La conformación del nuevo gabinete provincial muestra que los grupos fuertes del gobierno mantienen sus áreas de influencias: tecnócratas, operadores políticos y patricios siguen repartiéndose el poder. (D.A)

Si asumimos como cierto aquella sentencia gramsciana que asegura que la historia de un gobierno no se reduce a un sector sino a varios que tejen alianzas y protagonizan disputas, concluiremos que la nueva ley de ministerios y los ministros designados evidencian que en la mesa chica del Grand Bourg se mantuvo la relación de fuerzas existente.

Parecía que Carlos Parodi perdería algunas piezas ministeriales por los desmanejos de Marianela Cansino, aunque ello finalmente no ocurrió. No sólo porque se convirtió en Jefe de Gabinete, sino también porque personas de su entorno mantuvieron espacios: Roberto Dib Ashur, sigue en el ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología; y Carlos Abeleira, en el ministerio de la Primera Infancia. La relación de estos tres funcionarios es de larga data y empezó con el montaje de consultorías durante el romerismo.

No son los únicos que pertenecen a ese entorno. Hay que recordar que del desguace del ya inexistente Ministerio de Derechos Humanos, algunas piezas quedaron para el sector: lo que era la Dirección de la Niñez y la Familia, por ejemplo, devino en secretaria al mando del propio Abeleira. Pero hay más: el flamante nuevo Ministro de Hacienda y Finanzas, Sebastián Gomeza también forma parte del entorno parodiano: era el segundo de Abeleira cuando éste se encontraba al frente de la hacienda municipal y tras el paso del propio Abeleira a la provincia, Gomeza quedó al frente de la economía municipal.

Orbitando alrededor de ellos aparecen satélites cercanos: Javier Montero, ministro de Ambiente y Producción Sustentable e incluso Baltasar Saravia, hasta ahora ministro de Ambiente y Producción y desde el próximo jueves ministro de Infraestructura, Tierra y Vivienda. El último con un grado de autonomía mayor a todos los mencionados.

El operador

Juan Pablo Rodríguez, que retiene el Ministerio de Gobierno, es otro poderoso. Es el político del gabinete, el hombre que en los últimos años fue quien le susurraba al oído del gobernador lo que creía identificar como oportunidades políticas y electorales, quién abultó sus agenda de contactos telefónicos que ayudan a acondicionar escenarios, aceitar maquinarias electorales y ejecutar los movimientos eligiendo los tiempos y los escenarios de lucha. Para muchos trasladará en el nuevo periodo a la arena nacional, lo que ya hizo en la provincia. Evidentemente goza de su mejor momento y ello se refleja en el hecho de que no resignó lugares sino que incremento influencia.

Eduardo Costello, el confirmado ministro de Trabajo, hace rato que forma parte de su entorno. Algún portal web identifico también a Sebastián Gomeza (que aquí ubicamos en el entorno de Parodi) como hombre de su riñonada. La supuesta contradicción, es sólo aparente para algunos: Gomeza responde hoy a Parodi, pero forma parte del grupo Confluir que dirige Rodríguez y varios sostienen que no habría que descartar sutiles y pacientes cambios de bando en personas que proviniendo del mundo de los contadores, sienten que Parodi cumplirá su ciclo en los próximos años. “Hay clavos que sólo se sacan para arriba”, afirman los que abonan esta teoría.

La mayor influencia de Rodríguez, sin embargo, puede medirse por otras variables: mantendrá el control de la relación con los medios, sumara mayor influencia en el área deportes que incluyen relación con clubes y la organización de mega espectáculos deportivos a los que el gobierno es afín, sin olvidar que también tendrá vínculo directo con el nuevo gobierno nacional en lo que a planes asistenciales y hasta de emergencia se refiere. Lo último, supone mucho.

Los patricios 

Del grupo de los patricios volcados al derecho administrativo, Pamela Calletti es la más beneficiada. Se quedó con gran parte de lo que era Derechos Humanos al unificarse esa cartera con la de Justicia que la misma Calletti dirigía. La joven funcionaria comparte procedencias y perfiles con otros ministros: Mariano Ovejero, que seguirá al frente de Cultura y Turismo; Ramiro Simón Padrós, secretario General de la Gobernación; y en menor medida con Alejandro Cornejo D’Andrea, el ministro de Seguridad quienes también mantendrán sus puestos durante la próxima gestión.

De la riñonada de Rodolfo Urtubey padre, Calletti, Padrós y Ovejero, se especializaron en derecho administrativo en la Universidad Austral, la misma que surgida con el menemismo, fue fundada por la fanática y elitista prelatura del Opus Dei. No manejan dinero pero son capaces de encontrar los resquicios jurídicos para den sustento a la búsqueda y el uso del mismo, impulsar reformas administrativas o justificar eso que la provincia hizo seguido en los últimos años: alambrar el territorio ante los avances de los derechos civiles que la región y el país experimentan desde hace una década. Un alambrado que siempre se hace en nombre de un tipo de religiosidad arcaica que, como el Opus Dei predica, no es incompatible con la búsqueda del poder económico.

Los sueltos

Oscar Villa Nougués, ministro de Salud Pública, seguirá en su puesto. Hasta hace días se especulaba que lo dejaría, no por cuestiones estrictas de gestión sino más bien personales. Lo cierto es que fue confirmado en su lugar y se constituye como uno de los pocos renovadores con cierto grado de poder que queda en el universo político salteño.

Luis Gómez Almarás, fue otra sorpresa. Administrará parte de las piezas en las que se desmembró el ministerio de Marianela Cansino. Será el Ministro de Asuntos Indígenas y Desarrollo Comunitario. Su historia política es errática, miembro de grupos que se fueron deshaciendo en el tiempo, aunque ahora muchos lo ubican en las huestes del autoproclamado gurú “U”, Moisés “Chino” Sánchez. El hombre al que muchos destacan una característica central: ante consulta de cualquier tipo, desde políticas hasta gastronómicas, suele responder con una cita de Michel Foucault.