El diario español, El País, se hizo eco de los asesinatos de mujeres trans en Argentina. Dos muertes en dos semanas reflejan la dura realidad del colectivo cuya esperanza de vida no supera los 40 años.

La argentina Ayelén Gómez, de 31 años, fue asesinada este fin de semana. La encontraron sin vida el domingo bajo la tribuna de un club de tenis de San Miguel de Tucumán, unos 1.200 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Estaba desnuda, golpeada y tenía signos de asfixia. 16 días antes fue asesinada Pamela Tabares, de 35 años. Recibió cinco disparos en la madrugada del 26 de julio y fue abandonada en un camino rural en la periferia de Rosario, la tercera ciudad más poblada de Argentina. Ambas eran personas trans y sus crímenes se suman a al menos otros cuatro perpetrados en lo que va de año contra este colectivo, el más marginado dentro de la comunidad LGBT.

«El Observatorio nacional de crímenes de odio registró el año pasado 12 asesinatos a personas trans. Este año ya son 6», advierte María Rachid, directora del Instituto contra la discriminación de Buenos Aires y secretaria general de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT). Para Rachid, exlegisladora porteña por el kircherismo, la violencia contra la comunidad trans ha aumentado en los últimos meses, desde la generalización de insultos y amenazas hasta agresiones físicas, a menudo a manos de las fuerzas de seguridad.

Hace cinco años, Gómez denunció que había sido detenida al regresar a su casa de una discoteca. Según su testimonio, en la comisaría fue violada por un policía, obligada a realizar sexo oral a otro y recibió insultos y amenazas. No es el único caso. El año pasado Celeste, una travesti tucumana llevó a juicio a varios policías tucumanos acusados de haberla secuestrado en 2012, abusar de ella, torturarla e impedir que se pusiera en contacto con familiares y abogados. Celeste pudo escapar y denunciar, pero el juicio terminó con la absolución de los policías.

«En Tucumán, el abuso de autoridad y la violencia policial consiste en mayor medida en las detenciones arbitrarias en cualquier momento de la noche y el uso de las contravenciones de manera extorsiva», denunció este lunes en un comunicado el colectivo Ni Una Menos contra los feminicidios. Muchos de los crímenes trans quedan impunes, en especial aquellos que no están acompañados por una presión social. Por ese motivo, han convocado a una vigilia el jueves en Buenos Airespara exigir justicia. «Al abrazo convocamos, a pasar vergüenza en la plaza pública abrazando lo injurioso de nuestros cuerpos. A enjugar nuestras lágrimas. Al silencio te llamamos, hartas de gritar que nos están matando», dice el texto de la convocatoria.

«Las personas trans tienen una esperanza de vida de entre 35 y 40 años. En Argentina ha mejorado a partir de la ley de identidad de género (aprobada en 2012), pero aún hay muchos obstáculos. Todavía no hay políticas públicas para revertir tantos años de marginación y exclusión», dice Rachid. Hasta hace poco, una inmensa mayoría de los adolescentes trans abandonaban sus estudios y eran expulsados del hogar. Ante la dificultad para conseguir un trabajo, muchos optaban por la prostitución.

«Ella no merecía un final así. Ella quería crecer. Soñaba con ser normal, ser aceptada por la sociedad. Quería ganarse la vida como cualquier persona normal, trabajando como empleada doméstica o de comercio, pero no pudo hacerlo, porque por su condición le cerraban todas las puertas. Entonces no le quedaba otra que prostituirse para poder subsistir», declaró a La Gaceta Romina Juárez, conocida de Gómez.

Con la legislación a favor, ha mejorado la aceptación social de las personas trans. Pero aún sufren numerosos episodios de discriminación en escuelas y centros médicos, se mantienen las trabas para que accedan al mercado laboral y no cesa la violencia física contra ellas. Según sus compañeras, Pamela Tabares se presentó el pasado febrero en la Comisaría de la Mujer de Rosario para realizar una denuncia por violencia de género, pero no quedó registrada.

«Aún hay muchas dificultades para el reconocimiento de los derechos de las personas trans», denuncia el vicepresidente de la FALGBT y subsecretario de políticas de Diversidad Sexual de la provincia de Santa Fe, Esteban Paulón. Considera que el impacto de los travesticidios es menor que el de las mujeres asesinadas porque la sociedad argentina aún «antepone la identidad de género a la persona». La población trans es víctima de distintas formas de violencia a lo largo de su vida. Los travesticidios son su cara más extrema.

Fuente: El País de España