A 40 años de la masacre de Palomitas y a 30 de iniciada la investigación, ya fueron condenados 6 altos funcionarios pertenecientes a la fuerzas de seguridad de entonces. Resta juzgar las responsabilidades civiles y autores materiales del hecho. (Garrik)

Al cumplirse el cuadragésimo aniversario de la masacre de Palomitas, unas 300 personas recordaron a las once víctimas, sintetizando aspectos destacados de la vida de cada uno de ellos, los cuales fueron leídos por los familiares que llegó hasta el Paraje Las Palomitas, en la Ruta Nacional 34, y al mismo tiempo bregaron por el avance de la causa de Palomitas III.

Como es de público conocimiento, todo sucedió el 6 de julio de 1976, cuando once presos políticos fueron sacados del Penal de Villa Las Rosas, y mientras eran trasladados a la altura del Paraje “Las Palomitas”, en la localidad de Gral. Güemes, fueron salvajemente fusilados por quienes los trasladaban. Se recuperaron nueve cuerpos, tres en el lugar del hecho, tres en Jujuy y los otros tres en Tucumán. Los dos cuerpos desaparecidos fueron descuartizados y carbonizados. Todo esto en el marco del plan sistemático de eliminación de personas orquestado por el “Proceso de Reorganización Nacional”.  

Según la versión oficial, los presos iban a ser trasladados a Córdoba por su peligrosidad y para evitar una probable fuga del Penal. Mientras eran trasladados, apareció un grupo de subversivos que momentos antes habían secuestrado tres automóviles y empezaron a atacar el convoy para liberar a los detenidos y a raíz de ello se produce un enfrentamiento.

Sin embargo, la abrumadora cantidad de pruebas ventiladas en el juicio contra esa versión, la convirtieron en ridícula: jamás hubo intención de trasladar a los presos a Córdoba y si en asesinarlos. Ello se evidenció desde el momento mismo en que se los trasladó del Penal con la luz apagada, maniatados, vendados y sin permitirles que lleven consigo pertenencia alguna al punto que a uno de ellos se le privó de llevar su dentadura postiza y a otra al bebe que amamantaba en ese momento. Todo en un operativo relámpago que duró entre 15 y 30 minutos.

Participaron del operativo personal del Servicio Penitenciario, de la Policía local y del Ejército. Los efectivos no tenían insignias ni distintivos que los identificaran, llamándose entre sí por medio de apodos y tuteándose en todo momento, lo cual no era normal en el ámbito castrense, ni mucho menos al momento de llevarse a cabo un operativo.

Los culpables

Por este hecho fueron condenados en el año 2010 por la Justicia Federal, en la causa conocida como “Palomitas I”, el ex jefe del Ejército de Salta, Carlos Mulhall, el ex jefe de la Policía provincial Miguel Gentil, y el ex policía Hugo César Espeche, a la pena de reclusión perpetua.

Durante el proceso se los halló penalmente responsables de los once homicidios agravados por alevosía y en concurso premeditado por dos o más personas, en grado de autores mediatos a los dos primeros y de partícipe primario a Espeche.

Un año después, en lo que se llamó la causa «Palomitas II», el juez federal de Salta, Julio Bavio, dispuso perpetua para el ex policía Joaquín Guil y el exjefe del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

El magistrado los consideró «coautores mediatos de la Masacre de Palomitas», por el delito de homicidio doblemente calificado por alevosía y en concurso premeditado contra once presos políticos, a la vez que condenó a 20 años de reclusión al ex agente del Servicio Penitenciario salteño, Juan Carlos Alzugaray.

Al día de hoy sigue abierta la causa «Palomitas III». Actualmente está en la etapa de instrucción. Se están buscando pruebas e investigando a los efectivos del Servicio Penitenciario y a un exmilitar que habría sido autor directo del fusilamiento.

«Se cree que serían 50 las personas que participaron en el operativo de la masacre. Actualmente tenemos a 6 juzgados y a algunos que ya murieron. Suponemos que esto no será una causa eterna sino que alguien aportará alguna información que finalmente concluya el caso. Cada vez que se abre la causa provoca mucho dolor en los familiares», reflexionó Nora Leonard, familiar y luchadora de las causas de lesa humanidad.