Aunque vienen realizando tareas discretamente, la Drug Enforcement Administration blanqueó su desembarco en la Provincia. Tanto es así que la cúpula de la agencia yanqui se reunió con el gobernador e incluso tienen a su disposición el sistema de monitoreo del 911. (Aníbal Roldán)

El ministro de Seguridad y el gobernador Urtubey se reunieron con autoridades de la DEA hace dos semanas. Fue un encuentro donde participaron altos mandos de la agencia estadounidense: Steven Genevish, jefe de la DEA Argentina, Carlos Mitchen, director Regional y el agente secreto Larry Reichner, quienes conversaron largamente con las autoridades locales. Si bien oficialmente se informó que la provincia detalló lo que viene realizando en cuanto a la “lucha contra el narcotráfico”, lo cierto es que la DEA vino a definir los lugares por donde se moverán sus agentes secretos.

El desembarco formal ya lo había anticipado Patricia Bullrich cuando piso suelo salteño, luego de la visita de Barack Obama a nuestro país el año pasado. En esa oportunidad se firmó un acuerdo para que la agencia de control de drogas se instalenuevamente en la provincia. Y así fue: hace más de un año que agentes de la DEA silenciosamente se encuentran en Salta realizando operaciones. Según fuentes calificadas, los servicios se mueven en capital y suelen visitar el Gran Bourg e incluso ya viajaron hasta el norte provincial. Claro está que les interesa la frontera norte, un lugar clave debido al enorme caudal de cocaína que ingresa por medio de la frontera salteña, por lo cual representa un punto fundamental para la base de datos de ellos que funciona en Texas y donde se archiva toda la información que tenga que ver con narcotráfico o lavado de dinero en el mundo.

La DEA y Salta

No es la primera vez que la DEA desembarca con todo en Salta. Alejandro Cornejo D’Andrea, un tipo conocedor del paño, aseguró que desde hace años realizan movimientos; “Salta siempre mantuvo una relación con organismos internacionales como la DEA e Interpol”, aseguró a la prensa el exministro de Seguridad.

En rigor de verdad, las investigaciones de la DEA datan de varias décadas atrás. Pero dejaron de ser un secreto a voces cuando se conoció que Roberto y Juan Carlos Romero aparecían sindicados como narcotraficantes en varias “carpetas” elaboradas por servicios de la agencia estadounidense. Se trataba de “trabajos grandes”, peligrosos para el poder pero que siempre fueron guardados bajo siete llaves.

Un antecedente memorable, que bien podría haber pasado a mayores, fue su intervención tras el asesinato de Liliana Ledesma. Es que el caso había sacado a relucir revelaciones muy comprometedoras sobre los vínculos del exgobernador con el negocio del narcotráfico, lo que produjo un fuerte impacto, no sólo en la provincia, sino en todo el país. Por esto, la prensa no pudo soslayar que el exgobernador se reunió, el 1 de diciembre de 2006, con Earl Anthony Wayne, embajador de Estados Unidos y miembros de la DEA. Sucedía que en tales circunstancias ya no se podían realizar reuniones en secreto, así que todo fue presentado como un encuentro que demostraba la voluntad de ambos para desplegar un operativo de investigación por la muerte de Ledesma.

Hasta hace 6 años atrás la DEA mantuvo una oficina en Salta. No obstante, en el periodo restante, como quedó dicho, nunca dejó de tener estrechas relaciones con funcionarios provinciales. Son conocidas las asiduas reuniones para intercambiar información donde participaban el agente Dirk Lamagno, el ex subjefe de la Policía, Mario Paz,  el jefe de la División Drogas, Simón Pistán y el exministro de Seguridad, Maximiliano Troyano; o la fluida relación entre Eduardo Sylvester y el jefe de la DEA en Argentina,  Scott González. Siempre el organismo se preocupó por lo que acontece en nuestra frontera y hasta llegó a donar vehículos y entrenar gendarmes.

No es un secreto que Pamela Calletti, mucho antes de que Macri reestableciera relaciones, fue una de las principales impulsoras para que la DEA operara en la Provincia. Su influencia junto a la de Sylvester fueron fundamentales, en un principio bajo el paraguas de “capacitación a jueces y fiscales” y ahora brindando su apoyo para que los servicios trabajen sin problemas. La simpatía de la ministra hacia los servicios de inteligencia es notable, incluso contrató para su cartera a Ramiro Lucena, un hombre sindicado como muy efectivo para cumplir tareas de informante. En su concepción política, el papel de la “inteligencia” ocupa un lugar central.

Está claro que el gobierno de Urtubey está tomando con suma seriedad su relación con la DEA. Las facilidades que tienen los servicios de EEUU para moverse no sólo tienen que ver con que la provincia les abrió las puertas para que lleven a cabo sus tareas. Su influencia es cada vez mayor y eso queda de manifiesto de manera cabal en el hecho de que ya conocen al dedillo las instalaciones del Sistema de Emergencias 9-1-1 de la Provincia, lugar donde, dicho sea de paso, la policía realiza tareas de espionaje o precisamente, donde funciona la vieja división de la D2.  El jefe de Policía Ángel Mauricio Silvestre y el subjefe Luis Gerardo Aberaztain fueron los encargados de mostrar al detalle la metodología que utilizan.

La DEA se entera de todo. De eso no caben dudas.

El plan Bulrrich

Patricia Bullrich considera una “prioridad” mejorar las relaciones con la DEA, el FBI y otros organismos de inteligencia internacional para impulsar la “lucha contra el narcotráfico”. Con ese objetivo colocó a Néstor Roncaglia -un hombre formado por la DEA- en la jefatura de la Policía Federal. El mejoramiento que busca la ministra no es sólo respecto a tareas de inteligencia sino también para obtener ayuda financiera que permita la compra de tecnología millonaria como drones, radares y armas. Ese fue uno de los temas que tocó el año pasado con funcionarios de la cartera de Seguridad del gobierno de Salta, quienes esperan reforzar su equipamiento con “tecnología de punta” para definitivamente ganar la “la lucha contra el narcotráfico”.