Argumentó que se iba del país por robos en su vivienda familiar. Dejó a Salta mal parada en todos los medios nacionales y fue desmentido. Atrás quedaron en la memoria del Nochero, los beneficios que supo disfrutar.

“Nos vamos a vivir a Montevideo, me cansé de la inseguridad”, dijo esta semana el cantante Kike Teruel anunciando que había tomado la decisión de dejar Salta e incluso el país, porque le habían entrado a robar a su casa. La noticia se viralizó en diarios, radios y televisión nacionales por el profundo conocimiento y cariño que se le tiene al conjunto Los Nocheros, y Salta se instalaba ante el conocimiento público como una provincia insegura, donde el acoso de los malvivientes provocaba semejante determinación.

A la declaración mediática de Kike, se sumó el secretario de Seguridad, Jorge Ovejero, quien desmintió tales apreciaciones, informando que la denuncia ante la dependencia policial no hablaba de robo sino sobre “la presencia de dos personas que se habrían estado como retirando de su domicilio por una de las rejas”. Respecto a los cuatro robos a su vivienda que señala Teruel como motivo de su cansancio y decisión, solamente consta un antecedente, que tampoco se consumó.

De mas está decir que causaron profundo malestar las declaraciones del Nochero, en la provincia que lo vio nacer y acompañó en su trayectoria artística.

Atrás quedaron en su memoria, las grandes sumas de dinero que significaban de erogación para el gobierno de Juan Carlos Romero (y que pagamos los salteños) la presencia prioritaria de Los Nocheros en cuanto acto oficial se organizara.

Atrás quedó también el cargo que supiera ocupar como Coordinador de Proyección Cultural del gobierno de Juan Manuel Urtubey, en el que a cambio de un salario, prometió (y no cumplió) la puesta en marcha de la Escuela Itinerante de Arte, la reedición del Festival de los Barrios y la creación del Ballet Provincial de Danzas Folklóricas.

Dicen que el Nochero anda meditando cabizbajo, si el destino hubiese sido otro y no le tocara atravesar tantas situaciones de inseguridad por el manifestadas, si en vez de la fastuosa vivienda que habita, se hubiese quedado feliz y tranquilo en la casita Fonavi, de Barrio Limache a la que en su momento Cesar Adolfo Teruel, supo acceder.