Sólo 3 mujeres fueron anunciadas para los 21 cargos ministeriales y la jefatura de gabinete del electo Presidente de la Nación Mauricio Macri. Representan el 14% en relación al 86% de presencia masculina.

En el país en el que una mujer fue presidenta electa por dos mandatos consecutivos, aún hay desafíos en relación a la representación y la participación política de las mujeres y los feminismos en la política hegemónica. La participación equitativa de las mujeres en los puestos de toma de decisiones está pendiente y el gabinete del nuevo gobierno de Cambiemos significa un retroceso en relación a la representación femenina: sólo 14% del mismo está integrado por mujeres. A la vez, a la par de la designación de la feminista Fabiana Túñez a cargo del Consejo Nacional de las Mujeres, fue nombrado Jorge Lemus en el Ministerio de Salud –un hombre que impulsó para la CABA un protocolo de abortos no punibles más restrictivo que el establecido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación-; Abel Albino –reconocido por sus opiniones retrógradas en cuanto a derechos sexuales y reproductivos- es asesor del gobierno entrante; ninguna mujer fue incluida en las designaciones para la Corte Suprema de Justicia; las caras femeninas más visibles del nuevo gobierno –Vidal y Michetti- manifestaron su oposición a la legalización del aborto; y está siendo cuestionada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que implicó para mujeres y personas con identidades de género y opciones sexuales diversas un nuevo piso de discusión sobre la discriminación y desigualdad en los medios.

Tras ocho años de dos mandatos de Cristina Fernández, y doce del movimiento político que lidera -el kirchnerismo-, una nueva etapa asoma y en ella la política partidaria será, una vez más, la arena de las disputas para el ejercicio del poder en la Argentina.

Temáticas de fondo y decisiones coyunturales se tejen por estos días alrededor de la confirmación del equipo de trabajo y el gabinete ministerial del Presidente de la Nación electo, Mauricio Macri. Entre lo anunciado y a la espera de las primeras medidas de gobierno, más presente que nunca, un empoderado movimiento de mujeres y feminista –en los partidos, en las organizaciones sociales y en las calles- asoma y ya prepara sus banderas para exigir demandas históricas y la defensa de derechos conquistados.

Y si bien los tintes de los gobiernos muchas veces se miden en el carácter de las políticas públicas que se toman, y que de alguna manera delinean el proyecto político, lo hacen también en relación a las trayectorias y la labor de las individualidades de las y los funcionarixs públicos que se designan. Si a esto le agregamos un análisis con enfoque de géneros, resulta inevitable la realización de comparaciones que nos permitan aclarar el panorama. ¿Cantidad de mujeres? ¿Quiénes son? ¿Cuáles fueron (o no) sus compromisos con el reconocimiento de los derechos de las mujeres y el colectivo LBGTB? Un intento de recorrido para un nuevo gobierno que representará una transición de paradigmas para la política y la sociedad civil.

“Si una mujer entra a la política, cambia la mujer, si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”

Con esta frase, Michelle Bachelet, actual presidenta de Chile, irrumpió en el escenario contemporáneo de las discusiones globales sobre política y género. Ejercicio del poder, liderazgo, participación y representación política son conceptos y prácticas que se ponen en análisis y discusión a partir de la distancia que significa la ausencia de mujeres y la lenta democratización de la política y el dispar reconocimiento de demandas históricas del movimiento de mujeres. Aun así, afinando el análisis, mujeres sensibles y políticamente formadas dentro de los feminismos están ampliamente vedadas dentro de la política dominante o hegemónica.

Las mujeres somos las más pobres sobre la tierra, las sujetas violentadas y tratadas cada día por las múltiples manifestaciones de la cultura machista, quienes no tenemos ni en un 5% mundial el acceso a la tierra y en territorios como el nuestro ni siquiera el pleno acceso a decidir sobre nuestros cuerpos. Es por esto que necesitamos a las mujeres en la política y la conformación de partidos políticos receptivos a las demandas de nuestras colectivas.

Sólo 3 mujeres fueron anunciadas para los 21 cargos ministeriales y la jefatura de gabinete del electo Presidente de la Nación Mauricio Macri. Patricia Bullrich –ex Ministra de Trabajo y Ministra de Seguridad Social durante el gobierno de Fernando de la Rúa- será la Ministra de Seguridad; Carolina Stanley, de Desarrollo Social –es quien ocupó ese mismo cargo en la Ciudad de Buenos Aires desde diciembre de 2011-; y Susana Malcorra –hasta hace pocos días Jefa de Gabinete del Secretario General de las Naciones Unidas- será la Ministra de Relaciones Exteriores y Culto. Representan el 14% en relación al 86% de presencia masculina en el nuevo gabinete.

Al frente de una campaña contra la violencia machista que se llama #‎SiHayAmorNoHayViolencia, y artífice de la designación de la activista feminista Fabiana Tuñez –titular de la ONG La Casa del Encuentro- al frente del Consejo Nacional de las Mujeres (organismo que depende de esa cartera), Carolina Stanley también representa la cercanía del gobierno de Mauricio Macri con Abel Albino, médico pediatra titular de la Fundación Conin Mendoza y quien en los últimos días fue repudiado por las afirmaciones que vierte en su libro Gobernar es poblar, donde se opone a los anticonceptivos llamando a vivir en castidad y poniendo a la mujer al servicio del varón y quien en declaraciones mediáticas –por ejemplo en diálogo con Ernesto Tenembaum en FM 89.9-, sostuvo que participará del nuevo gobierno cómo pueda y “como lo viene haciendo desde hace 23 años”.

En esta entrevista, Albino, sin mencionar las prácticas y las elecciones sexuales disidentes (“eso” según sus conceptos), dijo que la homosexualidad es “un problema que tiene una persona” y que si bien dijo no considerarlo una enfermedad si sería “contra la naturaleza” y producto de “no una causa determinante sino uno la elimina y se terminó”, sino de construcciones sociales y de “violaciones provocadas dentro de la misma familia”. Dijo que “la familia es para procrear y educar” y que “el sexo es una maravilla para contribuir a la obra creadora de Dios, no para divertirse”. Además amplió que la masturbación es una “tiranía” y que el “SIDA” se combate con “conductas éticas”. Y aunque aclaró “no ser un sacerdote sino médico” sostuvo que “el aborto es una barbaridad”, “matar una persona” y que en esta problemática  “la verdad es una sola”.

En el gabinete saliente había 4 mujeres en 15 cargos ministeriales -Alicia Kirchner como Ministra de Desarrollo Social; Débora Giorgi como Ministra de Industria; María Cecilia Rodríguez al frente de la cartera de Seguridad; y Teresa Parodi al frente del Ministerio de Cultura- que representaban el 26% del gabinete, además de que la presidencia de la Nación estaba ocupada por una mujer. Cabe pensar en la región, Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff –quien ejerce la presidencia de Brasil desde 2011- y Michelle Bachelet –quien atraviesa su segundo mandato no consecutivo al frente de Chile desde 2014- son claros ejemplos de que el sistema de partidos en Latinoamérica y el mundo ya no es reacio a las mujeres políticas ejerciendo los más altos cargos de liderazgo y dirección.

Pero a la vez, la designación de mujeres al frente del funcionariado público no garantiza per se la gestión ni políticas públicas con presupuesto en pos del reconocimiento y avance de derechos vinculados a temas de género; aunque sí abre caminos en un contexto social de creciente sensibilización sobre las problemáticas de género. En esto, el gabinete anunciado, ¿significaría un retroceso?

El 50% está lejos y la designación de pocas mujeres al frente del nuevo gabinete de gobierno, sea por definición política, por imposibilidad pragmática o de estrategias para transversalizar el enfoque de géneros, y la lejanía del macrismo –y por tanto la falta de legitimidad- para ser portavoz de las demandas del movimiento de mujeres y feminista, redundará en al menos el estancamiento de la influencia de éste sobre la agenda política. Y en el consecuente corrimiento de las exigencias sociales hacia espacios no ejecutivos.

Por otra parte, habrá que observar cómo se actúa desde el ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que estará a cargo de Germán Garavano –ex fiscal general en el Ministerio Público Fiscal de la CABA-, quien fuera saludado por la Asociación de Mujeres Juezas de la Argentina por “su compromiso con la perspectiva de género, los derechos humanos de las mujeres y la equidad”. Esa misma asociación inició en las últimas semanas la campaña Más mujeres más justicia, destinada a lograr que el Poder Judicial incluya un 50% de mujeres en los cargos directivos y se vio defraudada, junto a muchas otras organizaciones que elevaron una carta el Poder Ejecutivo, por la designación en comisión de dos varones para la Corte Suprema de Justicia de la Nación. (Ver La ausencia de perspectiva de género en las designaciones de la Corte.

En la cartera de Salud fue designado Jorge Lemus –ex Ministro en la CABA, donde firmó un protocolo de abortos no punibles más restrictivo que el establecido por la Corte Suprema de Justicia en el Fallo F.A.L. de 2012- y quién deberá enfrentar, ahora a nivel nacional, una de las problemáticas de salud pública más desoídas: la necesidad de legalización de las interrupciones voluntarias de los embarazos de tal forma de impedir las muertes innecesarias de mujeres por abortos sépticos.

Sobre la posición del gobierno en relación al derecho al aborto, en las últimas semanas se expresó  la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, quien dijo que está en contra de la despenalización y legalización. La vicepresidenta Gabriela Michetti, en una posición más abierta, afirmó que el tema debe ser discutido en el Parlamento.

En relación a comunicación, el nuevo gobierno cuestiona –y propone reemplazar- la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), anunciando que su estrategia hacia los medios será de ausencia de regulación. En relación a temas de género, y considerando que a la LSCA puede pedírsele aún más, las estrategias de regulación que la norma plantea han permitido en los últimos años que el debate sobre comunicación y género elevara su estándar, planteando nuevos pisos frente a la vulneración de derechos. (Ver más en ¿Por qué defendemos la Ley de Medios quienes nos dedicamos a comunicación y género?)

“Los derechos no se mendigan, se conquistan”

La frase es de Julieta Lanteri, la primera mujer en ingresar en la carrera de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, la primera en votar en el país y Sudamérica a pesar de que nos lo tenían prohibido, integrante del Partido Socialista junto a Alicia Moreau de Justo y fundadora del Partido Feminista Nacional, una alternativa política no retomada.

A las mujeres las necesitamos en todas las arenas de la política partidaria, en las organizaciones de la sociedad civil, produciendo contenidos mediáticos y siendo líderes de opinión, en las calles y en los barrios bajo las banderas históricas del movimiento y los feminismos en una época de creciente sensibilización social con la problemática de las violencias machistas. Aunque aún persisten desafíos en el país en el que una mujer fue presidenta electa por dos mandatos consecutivos. La participación equitativa de las mujeres en los puestos de toma de decisiones está pendiente; sobreviven estereotipos negativos y misoginia producto de la cultura patriarcal, falta de compromiso de parte de los partidos y movimientos políticos para garantizar los cupos, omisión de capacitar a candidatas en los asuntos públicos, ausencia de leyes de adecuación de los ámbitos de las políticas públicas para el ejercicio del poder, discriminación y violencias –sobre todo simbólica- contra las políticas de parte de sus colegas varones u hostigamiento de la prensa hegemónica, son solo algunas de las barreras a vencer.

Pero también coexisten certezas en una transición de paradigmas. Ante la amenaza de un Estado ausente en políticas de seguridad social y lucha contra la desigualdad económica y redistribución de las riquezas, las mujeres estarán empoderadas en la sociedad civil. Ante un funcionariado que se presenta inexperto o puesto al servicio de intereses privados, estará el movimiento de mujeres y feminista al pie, para exigir la defensa, el reconocimiento y el avance de los derechos históricos que corresponden a las mujeres.

Por Laura Salomé Canteros para COMUNICAR IGUALDAD-