finalmente, empujado por las malas condiciones climáticas, tuvo que emprender el descenso cargado de incertidumbre.

«Hay dos posibilidades: se desorientó, no encontró la huella y no pudo bajar, o bien se cayó, patinó en algún lugar peligroso. No sabemos si llegó a la cumbre, pero sería raro, porque ningún otro montañista lo vio», exlica hoy Glass, ex socio de Bracali en la productora Arista Sur, especializada en grabaciones outdoors, principalmente de montañismo.

Para Harbaruk, el otro director del film, que dura poco más de una hora y combina imágenes puramente documentales con una reconstrucción minuciosamente pautada de los momentos más cercanos a la tragedia de Bracali, «Darío tenía una necesidad de trascender, de ir más allá. Eso fue, probablemente, lo que lo incentivó a salir hacia la cumbre aún cuando no había una ventana de buen tiempo. Su determinación nos deja un aprendizaje, más allá de la tragedia: perseguir un objetivo que nos apasiona siempre es elogiable. Si llegaba, iba a ser el primer argentino en tener tres «ochomiles»», como se denominan en la jerga de los montañistas los picos que superan los 8.000.

El plan original de la productora era filmar el primer documental en HD rodado en el Himalaya. Harbaruk conocía a Glass porque había trabajado con él en Vienen por el oro, una película filmada en Esquel que dirigió junto a Pablo D’Alo Abba. La desaparición de Bracali cambió ese objetivo y provocó un paréntesis de diez años en el proyecto. «Una de las razones por las cuales resolvimos terminar la película fue analizar o repensar lo que pasó. Yo creo que Darío se «autopresionó». Era el más experimentado, ya había hecho dos «ochomiles» y no tomó la dimensión exacta de los riesgos. Para él, no llegar a la cumbre era un fracaso», dice Harbaruk.

Fiel a sus convicciones, Bracali, quien estaba casado y tenía un hijo, planificó la expedición al estilo alpino, con equipo liviano y sin la colaboración de porteadores para trasladar equipajes ni de sherpas, los pobladores de la zona del Himalaya que son expertos en la geografía del lugar. El método redobla la posibilidad de aventura pero también incrementa los riesgos. Los mismos escaladores arman los campamentos de altura y trasladan el equipo mientras ascienden. Por lo general, las expediciones al Himalaya se hacen de otra forma, con asistencia de un importante equipo de apoyo (entre ellos, cocineros y médicos), alta tecnología (grupos electrógenos y pantallas solares que permiten generar energía para mantener la conexión a Internet) y un trabajo de aclimatación que suele hacerse en la misma zona.

El 30 de abril de 2008, los cuatro expedicionarios argentinos llegaron al campo 3, situado a 7600 metros de altura, y se encontraron con un tiempo muy desfavorable y una ladera de 40 grados de inclinación que los obligó a armar una sola carpa donde debieron apretujarse todos. Mal descansados por la incomodidad que provocó la falta de espacio, Vitry y Darío salieron rumbo a la cumbre. A Sebastián se le congelaron las manos y debió regresar, acompañado por Guillermo, para recibir atención médica, aunque no logró evitar que le amputaran algunas falanges. Vitry terminó completando el ascenso con otro montañista, el español Jesús Morales, porque Bracali empezó a sentir un cansancio que no le permitió seguirlo. De ahí en más, son todas incógnitas y suposiciones. Morales estaba acompañado por otro alpinista español, Rafael Guillén, que inicialemente iba a encontrarse con Darío para el descenso. Guillén también murió antes de llegar a la base.

El descenso de Vitry no estuvo exento de complicaciones. Después de esperar que regresara Darío durante mucho tiempo (estuvo cuatro días a 7600 metros de altura, una decisión realmente riesgosa), emprendió la vuelta con visibilidad casi nula. Le dejó a Bracali un termo con té caliente, comida deshidratada, un calentador, tres cartuchos de gas y una nota.

Una historia que podría haber sido épica terminó transformándose en un recuerdo teñido de angustia. Eso cuenta Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca, ganadora del concurso Raymundo Gleyzer 2013, concedido por el Incaa, y premiada primero como proyecto en construcción en el Festival Audiovisual Bariloche y, una vez terminada, como mejor film de alpinismo y favorita del público en el Trento Film Festival de Italia. Declarada de interés por la Municipalidad de la ciudad de Esquel, la película contó con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Chubut y ahora será exhibida en distintos lugares del país. Ya ha pasado por Salta, Córdoba, Rosario y Mendoza. Y quedan funciones en Neuquén (mañana y pasado mañana, en Village Cines) y en CABA (hasta pasado mañana, en el Gaumont). Vale la pena verla”.