Un trabajo de la socióloga Gabriela Ferro analiza las diferencias de género en el mundo del trabajo en Salta. Los varones son los que menos participación tienen en los quehaceres domésticos en comparación con hombres de otras provincias. (Andrea Sztychmasjter)

El trabajo en cuestión “Salta, la linda (desigualdad). Una postal de las diferencias de género en el mundo del trabajo” de la socióloga Gabriela Ferro, se realizó con la orientación del equipo de Economía Femini(s)ta. Allí la investigadora analiza la situación de las mujeres en el mundo del trabajo en Salta y particularmente el trabajo doméstico no remunerado dentro de sus hogares, algo que históricamente es considerado como una tarea “natural” e innata de las mujeres. Aunque esta concepción de “natural” produjo un importante análisis feminista que dejará al descubierto que de natural no tuvo, ni tiene nada.

Como ya lo hicieron teorías feministas desde décadas pasadas, es preciso explicitar la importancia de analizar las estructuras a través de las cuáles el trabajo doméstico no remunerado -realizado mayoritariamente por mujeres- sostiene las actividades productivas y la economía del sistema capitalista y patriarcal. En esta dimensión es preciso preguntarnos ¿Qué sucede con el tiempo libre de las mujeres? ¿En qué lo ocupan?, con hijos y un hogar; ¿les queda tiempo libre a las mujeres?

Gabriela Ferro se basa en teorías internacionales para explicar en su investigación que las mujeres nos encontramos en una encrucijada: “La sociedad nos ha impuesto el trabajo de cuidados pero nuestra autonomía económica depende de la (creciente) salida al mercado laboral. Se nos impuso sencillamente, lo que se conoce bajo el nombre de “doble jornada de trabajo”. Éstos dos espacios de resolución de la vida, por su parte, no se encuentran separados, pues el modo en que se organizan produce efectos recíprocos”.

La autora explicitará luego cómo resultan estas “cargas” de trabajo doméstico no remunerado en los sectores socio-económicamente más desfavorecidos de Salta. Sin embargo también indagará en la manera en que se dan en los sectores que no siendo pobres de ingresos, lo son de tiempo por la exigencia de tareas reproductivas.

Datos actuales

La investigación de la socióloga se basa en datos publicados por el INDEC en 2013, hasta el momento, según mencionó, son los únicos datos con los que contamos que contengan información sobre las tareas no remuneradas que diariamente realizan las mujeres.

“Si la brecha de género de la participación en el mercado de trabajo era de 10,8 puntos en Salta, mucho mayor era la brecha en la distribución del Trabajo Doméstico No Remunerado (TDNR). Los varones salteños que comparativamente tienen menores tasas de actividad con  respecto a sus congéneres del resto del país, son los que se involucran en menor medida en las tareas no remuneradas si se confronta con el promedio nacional. Sólo el 46,6% de ellos toma a su cargo alguna tarea doméstica”, refiere la investigación.

Los datos aquí expuestos se refuerzan sí analizamos la cantidad de horas dedicadas al TDNR: “El 85% de las mujeres mayores de 18 años, quienes realizan tareas domésticas y de cuidado, emplean en promedio casi siete horas diarias, mientras que los pocos varones que tienen alguna participación, dedican en promedio 3,5 horas al día, es decir, casi la mitad de tiempo”.

Pero ¿qué hace que en Salta la mayoría de los varones participen menos que los varones de otras provincias en las tareas domésticas? Como primera aproximación a una respuesta la socióloga analizará la dimensión respecto al nivel socio-económico y sobre todo educativo.

“La dedicación horaria de las mujeres se intensifica en los grupos con niveles educativos medios. Mientras que las mujeres con educación superior dedican en promedio 6,5 horas, en los niveles medios dedican 7,3 horas. Por su parte, no sólo las mujeres de este grupo tienen una mayor participación en las TDNR (el 86,5 % lo hace, contra el 82,9% en los niveles universitarios) sino también que, a la inversa, la contribución de los varones, aunque siempre escasa, es mayor a medida que aumenta el nivel educativo”.

Según Gabriela Ferro en los grupos de menor nivel educativo encontramos las mayores brechas de género. Pero en Salta se produce un proceso complejo según la investigación. Mientras que las salteñas poseen una tasa de participación en la fuerza de trabajo elevada, esto no se traduce en mayor autonomía, sino que se refuerza la desigualdad, ya que las mujeres que trabajan fuera de sus hogares igualmente poseen una doble carga horaria por el trabajo doméstico no remunerado.

“Las mujeres con menores niveles educativos  no solo tienen menores posibilidades de estar activas económicamente, sino que también, en estos grupos es mayor la proporción de mujeres  para las que la salida al mercado supone una intensificación de la jornada de trabajo remunerado”, describe el trabajo.

La socióloga detalla así que existen razones para suponer que las mujeres de niveles educativos medios y bajos son las más desfavorecidas en cuanto al trabajo remunerado como no remunerado. Sin embargo señalará “Resta profundizar en un análisis que cruce ambos datos. En estos mismos grupos, también, la mayor proporción de inactividad  de las mujeres puede estar produciendo efectos en la capacidad de negociación en el interior de los hogares”.

Ante una posible refutación que establezca que las desigualdades existentes entre mujeres y hombres dentro de los hogares, se reduzcan solo por la mayor participación de estos últimos, Ferro es precisa al afirmar que debe ser descartada porque “si tomamos a aquellos que, en Salta, realizan alguna contribución en TDNR, (es decir al 46,6% de los varones mayores de edad) aun quienes tienen jornadas laborales reducidas (34 horas o menos semanales) dedican en promedio menor tiempo que las mujeres ocupadas con las mayores jornadas laborales (46 horas y más).  Sin embargo, es posible que una revisión de las condiciones de trabajo de cada grupo pueda aportarnos mayores datos acerca de la flexibilidad (o impedimento) de varones y mujeres para desplegar arreglos institucionales o familiares que permitan  liberar a las mujeres de la doble carga de trabajo”.

Revolución en punto cero

Fue la teórica feminista Silvia Federici quien rechazó firmemente la idea de que patriarcado, trabajo doméstico no remunerado y desigualdad de las mujeres se sitúen “fuera” del capitalismo. Federici plantea que el trabajo doméstico de las mujeres es en realidad un conjunto complejo de actividades que contribuyen a la reproducción de la fuerza de trabajo para el capital, y de las cuales el capital se beneficia porque se trata de un trabajo no remunerado. Además, Federici analizó los mecanismos mediante los cuales se impuso esta condición a las mujeres durante el periodo en el que tuvo lugar la acumulación primitiva mediante la violencia y la exclusión social, y no como continuación natural de una relación previa.