Roberto Dib Ashur aprovecha la figura nueva de Adrián Valenzuela para proponer una ley para centros de estudiantes independientes que ya fue presentada en 2012 por el Partido Obrero y que él se encargó de frenar en Senadores. El PO volvió a presentarla y esta semana, otra vez, obtuvo media sanción. (Franco Hessling)

Igual que en 2012, esta semana se aprobó en la Cámara Baja provincial un proyecto del Partido Obrero para establecer el derecho irrestricto a la creación de Centros de Estudiantes autónomos, que puedan establecer sus propios estatutos y tener carácter de representantes ante las autoridades del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.

La enmienda ya había obtenido el beneplácito de diputados hace un lustro, pero finalmente fue congelada por los Senadores, quienes a pedir del Grand Bourg nunca trataron el asunto. El principal interesado en frenar la autonomía de los estudiantes era el por entonces titular de la citada cartera, el contador Roberto Dib Ashur, que ahora se postula a diputado provincial y plantea como una de sus propuestas, note el intrépido lector la paradoja, la creación de centros de estudiantes autónomos. Propuesta de la que se hizo eco, por supuesto, el candidato oficialista a la banca en la Cámara Alta, Adrián Valenzuela.

La mala política

El candidato oficialista a senador provincial por la capital, Valenzuela, ha convertido el discurso político en un cotillón sin relleno. De férreo crítico de los gobiernos a cara visible de quienes conducen la provincia desde hace una década, Valenzuela se define como la renovación de la política dentro de un plantel y plataforma que poco tienen de novedoso. Como buen outsider, viva el rechazo a la “vieja política” pero continúa con sus más anquilosadas prácticas, como negarse a debatir públicamente con sus contrincantes. Además, tiene como principal estratagema utilizar significantes fuertes aunque para vaciarlos de contenido, como por ejemplo “revolución” o la cara de Martín Miguel de Güemes estampada en una remera.

Valenzuela y los armadores políticos del oficialismo se desnudan estrechos para elaborar proyectos de renovación genuina, por lo que se ven obligados a recuperar iniciativas que ellos mismos habían cajoneado y que ahora buscan hacerlas pasar como propias. En ese marco aparece la propuesta de campaña de promover la creación de centros de estudiantes en todas las instituciones educativas de la provincia.

Por increíble que parezca, apelando a la amnesia colectiva, fueron los candidatos a diputados del Frente Salteño que integran el oficialismo y acompañan la postulación de Valenzuela quienes desempolvaron la vetusta iniciativa que el Partido Obrero había presentado en 2012, aprobada en Diputados y que los Senadores, por instrucción del Ejecutivo, jamás trataron. Dib Ashur, que por entonces era ministro, y Víctor Hugo Claros, exrector y actual decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Sociales y Jurídicas de la UNSa, se pusieron a la cabeza de la propuesta de Valenzuela.

No hay mucho para agregar, la fórmula se revela simple: los mismos que archivaron el proyecto de 2012 y que se caracterizaron por promover acciones de cercenamiento político a los estudiantes, son los que ahora pretenden posicionarse como defensores de los derechos estudiantiles. Siempre creyendo que la cara “nueva” de Valenzuela confundirá a los electores haciéndoles suponer que tiene buenas intenciones porque no está contaminado por la vieja política, y que encima cuenta con el apoyo del gobierno para llevar adelante sus felices deseos.

Suena como el texto de una tarjeta navideña pero es la estrategia de campaña del oficialismo provincial. Esconder a su vieja guardia en postulaciones menores, como la aspiración de Dib Ashur de ser diputado provincial, utilizando propuestas que ellos mismos truncaron años antes, aprovechándose de la imagen fresca de Valenzuela, un recién desembarcado en el ámbito de la política partidaria.

Una breve reseña sobre Dib Ashur y Claros hace ostensible cuál es su vínculo real con los estudiantes, la política y el pensamiento crítico. Siendo ministro, el primero sostuvo caprichosamente la marginación de los contenidos de ESI (Educación Sexual Integral) en las escuelas y defendió a ultranza el culto católico en el diseño curricular público. El segundo, montó anuncios favorables a los estudiantes que finalmente eran más demagogía que gestión propiamente dicha (la sede Cafayate pende de un hilo porque el convenio no está avalado, similar situación ocurrió con la carrera de Medicina). Además de amigos y colegas, Dib Ashur y Claros tienen en común su aversión por la organización política de los estudiantes, uno lo demostró al relativizar la lucha de los alumnos de carreras artísticas que reclamaban por el estado de sus edificios y el otro cuando intentó paralizar a toda una facultad porque sus autoridades no le eran afines. Ésos son los que ahora dicen que quieren que los estudiantes tengan derecho a centros de estudiantes independientes y usan la cara de Valenzuela para que la contradicción sea menos evidente.

Dar pelea

No es la primera vez que el oficialismo utiliza proyectos del PO para conveniencias circunstanciales. Un antecedente similar se halla en la expropiación del predio Pereyra Rozas, propuesta por la bancada de izquierda hasta el hartazgo como parte de un plan para paliar el déficit habitacional. La iniciativa fue ignorada deliberadamente por años hasta que los problemas con los beneficiarios del Procrear salpicaron a “gente como uno” y el Gobierno de Juan Manuel Urtubey debió improvisar una solución rápida. Fue entonces cuando se acordó de la solución del Partido Obrero y se la apropió.

A diferencia de aquella vez, el PO reaccionó raudamente y restauró la iniciativa antes que el oficialismo pudiera apropiársela sin otorgarle crédito alguno. Así es que, aprovechando la fiebre de aprobar leyes progresistas que muestra el oficialismo parlamentario anclado en el apellido Godoy, esta semana se aprobó nuevamente el proyecto de ley para la constitución de Centros de Estudiantes Autónomos en las instituciones públicas y privadas, de nivel medio y terciario, a saber, aquellas que están en la órbita del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Provincia. Fue aprobado por unanimidad y establece dejar sin efecto la ley provincial 6.616 que establece el funcionamiento de Centros de Estudiantes aunque poco hace para que sean entes autónomos que puedan representar los derechos del estudiantado frente a las autoridades.

El proyecto que nuevamente obtuvo media sanción, deja claro que “el derecho irrestricto a la organización de Centros de Estudiantes autónomos en los colegios secundarios, institutos terciarios y BSPA es un derecho elemental que hace a la organización independiente de la juventud. (…) Este derecho debe ser extensivo para todos los estudiantes, sean de colegios públicos o privados, confesionales o laicos. La autonomía de estas organizaciones estudiantiles y su funcionamiento democrático son condiciones indispensables. Es por ello que el presente proyecto de ley deroga la ley 6.616 y sus reglamentaciones en la que los pocos centros de estudiantes existentes están subordinados a las autoridades del Ministro de Educación que por vía reglamentaria niega la posibilidad de ser electos a los estudiantes de los primeros años”.