El acto conmemorativo de la masacre de Palomitas el 6 de julio pasado sirvió para dejar en evidencia las diferencias en el campo político de la izquierda salteña, reflejo lógico del contexto nacional. (Daniel Escotorin)

En lo particular no soy de los que remachan hasta el hartazgo la consabida división de la izquierda, porque también la derecha y el centro ofrecen ofertas diversas, a veces distintas, con matices. La izquierda en todo caso posee la honestidad política y el bagaje teórico como para exhibir las causas.

 Homenajes como el de Palomitas sirve para reunir y reencontrar (se) con compañeros de ruta de siempre, de luchas, propuestas, intentos y mil intentos de superar esa atomización; sirve para que junto a la reivindicación de la memoria, se planteen miradas sobre el presente y en ese planteo emergen las evidencias de los andares diversos juntos pero separados.

 A un mes de la PASO nacional del 9 de agosto próximo, en un contexto de estancamiento de la capacidad de reacción del gobierno nacional, conflictos sociales, laborales y claro giro hacia la derecha en la elección de Scioli como candidato único ungido por la presidente Cristina Fernández para confrontar con el proyecto más claro de los sectores liberales – conservadores encabezado por Mauricio Macri, las opciones hacia la izquierda se diversifican sin lograr ninguna aun convertirse en una fracción capaz de aglutinar y dirigir al resto ni perforar la base social peronista.

 No se puede dejar de reconocer la persistencia, el crecimiento y la instalación social lograda por el Partido Obrero ocupando ese espacio que la izquierda no había logrado llenar. Creció paradójicamente a costa de un empeño unitario, despreciando a posibles aliados, así en el plano nacional su partido gemelo, el PTS, logró idénticos buenos resultados en Mendoza, se juntaron, formaron el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) pero mezquindades mutuas los llevan a esta PASO divididos a medir fuerzas para dirimir candidaturas.

 En Salta, luego de un gran esfuerzo militante del PTS lograron la legalidad como partido y esto posibilitaría el armado del FIT salteño más “hete aquí” (como decía el conductor uruguayo) que el PO les cerró la puerta en la cara y los obliga a participar en las PASO cada uno por su lado. Curioso caso de una fuerza que llama permanentemente “a la unidad de los trabajadores”. Sus argumentos muestran el egoísmo a la hora de construir y consensuar. Por otra parte deja en evidencia el estrecho límite de su dirigencia que rota en cada elección de cargo en cargo: Lopez – Del Pla – Foffani en el orden y jerarquía que a usted le guste.

El trotskismo, fracción de la izquierda a la que pertenecen los anteriores cuenta con otro partido: el MST de identidad más heterogénea, luego de recalar en alianzas de centroizquierda intenta retomar su perfil más duro y le reclama al FIT un lugarcito en sus filas o al menos una alianza amplia que zanje diferencias en las urnas. La respuesta del FIT y en especial del PO fue de un ninguneo y sarcasmo impresionante. En el lenguaje llano diríamos “se les c… de risa”, de hecho les tiraron todas las facturas pendientes en la cara. En esa fuerza también no abundan los referentes y la expresión electoral se apoya en el tándem Ballesteros – Gómez (de buena perfomance en las provinciales, pero no logra superar ese piso sostenido de los últimos años).

 Entre las nuevas fuerzas asoman dos que no casualmente lograron su personería en el último año: el Instrumento Electoral por la Unidad Popular (o Unidad Popular) y el Partido del Trabajo y del Pueblo (PTP); ambos provienen del campo de la izquierda social e independiente. En el caso de Unidad Popular formada desde las diversas experiencias y dirigentes de la CTA, más otros sectores sociales. El PTP es el partido formado desde la CCC en conjunción con el PCR. UP y PTP confluyen en el FRENTE POPULAR (FP), fuerza que además de aglutinar una parte de la expresión de la izquierda expresa a un sector del peronismo no PJ en cualquiera de sus variantes. De hecho buena parte de la militancia, dirigencia y candidatos de UP – FP son peronistas, así Víctor de Gennaro fundador de la CTA y de UP es el precandidato a presidente por este espacio y Edmundo Falú en Salta lo es a diputado nacional. Su folclórico apellido entronca con la historia reciente del peronismo salteño de los setenta en el contexto del conflictivo periodo de la gestión de Miguel Ragone.

 Por allí también reaparece otro viejo conocido de este mundo en expansión, las huestes del por ahora desaparecido Partido Comunista (PC), el PC salteño fue protagonista de los permanentes intentos de crear una fuerza de peso en Salta, desgastado perdió la personería aunque a nivel nacional mantiene su presencia en el frente oficialista. En Salta (re) aparecen voces discordantes, leves, apenas audibles pero necesarias para un debate que requiere de un lenguaje amplio, no blindado pero certero en las formas y en las definiciones sobre este presente y un futuro cercano lejos del apocalipsis más deseado que pronosticado, pero conflictivo y por ende urgido de nuevas y buenas ideas.