Pasó por Salta la dirigente feminista Andrea D’Atri. En una charla señaló que los femicidios son la norma y no la excepción de un orden social patriarcal aun vigente y recordó a la salteña Lohana Berkins: referente internacional del movimiento LGTB. 

En el marco de la Charla Debate “A un año del #NiUnaMenos”, organizada por la Comisión de la Mujer y la Diversidad Sexual de la Facultad de Humanidades en la UNSa, la dirigente del PTS y de Pan y Rosas, Andrea D’Atri, explicó cómo en nuestro país en donde muere una mujer cada 30 horas, los casos de femicidios se han convertido en la norma y no en la excepción en este “orden social patriarcal”, que aun domina. Señaló además que esta norma “legitima cómo debe ser una mujer” y muestra el terrible camino que les espera a aquellas mujeres que no cumplan con ese deber ser.

“Actualmente hoy ante un caso de femicidio la sociedad se espanta. Y ante tanto espanto, es tranquilizador atribuirle el epíteto de ‘monstruo’. ‘Quien cometió un femicidio es un monstruo’, escuchamos decir. ‘Monstruo’ es, según el diccionario, una ‘producción contra el orden normal de la naturaleza’: algo insólito, extraño, una rareza, lo que resquebraja la norma y lo esperable, lo cotidiano, lo conocido. La sociedad se espanta y, entonces, nada mejor que suponer que se trata de un ‘monstruo’, por lo tanto, una criatura única, extra-ordinaria. Pero lo monstruoso, por definición, es aquello que se muestra, aparece, irrumpe comparte etimología con monstrum y monstrare. Lo que aterra de estos casos, entonces, no es lo monstruoso, no es la rareza que irrumpe para mostrarse en el orden cotidiano.”, señaló D’Atri.

Parafraseando a Freud a quien citó, la licenciada en Psicología y especialista en Estudios de la Mujer, mencionó que en cambio lo que nos hace estremecer es precisamente lo familiar que se sabe secretamente desde hace mucho tiempo. Para ello se refirió al término “ominoso”. “Significa lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”, explicó: “La angustia deviene entonces, quizás, de reconocer que estas espeluznantes historias no son anómalas”.

Ante la escalada de casos de femicidios, Andrea reflexionó que no se debe pensar sólo en la cuestión cultural machista, postura que deja de lado la responsabilidad que posee el Estado. “Hay que pensar los dos puntos y trabajar en un movimiento activo mientras las mujeres damos pelea”, mencionó.

Se refirió además a las violencias que no percibimos cómo tales: “Los femicidios son el último eslabón de una cadena de violencias, no ocurren repentinamente, de la nada. ¿Por qué entonces, no se previenen? Porque las violencias anteriores están naturalizadas y, por lo tanto, son invisibilizadas como tales”.

D’Atri reivindicó además la lucha llevada a cabo por la salteña Lohana Berkins. “Éramos compañeras en algunas luchas y adversarias pero no enemigas en ideas y política”, recordó. “Conocí a Lohana en la década del 90, cuando la lucha por los derechos democráticos más elementales era perseguida duramente con la represión y la criminalización. A pesar de las divergencias políticas e ideológicas, marchamos juntas, en innumerables ocasiones. Todavía recuerdo cuando enfrentamos a la Comisión Organizadora del Encuentro Nacional de Mujeres porque querían impedir la participación de Lohana, aduciendo que era travesti. Parece un largo camino, visto desde hoy, cuando gracias a la persistente lucha de personas como Lohana contamos con la Ley de Identidad de Género”.