Las mujeres trans continúan luchando por el cese del abuso policial. Mientras Marcelo Lami declara incoherencias, las chicas hacen oír su reclamo en todo el país: el Hotel Gondolín, mítica residencia trans de Buenos Aires, está ocupada en un 70% por salteñas. (F.A.)

El lunes, activistas trans se manifestaron una vez más frente al Concejo Deliberante. El reclamo es claro: que se acabe el maltrato policial y que se dé curso a la creación de una zona de convivencia donde las chicas que ejercen la prostitución puedan hacerlo sin peligro de abusos de autoridad o casos de inseguridad.

Hasta ahora, los miembros del Concejo Deliberante de la ciudad de Salta expresaron el repudio a los abusos policiales y mostraron cara de “y bueno, así es la vida” cuando se les pidió una determinación concreta acerca de la creación de la zona de convivencia. La falta de acuerdo entre los distintos bloques provoca un nulo avance en el caso.

Un año complicado

En enero, más de veinte integrantes de la organización Mujeres Trans Autoconvocadas (MTA) se reunieron en el Recinto de Sesiones del Concejo Deliberante con un grupo de concejales que escucharon su pedido. Solicitaron la instauración de una zona de convivencia destinada al trabajo sexual, teniendo en cuenta que el nuevo Código Contravencional establece la jurisdicción de los municipios para su conformación.

En aquella ocasión, Daniela Funes Xamena, delegada de MTA, dijo que con el nuevo Código de Contravenciones la situación de las trabajadoras sexuales no cambia porque siguen siendo perseguidas por la Policía y discriminadas por la sociedad. “Muchas caen en la prostitución porque la sociedad las rechaza”, explicó. Y enumeró: las chicas son expulsadas del hogar, discriminadas en las escuelas y desestimadas en las búsquedas de empleo. Por eso, aclaró, “en su conjunto las mujeres trans quieren un espacio donde desarrollar su trabajo sexual, donde haya seguridad, baños químicos, acceso a medidas de salud preventivas y, lo más importante, no molestar a los vecinos”.

Entonces tomó la palabra el concejal Alberto Castillo, del PRO. Básicamente, las mandó a laburar: les preguntó a las chicas si no accedieron a programas del INADI que se implementaron desde 2013 para generar microemprendimientos y capacitaciones laborales. La respuesta: implicaban muchos requisitos y los posibles proyectos carecían de rentabilidad.

Todo lindo, pero no

A fines de marzo se realizó una nueva reunión entre concejales y representantes de organizaciones trans. Ese encuentro tampoco logró avances.

Mary Robles, titular de ATTA Salta, (Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina); Victoria Liendro, representante de organizaciones LGBT, y Pía Ceballos, representante de MTA, fueron algunas de las oradoras de la tarde. Los concejales que estuvieron fueron Ricardo Villada, Ángel Ortiz (UCR), Andrés Suriani, Alberto Castillo (ambos del PRO), Frida Fonseca Lardies, Gastón Galíndez, Gustavo Serralta (todos del PJ), Romina Arroyo (SD), Alberto Salim (Ateneo Illia), Cristina Foffani (PO), Lihue Figueroa (PV) y Socorro Villamayor (Por Salta).

Las representantes trans explicaron la necesidad de la creación de una zona roja y elevaron el reclamo en contra de la Policía por apremios ilegales.

El diálogo no dio resultados, ya que no hubo acuerdo entre las partes. “Estamos comprometidos en el diálogo pero mucho de los temas que ustedes plantean no pueden ser resueltos por los concejales, nos estamos haciendo cargo de un tema que no podemos resolver. Detener la represión policial no está en nuestras manos, convocamos a una reunión para tratar el tema y no asistieron los representantes del ministerio de Seguridad ni la Policía de la Provincia. Por mi parte no estoy dispuesta a poner mi firma si no hay seguridad ya que cualquier situación que suceda en ese marco pasará a ser responsabilidad nuestra. No contamos con las herramientas para garantizar la seguridad en el lugar porque no es ámbito de nuestra competencia”, declaró Fonseca.

Arroyo propuso que los concejales sean la voz ante la Policía. Foffani se mostró en contra de la prostitución y a favor de realizar medidas para evitar que continúen las acciones represivas.

El pensador azul

Hace pocas semanas, el Jefe de la Policía Salteña, Marcelo Lami, se mandó una burrada del tamaño de un gol de Messi desde mitad de cancha, con cinco rivales desparramados en el suelo. Al ser consultado por el sitio Primero Salta sobre las razones por las que personal masculino aborda a las mujeres trans durante sus operativos anti prostitución, Lami aseguró que las trans “en lo psicológico serán mujeres”. Luego, ejemplificó su razón con el caso de Victoria Liendro, activista trans que lucha por integrar un equipo de hockey femenino: “La fuerza física no es la misma, es la de un varón. Con la Policía pasa lo mismo. En la situación de detención ellos, perdón, ellas… Es una injusticia que una mujer disponga de una persona que tiene la estructura física de varón, aunque en su psicología sea mujer”. Y reiteró: “Es injusto que una mujer tenga que detener a una persona con fuerza de varón. Seamos coherentes, no seamos hipócritas”.

Esta semana, Lami se reunió con Mara Pérez Reynoso, titular del Área de Diversidad del Ministerio de Seguridad de la Nación, quien arribó a Salta “en gran parte” por las denuncias de abuso policial. La funcionaria trans aseguró en el mismo sitio informativo que el Jefe de la Policía le contó “por qué llegó a ese pensamiento”. “Me llenó como funcionaria, como persona y como trans lo que dijo”, indicó.

No fue la única reacción: el miércoles 13, el diputado del Frente Plural, Matías Posadas, aseguró en FM Capital, que “cualquier procedimiento a chicas trans debe hacerlo personal policial femenino”, y consideró que “si hay algún tipo de contravención, los policías deben prevenir y actuar pero sin represión”.

La contravención está referida en el artículo 114 del Código Contravencional de Salta, que asegura que “serán sancionados con arresto de hasta quince (15) días, conmutables con multa equivalente, las personas que ofrecieren o incitaren en la vía pública a practicar actos sexuales, por dinero o cualquier otra retribución que ofreciere”.

Un hotel mítico y salteño

El lunes pasado, al mismo tiempo en que se realizaba la manifestación frente al Concejo Deliberante, un grupo de chicas trans se manifestaba frente a la Casa de Salta en la Ciudad de Buenos Aires.

La información la difundió el sitio notas.org.ar, que además brindó un dato relevante mediante el testimonio de Sabrina, una chica trans que se acercó el lunes a la sede del gobierno salteño en la capital del país, y que relató que vive en el Hotel Gondolín, una organización “donde viven más de setenta chicas trans de Salta”.

El Hotel Gondolín está en el barrio de Villa Crespo. Desde fines de los ochenta alberga a chicas trans de diversos orígenes. Con el tiempo, el lugar se volvió un emprendimiento autogestionado por las propias habitantes del lugar. En 2012 eran treinta. Hoy son más de cien. Y setenta son salteñas.

Por el Gondolín pasaron chicas trans que murieron en las habitaciones, adictas al paco. En los noventa, el Sida destruyó a muchas. La marginación de la sociedad y el Estado profundizó el momento. Cuando las chicas se hicieron cargo del hotel, en 1998, la Ley de Identidad de Género era una utopía.

En 2006 apareció el documental “Hotel Gondolín”, de Fernando López Escrivá. El año pasado, un libro, autoría de Estefanía d’Esperies y Patricio Binaghi, retrató mediante fotografías la vida en el lugar.

El libro incluye un prólogo de la activista trans y psicóloga Marlene Wayar. Allí se lee: “Trabajamos lento sobre la xenofobia que nos recorría por herencia argentina. (…) En alguna discusión con Érica (la rosarina) al respecto sólo bastó explicitarle que los policías que nos perseguían eran todos argentinos, una trava en cualquier lugar del mundo es una igual”.