Aunque Urtubey desmintió lo publicado por diarios nacionales que aseguraban que hoy el salteño anunciaría su aspiración presidencial, Cuarto Poder estuvo en Plaza de Mayo para preguntar a los que trabajan cerca de Casa Rosada si le veían chances. Lo conocían poco. (F.A.)

El diario La Nación aseguró el pasado 7 de octubre que una vez que las elecciones generales del 22 de octubre queden en el olvido, Juan Manuel Urtubey comenzará a trabajar de manera fuerte y explícita para alcanzar la presidencia en 2019. Según el matutino porteño, la idea del salteño será renovar el Partido Justicialista y dar la estocada final al kirchnerismo para pasar a liderar un peronismo moderno.

El gobernador salteño desmintió esas versiones y consideró que hacer un anuncio de ese tipo resultaría una torpeza política. No obstante ello, está más que claro que Urtubey efectivamente aspira a conducir un peronismo aggiornado y que en esa lucha los medios nacionales tienen razón cuando enfatizan que “los gobernadores peronistas, con el cordobés Juan Schiaretti y el salteño Juan Manuel Urtubey a la cabeza, son impulsores de articular el peronismo” en Diputados y Senadores “con los massistas y sin los K”.

Pero, ¿quién lo conoce a Urtubey en la posible zona de trabajo que tendría a partir del 10 de diciembre de 2019? Cuarto Poder está aquí, en Plaza de Mayo, escenario de inolvidables momentos políticos y sociales. Dramáticos algunos, eufóricos otros. Todos siempre trascendentes. Ahí está la pirámide que las Madres transformaron en centro de sus vueltas. Están las fuentes que los descamisados usaron para mojarse las patas el 17 de octubre del 45. Está la carpa de los excombatientes de Malvinas, que hace 35 años se consideran abandonados por el Estado.

A media cuadra, en la puerta de la sede de la AFIP, una mujer fuma un cigarrillo en soledad. Cuando escucha la primera pregunta (“¿Sabe quién es Juan Manuel Urtubey?”) responde que sí, claro, que cómo no lo va a conocer. Es más, asegura que la noticia de La Nación no es descabellada, ya que considera al salteño como “el más presidenciable” de cara al 2019. Argumenta que tiene gestión y que es “de la misma escuela” del presidente Mauricio Macri. A esta mujer de voz ronca, que trabaja hace tres décadas en estas oficinas, le gusta que Urtubey no hable del pasado. Cuando se le pregunta por el evidente giro de 180 grados que realizó el gobernador, que pasó de apoyar a Cristina Fernández a los gritos a vestirse como uno más del staff de Cambiemos, dice que es oportunista, pero que eso no le resta confianza.

A pocos metros de allí, casi en la esquina de la plaza, tres policías de la Federal descansan en la parte trasera de un móvil que preferimos no saber a quiénes habrá levantado en el pasado. Las caras de desconcierto son evidentes cuando escuchan el nombre del mandatario. Miradas inexpresivas y la boca en claro descenso desde las comisuras. Un “no tengo idea” gestual. No saben quién es Urtubey. Cuando se les comenta que se trata del gobernador de Salta, uno de ellos sonríe y pega el grito: “¡Ah, sí! El que se casó con la actriz”, dice. Es todo lo que saben de él. Ni siquiera lo han escuchado nombrar en los medios o en charlas ocasionales entre sus compañeros de fuerza. Qué decepción para Pablo Kosiner.

Ya en la plaza, tres hombres de traje se ofrecen al sol primaveral de las dos de la tarde, que cae sobre todo el terreno y deja pocos huecos con sombra. Son paraguayos, no conocen al gobernador. Sin embargo, se interesan por su historia mediática. Preguntan si el casamiento con Isabel Macedo le brindó una popularidad mayor y si esa fama ocasional le servirá para obtener votos.

Al frente, en el Banco Central, un vendedor de garrapiñadas que trabaja en el microcentro porteño desde hace veinte años reconoce que no sabe quién es Juan Manuel Urtubey. Dice que mira televisión todas las noches pero que nunca escuchó hablar del gobernador. A Isabel Macedo sí la registra. Cuenta que el presidenciable con más chances para 2019 es Sergio Massa. Cuenta que el aumento de precios es lo que le juega en contra a la gestión de Macri. Opina que la mayoría de la gente cobra “nueve o diez lucas” y que no puede afrontar las subas de tarifas.

¿Cómo se reconoce a la persona que trabaja en una dependencia pública? Porque está parada, cigarrillo en mano, a pocos metros del ingreso. Igual que la mujer de AFIP, en la puerta del acceso a la Casa Rosada hay un hombre joven, pelado, de saco, camisa y jean, que fuma en silencio. Después de la primera pregunta (“¿Trabajás en Casa Rosada?”) llega la segunda: ¿Urtubey tiene chances de ser presidente? Pero el hombre responde de manera inesperada. No sabe quién es ése que quiere postularse para ser su nuevo jefe dentro de dos años. “No miro tele”, se excusa. Se hace necesario repreguntar: “¿En serio laburás acá?”. El hombre se ríe y mira para abajo. Sabe que es extraño trabajar en la sede del Poder Ejecutivo y no tener ni idea de política argentina. “Es que trabajo abajo”, contesta. Después, como para despejar todas las dudas, tira la colilla a la vereda de la plaza y entra a la casa de gobierno.

Cerca, parada junto a la garita de seguridad, una mujer que ronda los cuarenta años dice que no leyó la noticia de La Nación. Agrega que no sabe quién es Juan Manuel Urtubey. Explica que ella no trabaja “en el área política” de Casa Rosada. Y que no le interesa el tema, que no mira televisión. Asegura que nunca escuchó hablar de Urtubey ni siquiera entre sus compañeros de trabajo. Tampoco en las reuniones de su vida cotidiana. “No me importa”, dice.

Cerca de la Bolsa de Comercio, una quiosquera entrada en años y simpatía, rodeada de diarios con la cara de Lionel Messi, dice que sí sabe quién es Juan Manuel Urtubey. Considera que es “muy pronto” para que se postule a presidente. Asegura que todavía no es una persona popular y que le hace falta mucho recorrido para lograrlo. Dice que la gente no lo conoce tanto. Recuerda el impacto mediático que provocó el casamiento “con la actriz” y cuenta que lo vio varias veces en la televisión. No está segura si esa popularidad mediática se traduce en buena publicidad para impulsar su postulación. Dice que no conoce nada de lo que es capaz como político. Reconoce que hoy no lo votaría.