El 16 de setiembre se conmemoraron 40 años de “la noche de los lápices”, un jalón más de los muchos que dejó la dictadura militar. Secundarios salteños hablan de la participación política y la actuación de los centros de estudiantes. (Daniel Escotorin)

¿Hay participación estudiantil en los secundarios salteños? ¿Funcionan los centros de estudiantes? Esa era la duda luego de la conmemoración de “la noche de los lápices”. De hecho se sabe de algunos que son notorios: el IEM (dependiente de la UNSa) o la Escuela Normal. A partir de la iniciativa del presidente del Centro de Estudiantes (CE) de la Normal, convocamos a otros referentes, presidentes y estudiantes que militan en sus colegios buscando mejorar las condiciones de estudio. El resultado fue una charla abierta sobre sus historias, sus pasos, luchas, logros y una historia que se repite: la intolerancia de docentes poco o nada proclives a soportar críticas y cuestionamientos.

Luciano (17 años) está en 5° y es presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal, inició su participación a los 14 años y fue elegido el año pasado como presidente. Cuenta que las demandas originales estuvieron ligadas al estado del edificio como los baños y la situación económica de los alumnos (o sus padres). Se opusieron al pago de inscripción, el seguro escolar y reincorporación. También el año pasado se movilizaron contra el recorte de SAETA del boleto gratuito, cortaron la calle Mitre y marcharon a la AMT, recuerda Luciano.

Christian (20) 4° año, es presidente del CE de su colegio, Néstor Palacios, que se formó hace cinco años. No es fácil para ellos el trabajo militante: define como “zona conflictiva” donde confluyen chicos de distintos barrios, Progreso, Atocha, La Ciénaga. El trabajo de ellos entre otros es (y no es para nada menor) unirlos, dejando de lado sus diferencias de particulares, de “bandas” para terminar con las peleas. Pero no deja con sus compañeros de luchar por lo cotidiano: más aulas para el colegio y rescata el apoyo de docentes, sobre todo del área de sociales para incentivarlos y organizarse.

Tadeo (18) va a 4° año del turno mañana del Colegio Araoz del barrio Intersindical, en la zona sur de la ciudad. Su relato no es muy diferente de los otros chicos: el mal estado edilicio, los baños, bancos y sus efectos: accidentes de los que concurren cada día. Rescata que tuvieron capacitación sobre el funcionamiento de los CE pero en ese momento no le dieron importancia.

Están también delegados de cursos del América Latina, del Colegio 20 de Febrero: Jésica (17) de 5° y dos delegados de curso del Polivalente de Arte, donde recién están organizando el Centro. Piden que no salgan sus nombres, “por las dudas…” dicen.

“Docentes luchando, también estamos educando” era la consigna que durante años se escuchó y salía de la garganta de miles de profesores, maestras y maestros en las duras luchas gremiales que enfrentó el gobierno de Juan Carlos Romero y Urtubey. En la consigna aparece el concepto de una educación basada en la práctica, la experiencia, el ejemplo. La lucha gremial tuvo como contraparte la respuesta concreta del gobierno de Romero con la represión lisa y llana, la “noche de las tizas” marcó la memoria de la docencia salteña pero ese aprendizaje político no lo volcó luego a la pedagogía en las aulas. Harto evidente es que en los colegios secundarios existe una alta resistencia a la participación estudiantil en la “cosa pública” escolar y esa resistencia se traduce muchas veces en actitudes de hostigamiento a los chicos y chicas que se prenden en la militancia.

S. (17) del Polivalente se sumó a la lucha por las condiciones del edificio del colegio. Desde hace años se viene reclamando ante el permanente deterioro del edificio y ante la indiferencia del gobierno los estudiantes tomaron el toro por las astas, se organizaron, sacaron el conflicto a la luz pública, en las calles, en los medios y forzaron a los funcionarios (algo ciertamente poco visto) a presentarse en el lugar, contra su voluntad. A. (16) también se sumó al trabajo de organizar el Centro de Estudiantes, entre sus experiencias recuerdan la toma del colegio en el año 2012, lograron la renuncia de la directora y la siguiente fue elegida por votación de los estudiantes.

La relación con los docentes y directivos es una de las cuestiones más complicadas para los chicos, es un vaivén permanente, la oscilación entre apoyos, tolerancia y rechazo de los adultos a las acciones, actividades y demandas de sus estudiantes.

Tadeo, del Colegio Araoz, cuenta sus peloteras con la vice-dirección, llegando incluso a no permitirle ingresar al edificio en el turno tarde (él concurre al turno mañana) alegando que no pertenecía a ese turno; el rechazo de docentes a la actividad de poner música en los recreos y la acción sistemática de profesores de denigrarlos y hablar mal de los chicos del Centro, ante los otros estudiantes (¿no se parece eso al “bullying”?). De igual manera Jésica (20 de Febrero) nos habla de las relaciones tensas con la Directora y los vices, aunque destaca que sí tiene buena relación con los docentes en general y obtiene apoyo de ellos. Tampoco son fáciles las cosas para Luciano (Normal) que también tiene una mala relación con el vice director y también con docentes. “Zurdito peroncho” le espetó en una oportunidad, quizás sabiendo de su militancia política, asimismo tampoco permitieron entrar a otros dirigentes de otro colegio porque, obviamente, no era alumno de la Normal.

Los Centros de Estudiantes están permitidos por ley provincial (Ley Nº 6.616) y por la Ley Nacional Nº 26.877. Además, hasta el año pasado contaba con el apoyo abierto del gobierno provincial y la entonces secretaria de Gestión Educativa, Analía Berruezo, hoy Ministra de Educación provincial. Berruezo participó en el Encuentro Provincial de Organización Estudiantil y Centros de Estudiantes en el mes de setiembre del año pasado. Quizás a los funcionarios se les pasó el “pequeño detalle” que también los docentes y directivos deben ser capacitados y educados en valores como la participación, la tolerancia y el respeto por el disenso. Siempre es muy distinto el texto escolar, el pizarrón y el trabajo práctico a la práctica real y cotidiana.

Más lápices, más tizas

Contra ciertos prejuicios, los chicos, militantes de los Centros de Estudiantes, apuntan sus principales demandas, sus objetivos a mejorar sus condiciones de estudio, que ciertamente no son las mejores en las escuelas y colegios públicos. Así mientras la comunidad del Polivalente se movilizaba denunciando que el colegio se venía abajo, los accidentes de los chicos en ese edificio al mismo tiempo la Legislatura regalaba a un colegio privado, el Uzzi College, tres hectáreas de terrenos públicos.

Luciano cuenta que mensualmente organizan “jornadas de limpieza”, se encargan los propios chicos de limpiar bancos, paredes, reconocedores de que son ellos mismos los que ensucian y garabatean. Christian, a su vez, explica el proyecto de difundir el distintivo del Colegio en forma de aplique, como los chicos se engancharon en esa tarea tan simple pero que construye identidad de grupo. También la demanda de instalar cortinas en las ventanas que dan a la calle, tener (en la era de la tecnología y el conocimiento virtual) Internet y… uso de la contraseña! Poder disponer del SUM del Colegio. Christian ganó el Centro en elecciones democráticas con VOTO ELECTRÓNICO en setiembre pasado con el 63% de los votos. El voto se hizo a través de un programa instalado en las netbook de Conectar Igualdad, tres listas se presentaron, claro ejemplo de las ganas, los ideales de los adolescentes de comprometerse con su realidad. Tadeo habla del proyecto de poner una Radio Escolar.

Los chicos del Polivalente (un varón y una mujer) siguen de cerca el compromiso del ministerio y cada 15 días se reúnen para ver el avance de las obras.

Sus expectativas son siempre positivas. Jésica espera poder mejorar la estructura, dice que “le gusta el colegio y le gusta involucrarse”. Coinciden en que deben mejorar la comunicación entre los cursos y los turnos. Facundo, del América Latina, agrega que están organizando un encuentro zonal con los colegios de San Francisco Solano, Siglo XXI, Solidaridad. Luciano rescata la diversidad de pensamiento, la tolerancia que existe entre sus compañeros y compañeras del Centro: “se discute, pero con mucho respeto” dice. Christian también se plantea hacia adelante “dejar algo fijo en el colegio: un campeonato de fútbol, una vidriera de trofeos”. Enzo (16) compañero de Facundo, plantea “la concientización en el respeto y tolerancia a la diversidad sexual” y también coincide con una “educación sexual científica”.

Gisella no deja de aportar en sus expectativas su mirada de género e insiste con “ayudar a las estudiantes que son madres, crear guarderías y lograr la reincorporación de los que quedan libres porque trabajan o tienen hijos” y agrega luego “los directivos tienen que rendir cuentas sobre el manejo de los fondos de las cooperadoras escolares”.

La entrevista va decayendo, pero la reunión se anima, entre ellos no se conocían, se pasan datos, celulares, se vuelven a presentar; Tadeo piensa que hay que promover los Centros de Estudiantes en todos los colegios “hay que unirse, no dar las luchas por separados”. Los chicos del Polivalente también aportan: “unirnos, lograr soluciones. Que vean que hicimos un buen trabajo. Unirnos entre los estudiantes y ayudar a otros colegios”

Se conocieron, saben de otros colegios donde también hay Centros, se han reunido, se juntaron, se conocieron, ya hablan de una coordinadora, sumar, crecer. La idea era una nota para conocer y difundir lo que una supuesta juventud indiferente hace por ellos mismos y por la educación. Es una buena lección práctica que docentes, adultos y la sociedad en general deberá aprender. Los lápices siguen escribiendo.