El médico Héctor Ariel Grafinger fue encontrado por la justicia como autor material y penalmente responsable del delito de homicidio culposo. Ocurrió en el 2005 cuando su displicencia en la atención colaboró con la muerte de un joven por una septicemia.

El 14 de junio de 2005, el joven Paulo Alberto Siares había concurrido a la salita del barrio San Remo y el médico de turno lo derivó al Hospital San Bernardo con diagnóstico de apendicitis para operación. Allí Siares fue asistido y quedó internado hasta el día siguiente cuando le dieron el alta.

Sin embargo, la víctima continuó con vómitos y fiebre y fue internado nuevamente el 20 de junio a la madrugada, siendo atendido en esa oportunidad por el doctor Héctor Grafinger quien le indicó que tomara un antiespasmódico abdominal y le dio el alta a las 6 de la mañana, sin dejar constancia en la historia clínica del ingreso ni de evaluación alguna. Finalmente, Siares falleció en su domicilio el 21 de junio, alrededor de las 7 de la mañana.

Ese mismo día la madre del joven se presentó en la dependencia policial del barrio San Remo para comunicar que su hijo había fallecido mientras dormía y la autopsia determinó que el deceso se había producido por una septicemia por abdomen agudo y perforación de intestino delgado.

La denuncias y la lucha de la mujer llegaron a juicio que se resolvió ayer: la jueza María del Milagro López, vocal de la Sala V del Tribunal de Juicio, condenó en proceso abreviado a Héctor Ariel Grafinger (45) a la pena de dos años y seis meses de prisión de ejecución condicional e inhabilitación especial por el término de cinco años como autor material y penalmente responsable del delito de homicidio culposo. Además, hizo lugar parcialmente a la acción civil instaurada contra el imputado.