Canela, tiene 32 años y es salteña de corazón aunque nació en Buenos Aires. Es profesora de arte y enseña a niños de primaria. Sus padres fueron militantes en los 70 del PRT y sufrieron en carne propia los abusos de la dictadura. Esta es la historia de una joven mujer que lleva consigo el recuerdo de un padre que luchó por un mundo más igualitario y justo. (Gastón Iñiguez)

Su madre se llama Nora y fue militante del partido Vanguardia Comunista en los 70. Nora perdió a su hermana y a su cuñado, quienes militaban en el PRT y fueran fusilados en la masacre de Palomitas el 6 de julio de 1976. Nora fue llamada a declarar en Buenos Aires por esa causa en el juicio a las juntas militares a poco de recuperada la democracia: en el año 85. En ese momento Nora estaba embarazada de Canela y a punto de parir, pero viajó a Buenos Aires, declaró en el juicio a las Juntas y dio a luz.

El resto de la historia sigue en Salta. Canela se crio con Nora que era madre soltera porque su papá -también militante de los 70 y posteriormente del movimiento Todos Por La Patria- murió en la entrada que los militantes del MTPP realizaron a los cuarteles de la Tablada en la provincia de Buenos Aires en el año 1989. Un hecho del que ya se habla poco y que es menos entendido aun.

El copamiento de La Tablada fue un intento de ocupación de los cuarteles del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 General Belgrano (RIM 3) del Ejército Argentino en provincia de Buenos Aires. Ocurrió el 23 y 24 de enero de 1989 por miembros del Movimiento Todos por la Patria (MTP) liderados por Enrique Gorriarán Merlo. El ataque se produjo durante la presidencia de Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical y tuvo como fin declarado defender la democracia recuperada en diciembre de 1983, jaqueada entonces por los levantamientos militares conocidos como carapintadas.

“Solo puedo decir que crecí con amor a un padre muerto. Siendo más adulta con admiración y orgullo por las convicciones que mantuvo este hombre hasta el final de su vida”, comenta Canela quien creció con su madre, un primo hermano mayor que ella, hijo de su difunta tía Celia y un hermano menor. Ellos son su familia directa. Una que se reconstruyó a partir de un momento político de mucha participación y compromiso, después una dictadura militar que secuestró, asesinó, torturó y desapareció a muchos argentinos.

Ya en ese momento y desde que Canela tiene memoria, escuchó hablar a su madre de feminismo como parte del contexto de una familia muy politizada. Entendiendo desde chica la división de tareas en la casa, sus integrantes hombres y mujeres, y otras pequeñas cosas de la vida diaria. La más importante; que la maternidad es una elección.

“Recuerdo momentos en mi adolescencia pegando a la vez afiches del cantante favorito y después otro que decía: Cuando una mujer dice NO es NO y en esa época no era lo más común del mundo. Más recientemente acompañando a mi mamá llegue al Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Salta. La experiencia hizo que comenzara a construir una postura feminista más consciente y que se afianzaba a medida que crecía. Siempre se asocia el feminismo como un opuesto al machismo, cuando no es eso, creo que hoy se va entendiendo más que es una búsqueda de igualdad, mismos derechos y oportunidades, básicamente”, culmina Canela.

Para Canela pensar en la lucha de sus padres es también pensar en la lucha de las mujeres en la actualidad contra un sistema opresor que condena y segrega. Para ella, el ejemplo del pasado está marcado a fuego, por eso su compromiso con las causas que hoy aquejan a la sociedad como el caso de Santiago Maldonado o a través de la activa militancia en HIJOS asistiendo a las audiencias y pidiendo a la justicia que los responsables de la dictadura sean condenados por sus crímenes. Canela recuerda al té por su sabor dulce. Ella misma es una mujer dulce que vive en el presente con el recuerdo heredado de una historia amarga.