Hoy darán el fallo por el crimen de Verónica Romero. Ocurrió en el 2013 en Chaco. La mujer se había separado e independizado de su ex pareja. Apareció muerta de 11 puñaladas y su marido está acusado por el femicidio.

La sentencia se conocerá hoy a las 12 tras un juicio que empezó en marzo de 2015. El caso tiene un interés agregado: la madre y tres hermanas de Verónica Romero fueron consideradas por el tribunal víctimas al sostener que la violencia la sufren todos los integrantes de la familia. El juicio, en buena parte transcurrió en demostrar que no dar lugar al manejo de sus propios sueldos, ser agredida sexualmente, sufrir violencia verbal, física y psicológica, motiva el deseo de separación. Y que la muerte, sencilla y brutalmente, la evita.

En julio de 2012, Verónica Gladys Romero decidió separarse de su marido, Juan Ramón Soto, profesor de educación física. Hasta fines de ese año, Romero atravesó una fuerte depresión. Trabajaba en dos colegios, y tenía dos hijas, en ese momento de 7 y 9 años. A fines de 2012 conoció a otro hombre, lo que le permitió recuperar su autoestima. Su dinero, el que le proveían sus dos sueldos, lo empezó a recuperar a medida que descubría que podía darle uso. “Les compraba ropa a sus hijas, se fue de vacaciones con ellas, por primera vez pudo comprarse zapatos a su antojo –dijo a Página/12 la abogada oficial y querellante, Lorena Padovan–. Antes, su marido le retenía la tarjeta de débito donde le depositaban el sueldo.”

El 25 de marzo de 2013, Romero salió de la escuela vespertina a las 16. Tomó unos mates con su madre y sus hermanas cuando recibió una llamada al celular de Soto para encontrarse. Se lo informó a su familia y salió con la idea de volver en un rato. No volvió más. La buscaron, llamaron a Soto (no contestó, en el juicio diría que la vio cinco minutos, la dejó en buenos términos y se fue a trotar), llamaron a sus amigos. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, hallaron su auto, un Volkswagen Suran gris, frente al Casino de Oficiales de la Penitenciaría, en Seitor y Las Heras. El vehículo estaba estacionado allí desde alrededor de las 18. Dentro estaba ella, sentada del lado del acompañante y atravesada por 11 puñaladas en el cuello, tórax y abdomen. En el volante hallaron huellas digitales de Soto. En un allanamiento a la vivienda del marido, encontraron un morral en el que había manchas de sangre de dos tipos. Uno le pertenecía a él. El otro, a Romero. Soto fue inmediatamente detenido.

Hoy, a las 12, y casi un año después de haber iniciado, los jueces emitirán su sentencia. De declararlo culpable correspondería la perpetua. El caso de Verónica Romero tiene su particularidad jurídica. Y su denominador común que lo desata: una mujer que muere apuñalada cuando decide que su dinero, su tiempo, su autoestima y su cuerpo son suyos y de nadie más que de ella. El número constante o creciente de femicidios, sus características, y el momento en que ocurren equiparan a sus víctimas como las de una guerra por la independencia.