Eduardo Ramos continúa en la Presidencia de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. El pacto de impunidad con el “compañero Urtubey” y las complicaciones judiciales.

Con un desenlace favorable, Eduardo Ramos cerró el año legislativo. El diputado oficialista nuevamente se quedó con la presidencia de la comisión de Salud a pesar de haber estado en el centro de la tormenta durante el 2015.

Así quedó demostrado que el pacto de lealtad, entre Ramos y el Gobierno, continua firme. Ni el traspaso de sus tercerizadas a manos del Estado ni las fuertes denuncias por su accionar mafioso lograron hacer caer al dirigente de ATSa. Ya había quedado manifiesta la fortaleza del acuerdo en sesiones anteriores, cuando los diputados oficialistas rechazaron la creación de una comisión que investigue si Ramos tenía relación con el ataque salvaje que, el 27 de octubre pasado, sufrieron trabajadores de su empresa en las puertas de la Legislatura. O cuando no fue sancionado por las numerosas irregularidades que detectó la Auditoria Provincial en el servicio que brindaba en el hospital San Bernardo pese a recibir una enorme cantidad de dinero de las arcas estatales.

Si bien cierra el año reteniendo una de las comisiones más importantes, su figura continúa fuertemente debilitada a partir de las comprometedoras denuncias que pesan sobre sus hombros, las internas en el sindicato de la sanidad y la confirmación judicial de un dato contundente de su vínculo con las patotas: el secuestro de un vehículo, en el cual está comprobado que se trasladaron los atacantes (la noche del 27 de octubre), de inmediaciones de “Evitur”, una de sus tantas empresas del poderoso sindicalista-empresario. Todo esto complica su futuro.

En la última sesión de Diputados su atril estuvo vacío al igual que en sucesivas ocasiones donde el clima caliente lo inquietaba. Fuentes parlamentarias comentaron que mantendrá un cuidado perfil bajo para no levantar polvareda y complicarse más aún de lo que está.