Leopoldo Van Cauwleart preside el instituto güemesiano por decreto. El exministro de los exabruptos los “estudiantes son porros” y la educación sexual produce un “revolcadero sexual” tuvo el aval de la Comisión que integra Carlos Diez San Millán, el gaucho que celebró la muerte de Néstor Kirchner con un poema. (Daniel Avalos)

La Salta de pretéritos blasones insiste en monopolizar espacios de producción cultural como el Instituto Güemesiano de Salta. Arremetió de nuevo cuando Güemes se convierte en prócer nacional y con personajes que creíamos inhumados. Nos referimos al exministro de Educación, Leopoldo Van Cauwleart, quien oficiaba de monje medieval que al estilo de las novelas de Humberto caminaban con la mirada fija en el cielo y escupiendo maldiciones contra los pecadores que habitan este torcido mundo.

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Él preside desde el martes el Instituto Güemesiano de Salta que “debe propender al estudio y la investigación de la figura del Prócer.”  Lo sentencia el decreto 895/16 publicado por el Boletín Oficial. No se trató de una elección interna que el gobierno refrendara, sino de una designación directa del Grand Bourg. Van Cauwleart, recordemos, fue el ministro de educación que hizo famosos algunos improperios. “Los estudiantes son todos porros” fue uno de ellos y asegurar que la educación sexual nos llevaría a un “revolcadero sexual” fue otro. Los exabruptos revelaban con precisión la arcaica concepción del sector gubernamental que proviniendo de la rancia oligarquía provincial, asumían gustosos el rol de  patovicas de una jerarquía eclesiástica que apoyando a Urtubey sin concesiones, lograba de éste el control de la Justicia y de la Educación.

La primera estaba a cargo de María Inés Diez, quien siendo esposa de Van Cauwleart operaba en la justicia provincial para montar un dique de contención contra las leyes como el matrimonio igualitario, la educación sexual, la ley de género o el aborto no punible; mientras su esposo trataba de inmunizar al sistema educativo del laicismo que promovía el kirchnerismo de entonces. Cuando el rol de patovica clerical y las huelgas docentes abofeteaban al gobierno, el apocalíptico Van Cauwleart fue eyectado del sillón ministerial pero no del Grand Bourg: se convirtió en asesor del gobernador, cargo que renovó en el 2016. El Boletín Oficial publicó a principios de años su designación con una remuneración equivalente a secretario de Estado. Según la escala salarial difundida por el propio gobierno en febrero pasado, ello supone un ingreso mensual de bolsillo de $23.100

Fuentes consultadas por Cuarto Poder aseguran que el hombre de los improperios está lejos de ser un cortesano al que Urtubey recurra para consultarle hacia dónde se dirigen las cosas y cómo aprovechar las tendencias para mantener o construir más poder. Van Cauwleart, aseguran esas fuentes, es sólo un ñoqui que con su arribo al Instituto Güemesiano tendrá algunas cosas en qué ocupar el tiempo.

Junto a él fueron designados otros notables de doble apellido, un fraile (Juan José Núñez), un Teniente Coronel (José María Protti) y alguna arrimada como la senadora María Silvina Abilés que, por supuesto, no desentona para nada con el cuerpo de ideas imperante en el lugar. Lo ocurrido en el senado provincial el jueves 4 de junio de 2015 lo confirma. Aquella vez la senadora Gabriela Cerrano propuso dejar sin efecto el protocolo provincial que obstaculiza los abortos no punibles en la provincia. Indignada ante tamaña herejía, Abilés ejercito un sablazo verbal indignante: sin ese protocolo Salta sería una fábrica de abortos.

Abrazo gorila

Según el decreto 895/16, la designación del exministro de Educación obedecía a la observación de la Comisión Provincial “Década Bicentenaria 2006-2016” que señaló que la actual composición del Instituto  Güemesiano “imposibilita la tarea de investigación y estudio que le es propia”. Dos aclaraciones se imponen. La primera será para señalar que el anterior Consejo Directivo cesó en sus funciones el 14 de febrero pasado. La segunda para precisar el objeto y los integrantes de esa Comisión Provincial que creada en enero del año 2008 por medio del decreto 121/2008, tiene por objeto desplegar acciones que recuperen “la memoria y el pensamiento de Libertad e Independencia Continental, coordinando y participando junto a otros Entes Bicentenarios de nuestro país en actos, encuentros, congresos y programas concretos en las áreas culturales, educativas y turísticas”. La presidencia honoraria de la misma recae en el gobernador quien debe a su vez designar a los Coordinadores.

Cuarto Poder identificó hasta ahora a cuatro de ellos en los decretos publicados por Boletín Oficial en lo que va del año. Todos perciben una remuneración similar a la de un subsecretario de Estado lo que supone un sueldo de bolsillo de $26.669 mensuales. Ellos son Alberto Ramón Barros Blanzaris, Alejandro Ubaldo Pojasi, Martín Miguel de Güemes y Carlos Diez San Millán. El último de los mencionados reviste vital importancia por los vínculos amistosos y la comunión de intereses y valores que mantiene con Leopoldo Van Cauwleart.

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Diez San Millán cobró renombre en el selecto gauchaje oficial presidiendo la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes de la que Van Cauwleart es miembro, pero también por sus dotes de pseudo poeta. La pieza más importante de su producción no se caracterizó por su capacidad para esconder el sentido profundo de su sentir y pensamiento con bellas palabras, sino más bien por destilar odio explícito. Lo escribió y lo difundió por mail cuando murió el expresidente Néstor Kirchner el día que en todo el país se realizaba el Censo 2010.

Se titulaba “El pasajero del infierno” y entre otras cosas decía lo siguiente: “No lo sé, y no es por suerte/ que en el día de este censo/ el descuento te llegara/ y te borre para siempre de mi suelo”. Uno versos más adelante dice: “¡Basta ya! Y esto se acaba/ el tiempo malo no es eterno/ lo que ha de ser será/ y el diablo se ha vuelto p’al averno/ Escuchen el llanto tan sentido/ de algún piquetero revoltoso/ cuando doña la Justicia me lo mande/ a la cueva de barrotes como a un oso”. Finalmente San Millán remataba la maldición mal rimada de la siguiente forma: “El cruel emisario de la hoz/ que acompaña al cruel martillo/ ha partido al pago del invierno/ y seguro llegado al infierno”.

El gorilaje es así: seres de emociones primitivas que apegados a las sentencias simples pero absolutas, odian al llamado comunismo al que asocian con cualquier líder político o gobierno que posea un aroma distinto al que ellos pregonan. Gorilas que odian al caudillo pero desprecian aún más a los sectores populares que los sigue y que Diez San Millán retrata en clave bestial: el piquetero que lloraba a Kirchner debe ser encerrado en una cueva con barrotes como se trataría a un oso. De igual naturaleza era el prejuicio disfrazado de idea de su amigo Van Cauwleart cuando aseguraba que la educación sexual produce promiscuidad entre los estudiantes que por pertenecer mayoritariamente a los sectores populares, son conceptualizados como conglomerados carentes de la madurez y la “masa crítica” necesaria que les permita aprovechar ciertos saberes. En ese caso para hacer un uso responsable de su sexualidad.

Pulpería siglo XXI 

Pero no sólo ese tipo de valores destilan los ahora guardianes de la memoria de Güemes. También comparten el interés por rapiñar en negocios más mundanos y que en junio de 2015 tomaron la forma de negocio inmobiliario. La historia empezó en febrero de 2010 cuando miembros menos notables de la tradicional institución impugnaron una asamblea convocada por Diez San Millán en marzo de aquel año y que debía autorizar la venta de una propiedad de 5 hectáreas en La Isla. Con el dinero de la operación se construiría una escuela de destrezas gauchescas en el predio que la Agrupación posee en Lomas de Medeiros. La iniciativa se frustró cuando algunos socios argumentaron que al predio de La Isla asistían chicos con síndrome de down y autismo para hacer equinoterapia, que el lugar era el preferido del gauchaje del interior y que la cifra de la venta era irrisoria.

Dos años después, Carlos Diez San Millán, retomó la iniciativa. Rubricó un edicto en agosto de 2012 convocando a una asamblea extraordinaria para el 9 de septiembre con el objetivo de “transferir a título oneroso el predio de propiedad de la Agrupación, sito en el Departamento Capital camino a la Isla, Ruta 26, Km 2, consistente en un lote de terreno, con todo lo en él edificado, plantado (…) al mejor postor con el único fin de destinar los fondos a la realización del salón de eventos y accesorios conforme a plano presentado con presupuesto, en el predio Lomas de Medeiros…”.

La contraofensiva generó la reacción de un gaucho de apellido plebeyo: Víctor Hugo Campos, el mismo que había encabezado la rebelión en febrero de 2010. Empezó entonces una disputa gauchesca que adaptándose a las características del siglo XXI, consistió en que los contendientes acumularan coraje para enfrentar judicialmente al adversario. La cuestión económica fue central en la disputa: Campos aseguraba que el predio de La Isla según las valuaciones oscilaban entre los 15 y los 10 millones. Carlos Diez San Millán concretó la operación por casi 6 millones.

Según el boleto de compra-venta el “precio único, total y definitivo” fue de $5.994.252. No vendría en efectivo sino con un conjunto de obras que incluía un salón de fiestas de 1.263 mts2; un edificio de 162 mts2 para depósito de forrajes, herrería, carpintería y guarda de herramientas; otra construcción de 182 mts2 con casa habitación para un empleado; y finalmente, sobre la torre del tanque de agua una construcción que se asemeje a Finca la Cruz. Un detalle que pretende darle un toque enteramente güemesiano al lugar, aunque en el fondo el salón de fiesta para niñas bien en nada se parecerá a las pulperías del siglo XIX a donde el gaucho pobre iba en busca del licor que encendiera la imaginación que, según Sarmiento y la gauchocracia provincial, en las montoneras federales estaba siempre adormecida.

La idea de cambiar predio por obras fue del socio Leopoldo Van Cawlaert que en la asamblea de septiembre de 2012 expuso que había que tener cuidado con la desvalorización del dinero y “que lo ideal sería el cambio por obra”. No era el único aliado poderoso. Además de Van Cawleart también se encuentra el gobernador Urtubey que en su condición de tal y socio de la institución, impulsó durante sus gestiones medidas que favorecen al gauchaje bien. Antes de que Diez San Millán se convirtiera en miembro rentado de la Comisión Provincial Década Bicentenario, recibió un cargo político Nivel 1 (decreto 2.867 de septiembre de 2012) y recibió subsidios para la agrupación por $627.000 que debían empelarse para montar una escuelita de la tradición en el predio de Lomas de Medeiros.

Gauchaje Armani

Admitamos que pincelar las figuras de los gauchos de Güemes y al propio prócer es una tarea difícil. Lo indudable, sin embargo, es que uno y otros se parecen poco a quienes ahora están a cargo de recuperar la memoria de los mismos. Van Cauwleart se parece más al gaucho pincelado en 1926 por Ricardo Guiraldes en el libro “Don Segundo Sombra”: hombres que aprendieron a querer la vida del campo mientras se convertían en grandes propietarios de latifundios. Proceso que requirió de la aniquilación física del gauchaje plebeyo que siguiendo a caudillos que los Van Cauwleart hoy aborrecerían, expulsaron primero al español y combatieron luego a los civilizados unitarios que desde el puerto pretendían otorgar dirección ideológica y política a las provincias.

Sólo cuando la amenaza de la montonera federal desapareció y la oligarquía provincial estuvo segura de su poderío social, esa casta dejó de insultar al gaucho del campo para empezar a cantarle elegías. Gauchos que ya no se parecían a los que moraban en los campos, hacían de los cardales su albergue o que para darse el gusto de un asado mataban una vaca con sus propias manos; sino que empezaban a parecerse a los que hoy custodian al gobernador en cada desfile patrio: gauchocratas cuya noción de Patria es la de una enorme extensión de geografía vacía a la que ellos alambran para sí mismos y que han hecho del atuendo gauchesco una cuestión de moda y diseño. Uno tipo Armani: algo caro y cuya supuesta elegancia sólo debe ser advertida por el selecto grupo de notables capaces de descubrir el valor de cambio de las ostentosas piezas que conforman el atuendo en su conjunto.