El martes se realizó en Buenos Aires la Marcha Federal Universitaria. Docentes de todo el país se movilizaron para exigir a Macri salarios dignos y una mejor política educativa. Allí, los escasos salteños presentes pasaron desapercibidos. (Federico Anzardi)

Los diarios de la mañana de este martes 16 de mayo ponen al día la información: hoy, los docentes de las universidades nacionales marcharán desde el Congreso de la Nación hasta el Ministerio de Educación para exigir aumentos que se correspondan con la inflación. Además dirán no a los recortes salariales y de presupuesto. Se movilizarán federaciones como Conadu, Conadu Histórica, Fedun y Fagdut. También estudiantes. Será una marcha sumamente partidaria, de cara a las elecciones. En ese marco, algunas organizaciones marcharán también a Plaza de Mayo y partirán el reclamo en dos.

Salta se prepara para traer a la Ciudad de Buenos Aires a varios docentes y un colectivo con estudiantes. Estarán encabezados por Jorge Ramírez, el secretario general de Adiunsa, el gremio de los docentes de la Universidad Nacional de Salta.

A las cinco de la tarde, la esquina noreste del Congreso de la Nación está poblada. De pie, con las banderas en la mano, vestidas con pecheras que las identifican con sus distintos gremios y también les sirven de abrigo, se encuentran unas mil personas listas para marchar. Es la hora señalada para comenzar la manifestación, pero aún hay poca gente. Un grupo por ahora escaso que espera y escucha Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota a todo lo que da gracias a un camión que musicaliza la zona. El vehículo avanza unos metros por Callao y se instala a media cuadra del Congreso, justo delante de la cabecera de la marcha. En realidad, está al medio: aún más adelante, por la misma calle, se agrupan sectores como el Frente de Izquierda.

Atrás de la bandera de Conadu Histórica, en pleno corazón de la intersección entre Rivadavia y Callao, están los salteños. Son menos de los esperados. El colectivo no llegó jamás. En realidad, nunca salió. No pudieron conseguir la cantidad de estudiantes necesarios para cubrir los costos del alquiler del vehículo. Hoy sólo están los docentes, que también son pocos, apenas dos. El secretario general Ramírez y el tesorero de Adiunsa, Diego Maita. Están parados en la misma línea, separados por dos metros. Cada uno sostiene un extremo de la bandera que los identifica. Pasan desapercibidos. Su trapo no tiene mástiles donde elevarse, sólo los que están por delante de ellos pueden leerlo, pero están de espaldas.

A su alrededor hay vendedores ambulantes que ofrecen gaseosas, cervezas y sánguches. Más lejos hay un puesto de choripanes y hamburguesas (“patys”, para los porteños). Se reparten volantes del Ni Una Menos y otros que explican con mayor profundidad los motivos por los que se convocó a esta marcha y los sucesivos paros que se vienen realizando en los últimos meses. En la vereda del Congreso se instaló una mujer que vende cuadros de Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y otros protagonistas de la política nac & pop del continente. Cada uno cuesta cien pesos. Más atrás hay vendedores de pan relleno, que contrariamente a lo que la mayoría reclama, están viviendo una jornada exitosa. Todos compran sus productos, ideales para acompañar los mates que circulan con mayor velocidad a medida que cae la tarde y el frío penetra con mayor potencia. En la puerta del palacio legislativo, un hombre joven sostiene un cartel que dice “caí y caería nueve mil veces más en la universidad pública”. Ya son las 17:40 y los manifestantes avanzaron apenas diez metros. Hace casi una hora que están parados como en un acto del colegio. Por ahí anda Nicolás Del Caño, charlando. A unos metros pasa caminando el exministro de Defensa Agustín Rossi.

“Estamos pasando momentos de retroceso para todos los asalariados, con el agravante de la visión del gobierno de que la universidad y la educación pública no son prioritarios, sino objeto de críticas y burlas. Vemos la necesidad de unir fuerzas para defender nuestro derecho y poder hacer un reclamo de forma efectiva”, dice Jorge Ramírez. El salteño espera que la marcha de hoy unifique a las distintas federaciones. Pone como ejemplo la multitudinaria movilización de la semana pasada en contra del beneficio para genocidas. “La expresión por el 2 x 1 de la Corte enseña mucho. Justamente, ahí se vencieron estas diferencias y se dio un golpe político. Ese nivel de acción conjunta muestra un camino”, explica.

Pero la lucha de los docentes universitarios pareciera estar lejos todavía de la unificación necesaria para fortalecer el reclamo. Empezando por los docentes mismos que hoy no vinieron en gran número desde las provincias si comparamos el porcentaje que representan. En el caso de los salteños, la enorme distancia y la movilización pautada dentro de un día laboral provocaron varias bajas. Pero también hay otros factores: “Uno visualiza que hay un sector dentro de la docencia universitaria que no se reconoce como trabajador en la UNSa”, dice Ramírez. Maita opina igual: “El docente universitario tiene una autopercepción distinta. Creo que falta madurar en el colectivo de la docencia universitaria, asimilarse como trabajadores. Los rituales y las prácticas de lucha propias de los trabajadores encuentran un límite en los docentes”.

Con todo, la marcha va tomando forma. Sobre la hora llegan muchos más docentes y estudiantes. A las seis de la tarde comienza la movilización. Serán diez cuadras de caminata hasta llegar al Ministerio de Educación.

“Esto es una consecuencia de la inflexibilidad del gobierno nacional. Las cinco federaciones de docentes universitarios estamos negociando hace más de dos meses y el gobierno la mejor oferta que ha hecho hasta ahora, es 18 por ciento de aumento”, explica Maita y da un ejemplo concreto de lo que representa esa oferta: “Un cargo testigo, que anda debajo de las diez lucas, son tres aumentos de 600 pesos. El último se cobra recién en diciembre. Hay cargos que están por encima y otros por debajo. Somos muchos los que estamos por debajo. Más allá del monto puntual, el problema es la inflación. El gobierno arrancó con la previsión del 17, 19 anual, y en cuatro meses ya estamos en casi 10. Entonces ése es el primer problema. El segundo es que el año pasado hemos perdido 10 puntos y queremos una recomposición. Pedimos el 35 por ciento. No es que pedimos un montón para que después arreglemos por menos. El año pasado se pidió 40 y se firmó por 31. Va dependiendo de los contextos. Este año un 18 es bastante poco”.

Maita cuenta que el personal no docente de las universidades firmó entre un 22 y un 23 por ciento de aumento, y agrega que el ofrecimiento del 18 a los docentes puede ser “una medida de disciplinamiento” para un sector usualmente conflictivo para el gobierno. “Ayer hubo un muy mal acuerdo de UPCN, firmaron por el 20. Y nosotros, después de dos meses, seguimos por abajo de eso. Hay claramente una cuestión política”, agrega.

Cerca de Avenida Corrientes, la cosa se pone áspera. Hay discusiones por la cabecera de la marcha. La bandera de todas las federaciones quedó atrás y ahora “se rosquea”. El FIT no quería entregar la cabecera. “Casi hubo piñas”, dice uno. Se llega a un acuerdo y ahora el sector del FIT se queda quieto mientras los que estaban rezagados comienzan a superarlos para ponerse al frente.

El camión también avanza con distintos oradores en la parte trasera. El vehículo pasa al lado del bloque de Fedun en el mismo momento en que está hablando una dirigente del Partido Obrero. Desde abajo, todos le muestran los dedos en V en una clara provocación partidaria que muestra las diferencias internas entre los propios docentes. “Pará, negro, te estás metiendo adelante de nosotros”, se queja otro de los manifestantes, cuando una bandera intenta ganar terreno en la cabecera.

Maita cuenta que Adiunsa tiene 650 docentes afiliados y “veinte o treinta” que son activos y participan en las asambleas. Agrega que en cada paro suele haber una adhesión del 40 por ciento entre afiliados y no afiliados. Y finaliza contando que en actividades que requieren más tiempo de participación, como esta marcha, que implica un viaje largo, en Adiunsa hay un núcleo de diez docentes que van rotando.

La marcha finalmente logra llegar a su destino, frente al Ministerio de Educación. Allí se turnan los oradores. Desde el palco, critican al gobierno nacional, destacan la lucha de los docentes, defienden la educación pública y reclaman el salario justo. Cerca de las nueve de la noche, la convocatoria ha crecido, se habla de treinta mil personas movilizadas. Un eslabón más en la cadena de reclamos de los trabajadores. Algo que este año pareciera no tener fin.