El candidato a concejal Rodrigo Monzo recorre barrios explicando su principal propuesta: crear supermercados sociales destinados a los sectores que por la pérdida del poder adquisitivo y la inflación ven peligrar el derecho básico a la alimentación. (D.A.)

Hombre de pocas palabras, más bien huraño. Así es Rodrigo Monzo, quien durante más de un mes eligió como escenario de campaña los barrios de la periferia de la ciudad. Esos que no están muy lejos de las luces del centro, aunque muchas veces sus habitantes se sienten vomitados del derecho al trabajo, la salud, a la Justicia y que ahora viven como una realidad sofocante la amenaza del hambre.

Allí la discusión sobre si la política se renueva o no con caras nuevas o si éstas sólo maquillan una dimensión que nunca cambia, también es importante; aunque mucho más importante y urgente es la discusión sobre cómo escapar a problemas que se profundizan con una combinación de variables que alarman: pérdida de poder adquisitivo, menos changas que años anteriores, inflación y un incremento de la canasta básica por encima de la propia inflación.

“Cuando empezó la campaña los números oficiales indicaban que el precio de los alimentos aumentaron a un nivel superior al de la inflación: 10,2% contra el 9,1%. Si a eso le ponés número significa que en diciembre una familia tipo -que en los barrios de Salta son poco comunes porque todas se conforman con más de una pareja y dos niños- precisaba $13.155 para no ser considerada pobre. En mayo la suma se estiró a $14.501 y el martes se informó que en junio la cifra necesaria era de $14.811. Estamos hablando de $1.656 de diferencia en seis meses. Es eso lo que pone en peligro el derecho básico que posee una persona, que es acceder a una alimentación saludable”.

El que habla es candidato a concejal del Partido “Primero Salta”. Se trata de una fuerza nueva cuyo principal referente es el presidente del Concejo Deliberante, Ricardo Villada, quien alienado al intendente Gustavo Sáenz apoya la candidatura de un Martín Grande bendecido por la mismísima Casa Rosada. La mención es interesada. Sirve para contextualizar el momento en que Cuarto Poder le remarcó a Monzo que el gobierno nacional profundizó esos grados de pobreza, comentario que el candidato parece interpretar como una incitación al debate que él prefiere no dar:

“No me hago el desentendido con esa acusación. Sí digo que es una discusión en marcha, que así como algunos acusan que el gobierno nacional es responsable de esto, los que apoyamos críticamente a este gobierno creemos que se están resolviendo problemas heredados. Pero si una campaña electoral o una entrevista se quedan en eso, nos perdemos de escuchar a los vecinos carenciados que tienen mucho que decir y que además necesitan que les ayudemos a resolver los problemas que los aquejan. Yo creo que con el andar del tiempo este gobierno resolverá muchas cosas estructurales, pero también que mientras se trabaja en ello hay problemas concretos a resolver. Uno de ellos es el tema de la alimentación y por ello propongo crear supermercados sociales que deben ayudarnos a superar con rapidez tal problemática”.

Súper social

El candidato define a la iniciativa como una alternativa que permita a los sectores más vulnerables adquirir productos alimenticios a precios accesibles y que posibiliten una alimentación saludable. “No estoy inventando nada. Lo que propongo es adaptar a nuestra ciudad alternativas que funcionaron incluso en ciudades de países como España, Francia e Inglaterra que también soportaron o soportan crisis”.

Es cierto. La iniciativa fue popular en la España que alarmada por la cantidad de niños que cayeron en la pobreza tras la crisis financiera del 2008, echó mano a un formato que ya se había puesto en marcha Francia a partir del proyecto de un emprendedor llamado Guillaume Bapst. Fue este quien en el año 2000 creó una organización que llegó a montar una cadena de 500 supermercados solidarios que según medios de comunicación como El País de España prestó servicios a 170.000 clientes anuales.

En lo central, los supermercados sociales -como los llama Monzo- están dirigidos a quienes padeciendo dificultades económicas puntuales o estructurales tienen problemas para acceder al consumo habitual de alimentos con lo cual esos espacios se convierten en la posibilidad de ofertar productos de calidad a precios más baratos que en un supermercado normal: “El principio rector de esto no es el lucro sino la posibilidad de que los sectores acechados por el hambre tengan garantizado el acceso a una alimentación digna. Pero eso no es todo. Esos mismos espacios deben convertirse en un lugar que capacite para manejar mejor los presupuestos familiares, formarse en recetas saludables y hasta generar nuevos tipos de relaciones que consoliden al barrio como territorio donde se recrean formas de convivencia atravesadas por valores como la solidaridad y la cooperación”.

Expuesta la idea, la pregunta sobre cómo garantizar operatividad y logística, se impone. Fundamentalmente porque en los países europeos la iniciativa recayó en fundaciones o asociaciones mutuales mientras en la Salta de hoy debe ser el Estado municipal el actor que motorice el proyecto. Rodrigo Monzo escucha y nos recuerda que en algunas ciudades de Europa fueron los ayuntamientos quienes aportaron el capital imprescindible para comenzar el proceso y que acá no debería ser distinto.

“De todos modos -enfatiza- el rol central del gobierno no pasa sólo por el dinero. Lo más importante es que se convierta en el órgano que conciba y planifique la iniciativa para que luego los distintos organismos del estado municipal ejecuten de manera descentralizada el proyecto. Eso significa identificar y acondicionar propiedades municipales que ubicadas en distintos puntos de la ciudad sirvan para montar los súper sociales, afectar oficinas municipales que articulen con el estado provincial para conseguir lugares allí donde el municipio no los posea, realizar convenios con productores locales que provean productos al por mayor que posibiliten ofertar los mismos en los barrios a precios menores. Y no te olvides que tenemos una escuela de oficios y convenios firmados con fundaciones de todo tipo que pueden aportar el personal capaz de capacitar a los vecinos en distintos aspectos. Claro que no es sencillo, pero sí muy necesario y factible. La ciudad cuenta hasta con el parque automotor necesario para eventualmente trasladar la mercadería aunque un buen convenio con las grandes firmas garantiza hasta el traslado”.

Lo último está lejos de ser un aspecto poco importante para quien expone. Particularmente porque Rodrigo Monzo es de esos que no suele ver en los grandes agentes económicos un actor demoniaco de la economía. De allí que niegue que los supermercados sociales supongan algún tipo de competencia desleal contra las cadenas tradicionales. “En primer lugar porque los espacios que deseamos crear están destinados a una sector de la población preciso y que por la precariedad en la que está viviendo concurre poco o nada al súper; y en segundo porque también precisamos de esas grandes cadenas que necesariamente deben convertirse en proveedores de los súper sociales”.

En lo que queda del encuentro, Monzo enfatiza que su propuesta está lejos de parecerse a una gracia cristiana que todo lo resuelve con algún tipo de conversión espiritual que ennoblece a los malos. Él asegura que lo suyo es una propuesta bien terrenal, que posee todas las posibilidades de concretarse y que hay lugares geográficamente localizables que lo muestran. Es más, se trata de un proyecto con costos bajos de gestión por optimizar recursos patrimoniales y humanos con los que el gobierno de la ciudad ya cuenta y también por contemplar la participación de los propios vecinos en la puesta en marcha de una iniciativa que, asegura su autor, ayudará a “disminuir el costo en la alimentación de los sectores más humildes, mejorar la calidad de la alimentación en esos mismos sectores, disminuir los índices de desnutrición infantil, capacitar a la población en alimentación saludable”.