De cómo una astuta periodista, se ahorró unos morlacos y horas en el diván, gracias a tres cándidos políticos deseos de prensa.

De que la vida nos lleva a un constante estrés, no hay dudas. Sobre todo en los meses finales del año que nos toca transcurrir, donde el último anuncio de Mauricio Macri es que los caramelos media hora subirán a 45 minutos, entre otras cosas.

Lo cierto es que costearnos un analista, terapeuta, coucheador, chamán o lo que sea, nos significa un gasto extra que nuestros bolsillos no están dispuestos a desembolsar, no por avaros, sino simplemente, porque no hay ni monedas.

Parece que esta situación estaría atravesando malamente a la periodista Mónica Juárez, de Canal 11, quien habría renunciado a cualquier terapia para poder juntar las chapitas y así poder pagar su espacio televisivo. Sin embargo, Juárez puede estar pobre pero no es ninguna tonta. Y es por eso que se agenció tres políticos ávidos de pantalla para que le hagan la terapia grupal: Emanuel Sierra, Héctor Chibán y un Matías Posadas que experto en el arte de pasar por encima… se apropió del asiento del copiloto en el auto que manejaba Juárez en un espacio de su Tribu Urbana.

Los incautos acompañantes pensaban que su presencia en el programa les iba a dar cartel para promocionar su imagen, pero muy lejos estaban, ya que lo que Juárez logró es que se hable de ella, y solo de ella.

Fue así como desarrollaron, al aire, el tema de la relación de los políticos con los periodistas, lo cual a la periodista le vino de perillas para iniciar su terapia y contar que ella salía con un muchacho de la política que le dijo “tu perfil público no da con mi perfil público, y me rompió el corazón”.

A todo esto, mientras Sierra y Posadas se divertían con la confesión, la cara de Chibán daba cuenta de un repaso mental en el que se preguntaba si algún correligionario conocido sería el desubicado que osó desairar a la famosa periodista.

Pero Juarez fue por más, cuando manifestó que le ofrecieron una candidatura importante y entonces llamó al atolondrado, para enrostrarle la propuesta.

En resumidas cuentas, la periodista se ahorró una sesión de terapia despachándose con su mal de amores por la televisión de aire, y los tres políticos se fueron silbando bajito, mientras Chibán resumía: Pobre Moni! Na ni se puede confiar en los políticos!