El diputado nacional por el PRO, Martín Grande, desprestigia su imagen acallando voces disidentes en su emisora, fundamento de su promoción electoral, y pierde terreno en la carrera por capitalizar el espacio “Cambiemos” en Salta, mejor tutelado por Gustavo Ruberto Sáenz y la familia Romero.  Alfio Bustos

Cuando nace el proyecto periodístico El Acople, el 17 de febrero de 2014, Natalia Nieto y Diego Ferreyra ya acumulaban al menos diez años cada uno de experiencia como trabajadores de medios de comunicación. Tras una desvinculación laboral de la FM donde habían compartido labores, emprendieron El Aclople, con una página web y un programa radial en Cadena Máxima. El empuje del tándem alcanzó para que unos años después se ganasen un espacio en una de las emisoras de mayor llegada en la ciudad, FM Profesional, propiedad del actual diputado nacional por el PRO, Martín Federico Grande.

Hace un mes, Nieto terminó el vínculo laboral que la ataba a la radio de Grande, presentando su dimisión a la coordinación general del plantel periodístico. El programa El Acople se mantuvo al aire hasta esta semana, las condiciones que Grande pretendía invadían la autonomía del emprendimiento. Con el despotismo que caracteriza a los patrones, el diputado PRO no toleró la idea de no poder comprar, oprimir y/o subordinar a sus anchas a El Acople y resolvió quitarles el espacio. Ferreyra aprovechó sus últimos minutos al aire, a principios de esta semana, para aclarar la situación ante la audiencia.

Luego de ello, y ante la consulta de un colega sobre el asunto, el legislador nacional respondió: “Lo que dijo este muchacho, Diego [Ferreyra], lo dijo en dónde, ¿en tu radio o en la mía? —interpela al trabajador, que, a diferencia suya, no es propietario del medio para el que trabaja— eso es libertad de prensa. No es que le comunicamos ese día, minutos antes de que se vaya, que se tenía que ir, le dijimos una semana antes: ‘Diego hasta acá llega nuestro trato’, porque Diego no aceptó el trato que originalmente nos había unido”. Tras la repregunta sobre las “imposiciones” a las que Ferreyra había apelado, Grande retrucó que “no son imposiciones, son tratos comerciales”. Business is business.  

 

La ética liberal lo ampara: es propietario de una empresa, que mientras pueda demostrar que no evade impuestos ni cargas patronales, tiene total autonomía para prescindir de “recursos” o “servicios” que no le hagan falta. Le pongamos un barniz humano a esa moral de mercado y digamos que la particularidad de la empresa periodística radica en que está sujeta a obedecer el más amplio manto de los derechos, los humanos. Puede que Grande, leal a las declamaciones de su espacio político, crea que estos son un “curro”, aunque para su pesar nos igualan pese a las asimetrías de cualquier forma de dominación, sea mediante armas, urnas o billetes. El derecho a la comunicación no se equipara, entonces, a la libertad de prensa, porque el primero es un derecho humano fundamental. La libertad de expresión no está sujeta a “derechos de admisión”.

Cuarto Poder pudo saber que la reacción de Grande tras el descargo de Ferreyra fue la habitual cuando algo no le gusta: montó en cólera, hizo una rabieta que incluyó ademanes al aire, alzó su ya de por sí estridente voz —hasta ahora desconocida en el Congreso de la Nación, donde trabaja como funcionario público—, y terminó mofándose de la “actitud sindical” del comunicador. Unos días después y más calmado, cuando habló con la prensa, además de poner como “tratos comerciales” las “imposiciones” denunciadas, el dueño de FM Profesional reafirmó su intolerancia a que una mujer pueda trabajar codo a codo con un varón, sin subordinaciones mediante, pretendiendo desprestigiar a Ferreyra por estar “bajo las polleras” de Nieto.

Reconozcamos algo, Martín Federico Grande es una perlita PRO irradiante, cual jade esmerilado, de aporofobia y meritocracia.

Línea outsider

Además de la innovadora invención del “buen día, buen día, buen día” para abrir su programa matutino, no se le conocen grandes méritos periodísticos a Grande. Su inclinación por observar la información como una mercancía, en vez de como un derecho humano, quedó clara desde sus inicios, con una meteórica carrera que lo llevó de empleado a emprendedor y, casi sin escalas, de emprendedor a explotador. No obstante, como loable meritócrata, haber tenido movilidad social ascendente, aún a costa de mancillar un oficio que, en virtud, se asienta principalmente en la ética, le sirve a Grande para atenazar con fiebre revanchista en la idiosincrasia PRO sobre la vaguedad de quienes no tienen trabajo y osan reclamar por condiciones mínimas de vida. “Choriplaneros”.

Cuando su FM ya estaba lo suficientemente posicionada como una de las emisoras de mayor audiencia en Salta, Grande no titubeó en clarificar sus apetencias políticas, siempre impostando de outsider. Su primer intento electoral fue un fracaso y se dio de la mano del empresario agropecuario, Alfredo Olmedo, que, para paradoja de Martín, tiene pocos méritos, se ha develado errante incluso como administrador de una fortuna heredada. De igual modo, el radialista lo acompañó en 2011 como candidato a intendente de la capital, cayó sin atenuantes ante Miguel Isa, quien accedía en esa ocasión al segundo de sus tres mandatos antes de ser vicegobernador, cargo que ocupa por estos días.

En aquel momento, Grande fue un precoz tribuno del cambio, planteándose como una persona ajena a la política pero interesada en el bien común sentaba sus críticas en su antiperonismo gorila y su posición de nuevo rico. En 2015, tuvo la sensatez, o la fortuna, de alejarse de proto-figuras políticas, como Juan Collado o Martín de los Ríos, manteniéndose marginado de la conformación de listas del PRO. El año pasado se convirtió en el ungido del ala pura del PRO en Salta y sacudió la elección cargándose al kirchnerismo y al urtubeicismo. Con la provincia “pintada de amarillo”, la metáfora preferida de los literatos PRO, la única disputa de Martín Grande parece estar frente a Gustavo Ruberto Sáenz.

Esa puja por el campo Cambiemos, que no es exclusivo del PRO, incluye sectores del peronismo que no escatiman en mostrarse lejanos a Grande. El romerismo, por ejemplo, no mantuvo ninguna alianza con el radialista el año pasado, se sabe que rivalizan y que difícilmente conciliarían en un espacio. De igual manera, poniendo en términos nacio-locales el análisis, la elección del año pasado dejó bien posicionada al ala dura del PRO, encabezada por Marcos Peña. En cambio, la carta de Rogelio Frigerio, el intendente capitalino, no se midió electoralmente el año pasado, aunque viene de un épico 2015 y los encuestadores y analistas más presurosos ya lo dan por favorito.

Durante la campaña electoral del año pasado, Nieto y Ferreyra trabajaron su Acople delimitándose de la candidatura de Grande, y éste usó esa licencia contingente para ufanarse de republicano. Poco le duró. Con la reciente decisión del diputado nacional, se deja entrever la lógica política de los PRO puros, reticentes a los debates políticos y profetas de la gestión y la eficiencia. Desde que Martín Federico accedió a una banca en la Cámara Baja del Congreso Nacional, ulula el rumor que sería el único fuego amigo que podría acechar a Ruberto Sáenz.

Para desazón del empresario mediático, el intendente y la candidata más votada en la terna de diputados provinciales el año pasado, Bettina Romero, mantuvieron en los últimos días un almuerzo que sirvió para afianzar relaciones. Sería un error considerar que el romerismo se encuentra a las órdenes del intendente, como también sería iluso y excesivo creer que Sáenz es una marioneta de la familia propietaria de Horizontes. No obstante, ambos estarían más proclives a sostener la línea de Frigerio antes que la de Peña, tal como lo hace Grande.

Compensar

Tras la salida de Nieto y Ferreyra, quien además de ser parte de El Acople sostuvo al aire el programa de Martín Grande cuando éste estaba en campaña, el equipo periodístico de FM Profesional experimentó cierto desconcierto. Nieto, en particular, atesora una reconocida carrera como periodista y productora de radio y televisión, y desde hacía más de un año que fungía como la principal responsable por los contenidos que difundía la emisora del diputado nacional. Si la credibilidad de éste ya estaba en tela de juicio, la salida de Nieto y Ferreyra, con El Acople por detrás, amenaza con desvencijar aún más la valía de la información mercantilizada por Grande.

Tampoco hay que subestimar las posibilidades del capital mientras tenga oxígeno el sistema capitalista, FM Profesional cuenta con un sólido equipo de profesionales que proseguirá el combate interno por volver derecho lo que el inversor estima en fajos y favores, la información periodística. Conscientes que debe resguardar ese plantel, conformado y puesto en marcha por Nieto, los dueños de Despertar SRL tomaron una resolución en los últimos días: le aumentaron el salario a les trabajadores.

Además de la salida de Nieto y la remoción de Ferreyra y El Acople, otro aliciente interno hizo imperativo que Grande tomara la determinación de mejorar los sueldos, conteniendo así cualquier revuelta que pudiera causarse. Ante el inminente alejamiento de otros profesionales, por causas distintas a las de los antes mencionados, se hacía imperativo mantener cierta organización para no echar por la borda definitivamente años de posicionamiento en el ecosistema mediático salteño.

Empresario grande

Después de asumir como diputado nacional, Martín Federico tomó la decisión de ceder, al menos en términos formales, acciones de su empresa periodística. En febrero de este año, se concretó el traspaso de la mayor cantidad de acciones a Dante Apaza, reconocido empresario local que formó parte de directorios de la más encumbrada jalea del capital salteño. Los que lo conocen de cerca afirman que Apaza gusta presentarse como accionista de Andes y Powerco Services, y ahora como el principal accionista de Despertar SRL.

Las relaciones entre Grande y Apaza no empezaron este año, está claro, pero la función pública del primero lo obligó a transferir responsabilidades patronales al segundo. De igual manera, la dirección periodística de los contenidos sigue al mando del hombre del “buen día, buen día, buen día”, sello que emula el “bueeeenas noches” de Marcelo Tinelli. Uno y otro socio obedecen sin chistar los designios que Marcos Peña brama desde la Casa Rosada.

De acuerdo a indagaciones realizadas por este semanario, Grande habría cambiado su semblante desde que asumió como diputado nacional. Al parecer, Peña es un hombre meticuloso que se encarga de hacer marca personal a sus alfiles del interior profundo, poniendo en el foco, entre otros, al dócil Martín Federico. Así las cosas, su función como representante del PRO puro en Salta va más allá de ser indiferente en el Congreso a las causas populares, también debe mantener su radio como parlante sistemático de la política de gobierno. Desacreditado como periodista, visibilizado como empresario mediático sin escrúpulos y puesta en consideración su intrascendencia parlamentaria, Martín Grande puede haber sido el hombre de Cambiemos en 2017, pero poco hace suponer que pueda prorrogar sus anchas a 2019.