Nadia, tiene 25 años es mamá de dos niños y estudia el profesorado de artes visuales. Es artista plástica y performer. Se hizo conocida por trabajar con una técnica particular en sus pinturas lo que la puso en el foco de cuestionamientos dentro de nuestra sociedad salteña y machista. (Gastón Iñiguez)

Nadia tiene la tranquilidad al hablar de quien ha pasado mucho y contempla las cosas desde la vereda de enfrente; es una artista apasionada de su obra que hace unos meses se hizo conocida en redes sociales y medios locales por pintar con sangre menstrual. Tanto hombres como mujeres le salieron al cruce cuestionándola y hasta insultándola, como si su obra fuera un crimen o atacara directamente a las normas de la moral y las buenas costumbres.

Eso sí, podemos soportar a Ricardo Arjona que le dedicó un tema (misógino y de mal gusto, por cierto) a la menstruación y hasta cantarlo a viva voz en un estadio colmado pero no nos bancamos la exploración de una artista que tiene su raíz en lo más profundo de su propio ser.

Nadia está acostumbrada a los golpes; nació en el pueblo de Nazareno en Santa Victoria Oeste, a unos 540 km de la ciudad de Salta. A la edad de 4 años fue abusada por su primo y cuando tenía 10 padeció nuevamente la misma situación, esta vez víctima del hermano de una amiga: “Los hombres cercanos a ellos me trataban de puta, que me lo había buscado; yo era chica, jugaba con muñecas y no entendía lo que me decían”.

Cuando Nadia le contó a su familia sobre los abusos la trataron de forma indiferente como si no pudieran creer su relato. Nazareno es un pueblo donde el abuso es algo normalizado y por supuesto de eso no se habla.

Esas situaciones de violencia hicieron que comenzara a odiar su cuerpo y a temprana edad buscó refugio en el arte, comenzó a pintar y a escribir para poder crear una realidad paralela donde ella tuviera el control y nada pudiera afectarla.

En ambos casos los abusadores tenían 6 a 8 años más que ella.

Cuando creció, ella se puso en pareja con el padre de sus dos hijos; un hombre violento que también abusó de ella física y psicológicamente. A través de esa relación es que Nadia comenzó a tomar noción de la existencia de la violencia dentro de la pareja; aún después de haberse separado, él la buscaba y la perseguía, le gritaba cosas en medio de la calle y hasta intentó quitarle los niños.

“La producción con sangre surgió en ese momento; cuando me separé e ingresé a estudiar en la escuela de bellas artes. Los profesores se impresionan pero me aconsejan como seguir trabajando. Lo que busco es poder manifestar mi postura de no sentirte mal con tu cuerpo y con tu propia condición de mujer que es algo que me costó mucho comprender”

En Nadia el proceso de empoderamiento sobre su cuerpo no se dio de manera casual; cuando convivía con su expareja el único momento en que él la dejaba en paz era cuando menstruaba. En esos días él sentía asco y la rechazaba, entonces Nadia aprovechaba para ser libre, salir y leer. Ahí es cuando se encontró con libros como la Luna Roja de Miranda Gray, Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola Estés y otros escritos de autoras feministas claves como Simone de Beauvoir que fueron despertando en ella una nueva consciencia y le permitieron percibir la situación violenta en la que transcurría.

También recibió la ayuda de otras mujeres que le mostraron que no necesitaba de un hombre a su lado para poder ser madre y que podía enfrentar la vida de otra manera.

A partir de esta búsqueda es que Nadia rompe ataduras y se convierte en una activista del feminismo a través de su arte, buscando generar en quienes vean sus pinturas preguntas y replanteos sobre su lugar en la sociedad, el uso del cuerpo y los alcances del patriarcado.

Para ella el feminismo es igualdad de condiciones, es poder identificar todas esas situaciones de micromachismos que hacen que naturalicemos la violencia, es el empoderamiento a través de la crianza de los niños para que sean adultos críticos y conectados con su sensibilidad interior el día de mañana.

“Hoy vivimos en una sociedad que le dice al varón que no debe llorar, que tiene que ser siempre macho y eso sólo provoca que el hombre reprima sus sentimientos porque no los tiene permitidos. La represión de las emociones genera violencia física y verbal hacia ellos mismos y hacia los demás”.

Nadia está trabajando en un “Libro Matriz” de más de 300 páginas con sangre menstrual de muchas mujeres. Es un proyecto a largo plazo que implica convertir su propia sangre y la sangre de otras en pintura para dibujar el aparato reproductor femenino repetido en cada una de sus páginas con la firma o las iniciales de todas las donantes.

Con este trabajo Nadia busca hacerle frente al capitalismo y mostrar que los cuerpos de las mujeres no son un producto más, que menstruar no es algo sucio y malo. Ella entiende que muchas mujeres rechazan su obra pero lo ve como una consecuencia más del machismo dominante que busca mujeres estables, sumisas y calladas.

“La sangre lleva nuestra esencia; cada vez que dibujo con sangre otra mujer intento plasmar sus vivencias de una determinada forma y las condiciones de la sangre me llevan a trabajar de una manera completamente distinta”.

Nadia explica brevemente el proceso de su obra a partir del momento en que recibe las donaciones de otras mujeres ya sea en un frasco o en una toallita femenina que después exprime para extraer el líquido vital el cual mezcla posteriormente con agua para crear finalmente la pintura con la que hace los dibujos por la que ahora se está haciendo conocida en el medio artístico local.

“Ninguna sangre es igual a otra y las tonalidades de la pintura varían en función de cada mujer”, nos comenta.

Ante la pregunta sobre qué se necesita para terminar con el patriarcado en nuestra provincia Nadia concluye que es un largo camino de muchas generaciones: “Nuestro deber pasa por concientizar primero a los seres queridos para que vayan trabajando en nuevas maneras de relacionarse con otros. Yo enseño a mis hijos que no hay que tener miedo para expresarse y ser libres. Que siempre encontrarán contención y apoyo en mí, sus abuelos y también en mis amigas las Femininjas”.

Nadia termina la entrevista con una frase que es afirmación pero también encierra el deseo de un mundo más justo e igualitario donde todos estemos libres de la opresión del sistema y donde la violencia solo sea un mal recuerdo… “Mi alma te abraza”.