Los sucesos que rodearon un almuerzo en honor al poeta Juan Carlos Dávalos en 1942 nos permiten bucear en un contexto histórico en donde las preocupaciones educativas estaban atravesadas por temas que hoy no son desconocidos: el reclamo de educación laica y la formación docente. (Raquel Espinosa)

En el Bristol Hotel de la ciudad de Salta, capital de la provincia homónima, el día sábado 18 de abril de 1942 se realizó un almuerzo en honor a Juan Carlos Dávalos. El autor acababa de jubilarse y publicaba sus tres últimos libros: Ensayos Biológicos, Estampas Lugareñas y La Venus de los Barriales. A la despedida que se le brindó adhirieron profesores y exalumnos del Colegio Nacional de Salta, donde el escritor había cursado sus estudios y donde luego fue docente y directivo.

También concurrieron escritores y amigos personales. Julio César Luzzato le dedicó el siguiente poema: ¡Bien ganado el descanso en que te vemos./ Mucho dicen treinta años de enseñanza!/ Cuántos, cuántos muchachos te debemos/ un camino alumbrado de esperanza.

Mas, tres recientes libros nos depara/ con la jubilación, tu ciencia y tu arte,/ lo cual viene a probar en forma clara/ que las musas no quieren jubilarte.

Alcemos, pues, las copas, sin excusas,/ por ambas cosas, dignas del salterio,/ por la resolución del Ministerio/ y el decreto contrario de las musas”.

Para situarnos mejor en el contexto histórico recordamos que en lo referido al ámbito específico de la ciudad de Salta se terminaba de amueblar e inaugurar el hotel de Turismo de Salta, con motivo de la visita del presidente de la República, Dr. Ramón S. Castillo. Se proyectaba una moderna Ley de Catastro, efectuándose levantamientos parcelarios en la ciudad de Salta y se mejoraba el funcionamiento del sistema del Registro Inmobiliario. La Iglesia Catedral, por decreto fue declarada Monumento Histórico Nacional.

¿Qué pasaba en el ámbito educativo en esos años? Las noticias sobre educación que se publican en los meses de enero a julio de 1942 tienen que ver con traslados o permutas de maestras, elevaciones de ternas para cubrir cargos vacantes, comunicados de renuncias del personal, visitas de inspectores a las escuelas, instrucciones del Consejo Nacional de Educación, vacunaciones, etc.

El espacio que dedica el diario al ámbito educativo es importante y sostenido pues todos los días se anuncia algún suceso o proyecto al respecto. Valgan como ejemplos los titulares que a continuación se citan. Algunos son representativos de la época pues llevan la impronta del contexto en que se inscriben y son portadores de rasgos positivos: “Rebajas ferroviarias para maestros de escuelas primarias. Fueron aprobadas por la Dirección General de Ferrocarriles” (El Intransigente, 4 de febrero de 1942, pág. 4)”; “Premiarán a escolares que se distingan por su adhesión al ahorro”. (El Intransigente, 19 de marzo de 1942, pág.4)”; “Sobre la enseñanza del idioma francés. La Inspección General apoya el sostenimiento de los nuevos planes”. (El Intransigente, 26 de febrero de 1942).

Otros casos muestran aspectos menos felices en los que se manifiesta la exclusión que la escuela moderna imponía o la postergación que sufría el sector docente: “95 aspirantes a ingresar a primer año de establecimientos secundarios. Quedaron sin asientos por el examen de selección”. (El Intransigente, 7 de marzo de 1942, pág. 4); “Se pagará un mes al magisterio” (El Intransigente, 31 de marzo de 1942, pág. 4). Título este último que adquiere su real sentido en el desarrollo de la noticia. “…desde hoy se iniciará el pago por el mes de octubre… quedando por lo tanto esa deuda del Consejo General de Educación reducida a cinco meses…”

Finalmente también se incluyen algunos artículos de sorprendente actualidad. Si no fuera por la fecha de publicación podría decirse que fueron seleccionados de periódicos actuales: “Con respecto al nuevo régimen de estudios. La situación de los profesores que perderán horas”. (El Intransigente, 24 de enero de 1942, pág. 4); “Desde hace cuarenta años se lucha sin éxito contra el exceso de feriados” (El Intransigente, 29 de enero de 1942, pág. 5); “Ligerezas de un sacerdote” [sobre la tendencia de las autoridades de educación en favor de la implementación de clases religiosas en los establecimientos educacionales]. (El Intransigente, 20 de mayo de 1942, pág. 5).

La Profesora en Filosofía por la Universidad Nacional de Salta, Daniela Bargardi, realizó una investigación en la que indaga sobre las relaciones entre la educación y el estado provincial en la década del 40 al 50 y allí también hay referencias a la lucha por defender la escuela laica.

En diarios de la época encuentra opiniones que amplían este derecho a la existencia de un estado laico. Destaca además el reconocimiento a los jóvenes en su lucha por la libertad. Cita, para dar testimonio, el diario El Intransigente del 21 de agosto de 1945: En un gesto de solidaridad el estudiantado salteño ha decretado huelga para hoy reclamando pronto imperio de la Constitución”. Se trataba de alumnos de establecimientos secundarios: Colegio Belgrano, Colegio Nacional, Escuela Normal, quienes decretaron una huelga y recorrieron las calles 20 de febrero y España hasta llegar a la plaza 9 de julio profiriendo estribillos: “Democracia sí, tiranía no”, “No queremos dictadores”, “Que se vayan, que se vayan”. “Votos sí, botas no”.

En la movilización no faltó la represión policial y las detenciones. Las expresiones eran de repudio frente a las acciones asumidas por el entonces Consejo de Educación, que no solamente incluyó la enseñanza de la religión católica en sus programas sino que además exigió idoneidad a los maestros y aquellos que no cumplían con los requisitos eran considerados “indeseables y cesanteados”(Bargardi, 2006:45-46).

Estas preocupaciones de la época, la educación laica y la formación docente, siguen debatiéndose hoy aunque en otras circunstancias y con referencia a otros paradigmas pero el interés por encontrar respuestas es compartido.

Después de este panorama sobre la época en que se jubila Juan Carlos Dávalos volvamos al homenaje que se le rindió. Una nota de El Intransigente que comenta este hecho dice del escritor que era una persona respetada y querida y entre las cualidades que le reconoce menciona su sabiduría y su habitual bonhomía. Considerado como profesor talentoso y  humanista rescata de él su fe, su moral y su ejemplo de superación. Alabado en el campo de la docencia y de la literatura, ocupaciones a las que dedicó gran parte de su vida, nos deja sin embargo una interesante reflexión: “La literatura, para la que por desgracia he nacido, procuré que me fuese siempre lo más leve posible, para que no torciera en mí lo principal que es la dicha de vivir”.