El descubrimiento del cuerpo de Santiago Maldonado generó titulares y provocó movilizaciones pero no tuvo el peso suficiente para determinar los resultados de la elección. Crónicas de días agitados, entre la desesperación y la angustia. (Federico Anzardi)

Se suponía que durante la semana pasada se iba a continuar el debate sobre las consecuencias de la frase de Elisa Carrió respecto a las posibilidades (“un veinte por ciento”) de que Santiago Maldonado estuviera vivo en Chile. Tras las disculpas de la candidata oficialista por las mismas declaraciones, se esperaba que el tema pasara a segundo plano desde los grandes medios, algo que favorecía a Cambiemos, para enfocarse en la recta final de la campaña electoral. Con el hallazgo del cuerpo y la confirmación de la identidad, todo se alteró. El gobierno nacional pasó en pocos días de la soberbia a la incertidumbre y luego al temor y a la euforia contenida.

En cuatro días se realizaron tres marchas en la Ciudad de Buenos Aires. Probablemente la falta de unificación quitó fuerza al reclamo, que se dividió y ensució por discusiones internas. ¿Había que ir o no a las plazas el miércoles 18, cuando el cuerpo ya había aparecido y todos intuían que se trataba de Maldonado aunque no hubiera confirmación de la familia? La organización de derechos humanos Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y partidos de izquierda debatieron ese día sobre el filo del horario de la convocatoria original. El despegue de los Maldonado respecto a la organización de la movilización y la contundencia de las Madres de Plaza de Mayo a la hora de señalar que ellas no convocaban determinó que la mayoría se bajara de la manifestación para ese día.

Al día siguiente, el jueves 19, Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y Partidos como el PO, el PTS y otras organizaciones sociales acompañaron a las Madres durante la ronda de todos los jueves. A las tres de la tarde, como hace poco más de cuarenta años, comenzó la mítica vuelta a la Pirámide de Mayo. La circulación que primero combatió en silencio a la dictadura y luego se convirtió en un símbolo de la defensa de los derechos humanos fue respetada y acompañada. Fue la mejor decisión.

Luego de la ronda, tomó la palabra Hebe de Bonafini, presidenta de las Madres. “Esto ya lo vimos”, dijo. “Todo tiene que ver con el exterminio”, agregó. “Quieren exterminar al pueblo pobre”, siguió. “Tenemos que votar por ellos y para ellos”, insistió. Por el pueblo pobre. Y cerró: “Este domingo, la vida o la muerte”.

Tras el discurso, seguido de manera atenta por muchísimos medios y cientos de personas, las Madres dejaron la Plaza. Quedó el stand en el que suelen vender merchandising que ayuda a recolectar fondos para la organización. Las Madres son explícitamente kirchneristas. Entre los souvenires militantes basados en el pañuelo blanco también se encontraban diferentes productos con la imagen de Cristina Fernández de Kirchner y de Néstor Kirchner. Quizás esta marcada identificación partidaria haya provocado que las columnas de la izquierda no avanzaran a la plaza hasta que las Madres se fueron.

La manifestación de las Madres no chocó con la izquierda, a pesar de que ambas manifestaciones apuntaban a lo mismo. “Tenemos el poder de decidir lo que va a pasar en el Congreso”, decía un hombre en la plaza, a través de un parlante colgado en la espalda. Era un discursista itinerante que se paseaba entre los carteles contra Patricia Bullrich.

A pocos metros, sobre Diagonal Norte, antes de la Catedral, la izquierda estaba encolumnada y agazapada, lista para marchar. El PO, el Polo Obrero, la Izquierda Socialista, el PTS, el PCR, el MST, el MTR y la CCC esperaban con gritos en contra de Cambiemos, cantaban sobre melodías de Fito Páez, sacudían bombos y sostenían pancartas.

Sobre Avenida de Mayo, a la derecha del Cabildo, estaban el Frente Popular Darío Santillán, el MTD Aníbal Verón, el PSTV y el Movimiento de Resistencia Popular. Sobre la plaza se encontraban Suteba, Fuba, ATE, Correpi.

Con aplausos para la familia Maldonado y consignas a favor de la educación pública que paralizó colegios de la ciudad, la organización de Encuentro Memoria, Verdad y Justicia comenzó a tomar la zona a través de un escenario montado sobre las vallas instaladas a la mitad de la plaza.

Más atrás, tres adolescentes encapuchados sostenían una bandera negra que rezaba: “Santiago Maldonado era anarquista. Todo estado es asesino”. Con el sol se traslucía el mensaje original, que estaba tachado: debajo del “era” se veía un “es”.

Mientras la Darío Santillán avanzaba por Hipólito Yrigoyen, rodeando la plaza, desde el escenario se hablaba de ochenta días de mentiras por parte del gobierno nacional. El presentador anunciaba: “Nos volverán a encontrar en esta plaza las veces que sean necesarias”. Mencionó a Julio López y habló de los treinta mil desaparecidos de la dictadura. Luego, leyó un comunicado: “Desde ayer, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, se ha declarado en estado de alerta y movilización. En ese contexto, hoy nos volvemos a movilizar a la Plaza de Mayo para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado. Denunciamos la responsabilidad directa de la Gendarmería en la desaparición forzada de Santiago en el marco del operativo represivo contra la comunidad mapuche de Pu Lof en resistencia. Operativo del cual participó en persona el jefe de gabinete de la ministra Bullrich, Pablo Noceti. Denunciamos también al gobierno nacional y su operación política de encubrimiento con apoyo de los grandes medios, con el objetivo de desprestigiar a Santiago y a su familia desde el primer día. Asimismo, rechazamos la demonización oficial hacia la comunidad mapuche y las versiones de que ellos pudieron plantar el cuerpo. Si el cuerpo fue plantado, incluso en la zona que ya antes había sido rastrillada tres veces, lo fue por la Gendarmería, que es quien lo desapareció. Después de todo el cuestionado accionar de la Justicia y la recusación del juez Otranto y después de todas las presiones, dilaciones e intervenciones del gobierno sobre la carga judicial, fue la propia familia de Santiago quien durante varias horas resguardó el cuerpo para evitar cualquier alteración. Con esta actitud valiente, la familia expresó la gran desconfianza popular hacia el Estado y sus instituciones. A ochenta días de su desaparición forzada por Gendarmería, desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, decimos: aparición con vida ya de Santiago Maldonado, fuera Bullrich y Noceti, el gobierno y el Estado son responsables, juicio y castigo a todos los culpables”.

El viernes y el sábado, después de que Sergio Maldonado confirmara la identidad del cuerpo hallado en el río Chubut, se organizaron nuevas movilizaciones a la Plaza y a la Morgue Judicial, donde se realizaba la autopsia. Esta vez, las marchas fueron mucho más masivas. La gente colmó los lugares, especialmente la plaza. La juventud fue la gran protagonista de las manifestaciones. Pero el reclamo no alcanzó a traducirse en votos durante el domingo. Cabe preguntarse por qué esta ciudad, sede de las protestas más importantes y masivas del país, tiene, históricamente, se inclina en su mayoría hacia la derecha. Y cabe preguntarse por qué los resultados iniciales de la autopsia, que demostraron que Maldonado no presentó lesiones pero que no descartaron la posible responsabilidad de Gendarmería, provocaron el regocijo del oficialismo. Cabe preguntarse por qué una mujer que se ríe en vivo de un muerto gana las elecciones por amplia mayoría.