Clare Hollingworth, la periodista que anticipó al mundo la invasión nazi y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Este año fallecía Clare Hollingworth, la primera corresponsal de guerra británica y figura destacada del inicio de la contienda. Pionera en su profesión, Clare no sólo salvó cientos de vidas amenazadas por los nazis, ella sola alertó al mundo de lo que estaba a punto de pasar.

 

De la vida de Hollingworth se podrían hacer varias películas y series. Hija de Daisy y Albert Hollingworth, Clare mostró desde muy temprano su interés por la escritura. Su pasión por vivir y contar las guerras se fue desarrollando poco a poco, gracias a los viajes que tenía que realizar junto a su padre. Comenzó en el diario New Statesman, y desde entonces su carrera no hizo más que crecer.

 

La abdicación forzada del rey Carlos III de Rumanía, los disturbios que la acompañaron en Bucarest, Egipto, Turquía, Grecia, Palestina, Irak, Vietnam… allí donde había un conflicto, Hollingworth estaba para contarlo. Lo hacía con las dificultades de una época donde las mujeres corresponsales de guerra no recibían acreditación formal.

En todos los conflictos dejó su impronta, un relato sincero de los acontecimientos. Aunque sin duda, si por algo se le recuerda, fue por los hechos ocurridos a partir de 1939.

 

La primicia del siglo: comienza la Segunda Guerra Mundial

Tanques alemanes durante la invasión a Polonia en 1939. Wikimedia Commons
Ocurrió el 28 de agosto 1939, Clare tenía 27 años, y al día siguiente consiguió su primera gran portada en el diario Daily Telegraph. El titular dejaba pocas dudas: “1.000 tanques en masa se dirigen a la frontera de Polonia”. En el interior, el artículo explicaba algo totalmente inusual: la reportera estaba viendo de primera mano el inicio del avance de las tropas alemanas.

Hollingworth había convencido a los editores del Telegraph para viajar a Polonia y cubrir las tensiones existentes en Europa. Allí persuadió al cónsul general británico, John Anthony T., para que le prestara su coche (con chófer) para “una misión en Alemania”. Como la frontera estaba cerrada a todos los vehículos, excepto para los diplomáticos, pidió prestado el coche del funcionario para entrar en el territorio ocupado por los alemanes.

 

En el viaje que bordeaba la frontera germano-polaca el 28 de agosto, observó una acumulación de tropas alemanas, con sus tanques y vehículos blindados frente a Polonia. La periodista no daba crédito a lo que estaba viendo.

Soldados de la Wehrmacht alemana derribando el cruce fronterizo entre Polonia y la ciudad de Danzig (1939). Wikimedia Commons
Al llegar al hotel donde se iba a alojar en la ciudad polaca de Katowice, un ruido ensordecedor la levantó de la cama. Clare se asomó a la ventana del cuarto y vio, literalmente, el inicio del avance de las tropas alemanas para invadir Polonia.

 

Por un lado, el sonido del fuego antiaéreo dirigido a los caza alemanes. Por el otro, el rugido de los bombarderos nazis. La mujer no lo dudó un instante: llamó rápidamente al corresponsal del periódico en Varsovia, Hugh Carleton Greene.

Lo que siguió forma parte de la leyenda de esta intrépida mujer: “La guerra ha comenzado”, le dijo Clare sin mediar palabra. “¿Estás absolutamente segura de lo que me estás diciendo?”, contestó Greene. “Escúchalo tú mismo”, le espetó la reportera mientras sujetaba el teléfono fuera de la ventana para que pudiera escuchar el sonido de la guerra.

Al día siguiente se publicó la famosa portada, posiblemente una de las grandes primicias de la historia del periodismo y la primera alerta mundial sobre el comienzo inequívoco del conflicto.

 

La mujer que salvó a miles de personas de los nazis

Pasaron los años y Clare fue reconocida con innumerables premios y distinciones a su enorme trabajo. Sin embargo, posiblemente el hecho más reseñable de su vida no se supo hasta muchos años más tarde.

Ocurrió una tarde en la que su sobrino estaba en el desván de sus padres y se sentó junto a un viejo baúl donde se encontraban cartas, sellos y restos de la vida de su tía. El hombre comenzó a mirar en su pasado asumiendo que sabía los episodios más importantes de Clare.

Sin embargo, metido dentro de una carpeta de una escuela, el hombre encontró un certificado muy elaborado, escrito a mano en alemán, donde se agradecía la increíble labor de Clare en una ayuda no especificada que prestó a un grupo de refugiados en Polonia en 1939.

Además, entre los papeles había dos tarjetas de identidad. Una pertenecía a una mujer de unos treinta años, Waltraud Slansky, y la otra a un hombre llamado Josef Pollak. Ambas identidades parecían haber sido testificadas por Clare y refrendadas y selladas por un cónsul general británico. ¿Qué hizo exactamente Clare para justificar tal tributo?
En la biografía de su tía que se había publicado 25 años antes, el hombre recordó un relato menor, una única referencia a una obra caritativa que la mujer realizó en Polonia. Investigando, el sobrino descubrió que había encabezado una organización que había salvado a miles de personas de las garras de los nazis.

Al parecer, en marzo de 1939, Clare se enteró de una propuesta del British Committee for Refugees de Checoslovaquia. Era una nueva organización que trataba de ayudar a los refugiados tras la invasión de los nazis en el país. Necesitaban a alguien que viajara a través de la Alemania nazi al puerto polaco de Gdynia para encontrarse con una gran parte de los refugiados de alto riesgo que se apresuraban desde Praga.

El hombre recordó un relato menor, una única referencia a una obra caritativa que la mujer realizó en Polonia. Investigando, el sobrino descubrió que había encabezado una organización que había salvado a miles de personas de las garras de los nazis.
Clare tenía una visa alemana válida en su pasaporte, así que aceptó el reto. Como consecuencia de ello, entre marzo y julio de 1939 ayudó a rescatar a miles de personas. Lo hizo simplemente con su visa y con su habilidad para entablar un diálogo y discutir con los funcionarios del puerto. De esta forma, los refugiados obtuvieron documentación, fueron alojados, alimentados, y escaparon en barcos británicos.

 

Curiosamente, el director del Telegraph oyó hablar de las hazañas de Clare. Arthur Wilson la contrató en agosto de ese mismo año y unas semanas después la reportera ofrecía esa legendaria y terrorífica primicia al mundo entero. ¿Por qué no nombró esa heroica labor en su biografía? Probablemente porque su vida se definió a través de su trabajo. Para Clare, las últimas noticias eran lo único que importaba.

[ The Guardian, BBC, Telegraph]