Se cumplen 26 años de la final del Mundial de Italia 90. Aquella tarde, en Roma, Argentina perdió 1 a 0 contra Alemania por un penal dudoso. Fue la tarde de los insultos de Maradona a los que silbaban el Himno.

El mito de Diego Maradona se construyó en México 86 y se confirmó en Italia 90. El lado B de la leyenda apareció ese verano europeo, cuando el 10 se mostró lesionado, vulnerable (podía perder, pero lloraba) y resistente a los insultos.

El 8 de julio de 1990, Argentina y Alemania jugaron la final del mundial en el Estadio Olímpico de Roma, en medio de una silbatina infernal contra la selección que lideraba Carlos Bilardo. Las razones eran dos: la eliminación del equipo local en las semifinales y el odio que sentían los hinchas del norte italiano por Diego Maradona, héroe deportivo de Nápoles, la ciudad y el club del postergado sur que había arrebatado el protagonismo a los grandes del fútbol de Italia.

Quedó en la memoria la imagen de Maradona insultando a los que silbaban el Himno argentino. Experto en comunicación de masas, Diego esperó que la cámara estuviera enfocándolo para largar epítetos que nunca se escucharon y todavía hoy se recuerdan.

Luego, a cinco minutos del final de un pobre partido, el árbitro Codesal pitó penal tras una jugada dudosa de Sensini. Fue gol y campeonato para Alemania.

Las lágrimas de Maradona durante la entrega de medallas y su negativa a saludar a los popes de la FIFA aparecían en pantalla gigante y los silbidos continuaban.