“Al principio los dirigentes nos preguntaban por qué no nos quedábamos en casa, cuidando los hijos y a los nietos”, cuentan las protagonistas de esta historia.

La emisora tiene actualmente tres directoras que pertenecen a pueblos distintos: Lidia Maraz (toba), Nancy López (wichí) y  Felisa Mendoza (guaraní). No es un emprendimiento comercial y se sostiene con fondos de programas de cooperación y, a veces, con dinero del bolsillo de sus oyentes.

Para las y los indígenas que realizan los programas, a veces resulta un enorme esfuerzo llegar hasta la radio por el costo del pasaje en el transporte público, que sale el doble que en Buenos Aires, a 1.746 kilómetros al sureste de Tartagal.

La radio surgió a partir de encuentros iniciales sostenidos por mujeres indígenas a fines de la década de los 90 en la casa de Leda Kantor, una antropóloga llegada de Buenos Aires para trabajar en programas oficiales de apoyo a la agricultura familiar.

En una nota publicada en el sitio ipsnoticias describen la historia de estas mujeres protagonistas que ponen el cuerpo y la voz para decir lo que piensan y sienten.

“Al principio los dirigentes nos preguntaban por qué no nos quedábamos en casa, cuidando los hijos y a los nietos. Hoy esos hombres vienen a refugiarse bajo el techo de estas mujeres”, contó a IPS la guaraní Felisa Mendoza, en una de los amplios y coloridos salones de la emisora, decorados con murales pintados por artistas indígenas.

En 2000, las mujeres indígenas comenzaron a hacer un programa en Radio Nacional Tartagal, la filial local de la emisora estatal argentina. Pero fue en 2006 cuando pudieron, gracias a programas de financiamiento estatales, comprar un terreno, construir el edificio y lanzar La Voz Indígena, que desde entonces está en el aire.

“La mujer indígena es fuerte. Es la que trae a la casa el agua o la leña. Y tradicionalmente, los hombres que se casaban iban a vivir a las comunidades de sus esposas. Han sido los desalojos de los territorios los que han hecho que la mujer quede un poco a expensas del hombre”, afirmó Kantor.

Hoy, dice la antropóloga, “la radio sigue siendo un espacio de resistencia al avasallamiento cultural, en una ciudad en la que los indígenas nunca tuvieron un espacio para hacerse escuchar”.