El Gobierno insistirá en la reforma jubilatoria. Convocó para hoy a los gobernadores para que ratifiquen su apoyo, y el lunes intentará nuevamente tratarla en la Cámara de Diputados.

El Gobierno vivió ayer una de las jornadas más complicadas y tensas desde que Mauricio Macri asumió la presidencia, hace dos años. Presionado por el caos y la violencia que se adueñaron del interior y de los alrededores de la Cámara de Diputados, el interbloque Cambiemos levantó la sesión en la que pretendía convertir en ley la reforma previsional que impulsa el Gobierno. El oficialismo, que responsabilizó a la oposición de boicotear el debate, convocará este lunes a una nueva sesión.

«Vamos a convocar mañana al mediodía [por hoy] a una mesa de diálogo con los gobernadores del PJ y sus diputados para que ratifiquen su apoyo a la reforma previsional, como ya lo hicieron en el Senado y al suscribir el Consenso Fiscal», anticiparon anoche encumbradas fuentes legislativas. Eso sí: en paralelo, el Gobierno instrumentará, a pedido del interbloque Cambiemos y por vía de un decreto o una decisión administrativa, una compensación monetaria por el cambio de la fórmula de actualización de los haberes jubilatorios. Esta modificación -que iba a comenzar a aplicarse en marzo próximo- es el principal motivo de rechazo al proyecto del Gobierno, ya que redunda en un menor aumento en los haberes que perciben jubilados, pensionados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH).

De esta manera, se echó por tierra la posibilidad de aplicar la reforma por decreto de necesidad y urgencia (DNU), idea que circuló en la Casa Rosada y que fue duramente criticada por Elisa Carrió (Coalición Cívica) en su cuenta de Twitter.

«Tenemos que construir nuevamente las mayorías con los gobernadores del PJ; el anuncio de una compensación ayudaría a descomprimir la situación», confiaban en el oficialismo. En tanto, la CGT suspendió la convocatoria a un paro y movilización originariamente previsto para hoy. La jornada de ayer estuvo marcada por el caos desde pasado el mediodía. Con el perímetro del Congreso fuertemente vallado y custodiado por miles de agentes de Gendarmería y de la policía, dentro del Congreso se vivía un clima inusitadamente violento. Pasadas las 14.30, con un quorum estricto de 129 diputados, el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, dio comienzo a la sesión; estaban sentados en sus bancas 106 legisladores de Cambiemos y 23 diputados del interbloque Argentina Federal, del interbloque Socialdemócrata -que preside Martín Lousteau- y del Frente Cívico de Santiago del Estero.

Furiosos, legisladores del kirchnerismo bajaron raudamente hacia el estrado de presidencia e increparon a los gritos a Monzó. En vano, el presidente de la Cámara intentó retomar la conducción de la sesión; llovían los insultos y los gritos. Monzó se acercó a las bancas de Mario Negri, jefe del interbloque, y de Carrió. Los tres llegaron a una conclusión: en ese clima era imposible debatir y difícilmente reunirían la mayoría para aprobar la iniciativa.

Fue así como Carrió, en nombre del oficialismo, pidió desde su banca que se levante la sesión. «La violencia se opone a la Constitución y la paz. Le pido al presidente que levante esta sesión escandalosa. Vamos a ganar la votación, será esta semana o la otra. Va a haber una compensación para los jubilados, por eso estoy sentada acá», enfatizó Carrió, tras lo cual Monzó levantó la sesión.

Eran las 15.10. La noticia desató el júbilo de los manifestantes que rodeaban el Palacio. Aun así, los desmanes continuaron durante el resto de la tarde; hubo corridas, pedradas y heridos tanto en las fuerzas de seguridad como entre los manifestantes, estos últimos en su mayoría dirigentes sindicales y militantes kirchneristas y de izquierda. También hubo periodistas heridos.

Mientras tanto, dentro del Congreso, los diputados de Cambiemos se nuclearon en el despacho del presidente de la Cámara. Monzó, Negri y Nicolás Massot, jefe de la bancada de Pro, partieron raudos a la Casa Rosada. Poco después, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, dio una conferencia de prensa: allí acusó a los diputados opositores de haberse convertido en «piqueteros dentro del recinto» y de haber agredido al presidente de la Cámara. «Estamos convencidos de que existía y existe vocación mayoritaria de sesionar, por eso hubo quorum más de dos veces. No quisieron debatir porque sabían que representaban una minoría. Optaron por la violencia», siguió.

En tanto, en los pasillos parlamentarios proseguían los reproches cruzados entre los legisladores. Desde el Frente Renovador acusaron al oficialismo de haber sentado en sus bancas a «dos diputadas» que aún no habían prestado juramento. El oficialismo negó rotundamente esta acusación; los dos diputados de Cambiemos que debían jurar -Jorge Enríquez (Capital) y Astrid Hummel (Santa Fe)- esperaban en la antesala detrás del estrado y no se acercaron en ningún momento a sus bancas, confirmaron autoridades de la Cámara, versión luego corroborada por las filmaciones de la sesión.

«¡El oficialismo no tenía quorum!», insistió, anoche, el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, quien responsabilizó de los desmanes al oficialismo. El Gobierno, sin intención de dar marcha atrás, insistirá en dar el debate y aprobar la iniciativa sin modificaciones para que no regrese al Senado. El oficialismo no quiere darle el escenario a la ex presidenta Cristina Kirchner, hoy senadora, para criticar la iniciativa.

Fuente: La Nación