El texto de Margarita Isabel González, titulado “Eustaquio Méndez y la guerra gaucha”* se centra en las conexiones de lo que actualmente es el sur boliviano y el norte argentino. Ahí donde las figuras de Güemes y Méndez fueron parte fundamental para la derrota realista.

  1. De lo que pasó en el Alto Perú, Bolivia, siendo Tarija de la jurisdicción de Salta hasta 1825

Según el historiador boliviano Edgar Ávila Echazú, el proceso emancipador denominado “Guerra de la Independencia. Revolución Libertadora del poder colonial español”, se originó por causas políticas sociales: el abuso de los administradores coloniales, su prepotencia discriminadora y la escasa atención a los problemas nacidos de un estancamiento del progreso económico, así como también el oscurantismo cultural empañado por la iglesia, más la segregación de las masas indígenas que se convirtió en la justificación de los levantamientos y rebeldías, este cuadro se empaña aún más con la inhumana explotación de la mano de obra mitaya minera (trabajo rudo y sacrificado).

Ese mundo de complicidades, abusos y sobornos fue el sustrato movedizo de la inestabilidad social y las consecuencias trastornos políticos-económicos que tenían que fluir, teniendo como protagonistas precisamente a los criollos y mestizos ricos de Charcas y Potosí.

Pues a la guerra de batallas campales, sucedió una de guerrillas, escaramuzas, sorpresas y asaltos de grupos que tan pronto aparecían como desaparecían, pero que mantenían una lucha tenaz y constante, sin tregua ni descanso. Imposible detallar todas las acciones, es el decir de Humberto Vázquez Machicado (catedrático de la universidad mayor de San Andrés de Chuquisaca) “las acciones eran a diario, por todas partes, obligando a los realistas a vivir siempre alertas y en combate permanente. Capitaneaba esos grupos de acciones hombres de ciertos carismas y liderazgos, denominados caudillos, quienes luchaban en nombre de la Patria”.

Fue trágica la suerte de muchos de ellos, sea en los recios combates en los cuales no se daba ni se pedía cuartel. Sea por enfermedades como consecuencias de las privaciones de esa vida de guerrillas, la mayor parte de estos personajes murieron antes de ver realizados sus sueños de una Patria libre.

Toda una tierra que vivió ruido de lanzas y gritos de guerra, habla de un pueblo que se levantó en armas para luchar con un gran valor, dice la “Historia de Tarija”, escrita por Ávila Echazú, que venció con heroísmo sin igual, que grabó con letras de fuego en el libro de la historia, nombres tanto de hombres, mujeres y niños de la gran nación Americana, como Martín Miguel Güemes, José Antonio Sucre, Simón Bolívar, Álvarez de Arenales, Francisco de Uriondo, Eustaquio Méndez, entre otros.

  1. Tarijeños y salteños hermanados en la lucha por la Independencia americana

Conocido es el aporte que hizo Tarija con hombres, víveres, dinero, monturas a los cuatro ejércitos auxiliares del Perú. Este territorio tuvo una serie de líderes, que a la par de Francisco de Uriondo, Eustaquio Méndez, Pedro Antonio Flores entre otros, tendrán contactos muy cercanos con próceres argentinos como Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano, pues llevaron a cabo una política contestataria contra las tropas realistas, que de manera permanente asediaban a Tarija, que se convierte en una especie de bisagra por su ubicación estratégica.

Esta realidad, sin dudas, demuestra que la comunicación que hubo entre Salta y Tarija, siempre fue muy fluida. La comunicación epistolar entre Güemes, Belgrano, Francisco de Uriondo y otros jefes locales tarijeños era factible por una serie de razones, entre ellas, los pueblos de Tarija y Salta han estado muy ligados por las mismas ansias de libertad, por compartir historia y cultura. En Tarija las acciones estuvieron bajo los objetivos de la estrategia güemesiana, cuando no a instancias de las espontáneas y no bien ordenadas tácticas de los jefes locales, que en lo esencial trataban de emboscar y desgastar a los regimientos realistas.

Precisamente, en esos tiempos José Ignacio Mendieta comandante en esa jurisdicción y Manuel Rojas, uno de los organizadores de los entonces temidos “Dragones Infernales”, con la ayuda táctica de Eustaquio Méndez y José María Avilés, lograron vencer a los soldados realistas.

En la “Abra del Gallinazo”, en la misma región de Tolomoza, Méndez unió sus fuerzas a las de Lamadrid. Defendían los alrededores de Tarija las unidades de Ramírez. Pero el ya famoso “Moto Manco Méndez” desplegándose desde las inmediaciones de Concepción, ganó los terrenos de la Tablada, al tiempo que Lamadrid, con Avilés y Uriondo, que se habían unido, se acantonaban en las vecindades de la Loma de San Juan y desde allá, exigieron rendirse a las tropas de Ramírez que se encontraron en Tarija.

Ramírez contestó en una arenga a sus soldados “Vamos a desparpajar a esos gauchos” y cruzó el río para enfrentarse con los jinetes de Méndez, que a todo esto bajaban por la Cuesta de la Tablada. Con una irreprimible carga de caballería Méndez rechazó a Ramírez, quien se retiró a la ciudad, mientras Lamadrid había ocupado el barrio de San Roque, donde volvió a intimar rendición a Ramírez. El 15 de abril de 1817 se enfrentaron ambos bandos a orillas del río Guadalquivir. Los gauchos, chapacos de Méndez, Uriondo y Avilés impidieron a los realistas avanzar por las riberas del río, al mismo tiempo que el propio Méndez con sus jinetes y Lamadrid iban venciendo a las tropas de Ramírez.

El héroe de la Tablada, José Eustaquio Méndez, fue hijo de dos descendientes directos de españoles: Juan Méndez y María Arenas, quienes eran campesinos adinerados de San Lorenzo, nació en Carachimayo el 19 de septiembre de 1784, pasó su infancia y adolescencia en las fincas paternas, acaso sin recibir más educación que la común de esos tiempos en los poblados de Tarija; la impartida por algún sacerdote.

No sabemos si por natural inquietud aventurera, o por reveses de fortuna familiar, emigró muy joven a tierras del Río de la Plata. Allá debió correr la suerte de los “mozos perdidos” que eran hijos de estancieros criollos o de campesinos empobrecidos; estos son los llamados “gauchos” peones trashumantes de las haciendas, gente a caballo, diestros en todos los manejos ganaderos, que requerían muchas veces de coraje suicida, donde se supone Eustaquio Méndez perdió una mano en una pialada, donde se le enredó el lazo en la muñeca, quedando la mano pendiente de un tendón, y en un acto de arrojo desesperado, tomó el cuchillo y se cortó la misma, adquiriendo así el apodo de “el manco o moto Méndez”.

El hecho de estar al lado de los desamparados y en contra de las injusticias de los corregidores españoles, no solo debió despertarle en aquellos años la conciencia social, de la libertad y el derecho, la igualdad y el respeto, sino que afirmaría esos principios por haber sufrido en carne propia los abusos del poder.

Al retornar a su tierra, se relacionó con la familia Echazú, haciéndose muy amigo de don Felipe, hijo de don Mariano Antonio. Tal como lo demuestra una carta que Méndez mandó a redactar en 1825, donde pedía la restitución de Felipe como Alcalde de Tarija, al ser depuesto éste por el coronel O’ Connor, también fue compadre de don Bernardo Trigo, es decir, ambos patricios tarijeños.

Lo cierto es que el que ya popular “Moto Méndez” tanto por sus hazañas de valiente jinete gaucho, jovial bebedor y gran enamorado, como por su bondad e ingenuidad, a la vez que por su ancestral sabiduría campesina, logró un gran ascendiente entre los chapacos de San Lorenzo y Tarija, especialmente en los ánimos de los campesinos empobrecidos por las onerosas tributaciones exigidas por las autoridades españolas, en los primeros años del siglo XIX.

En las regiones de San Lorenzo y en todo el valle central, ya en 1813 Eustaquio Méndez era reconocido como el jefe indiscutible de las montoneras que organizó después del triunfo de Suipacha y de la derrota del primer Ejército Auxiliar del Río de la Plata. Se sabe que participó en la refriega de Río de las Piedras, antes de la Batalla de Tucumán, donde se cree también que combatió al lado de Pedro Antonio Flores y Francisco de Uriondo.

Desde 1814 luchó obedeciendo las instrucciones de Uriondo y Güemes, especialmente apoyando las acciones de Uriondo por el Valle de la Concepción, sin descuidar la zona de San Lorenzo. Después del triunfo de “La Tablada”, Méndez y Manuel de Uriondo, hermano de Francisco Uriondo, se dedicaron a reclutar nuevos contingentes para la lucha que, se recrudecería con mayor ímpetu por parte de los españoles.

Uno de los batallones realistas sorprendió en “Mojos” en julio de 1817 a Manuel Rojas, pero éste logró huir ante la superioridad de los enemigos y Mariano Ricafourt (jefe realista) en persona, derrotó a lo jinetes de Uriondo y Méndez el 2 de agosto en Chocloca y el 5 en Santa Ana. A pesar de esos desastres Eustaquio Méndez, había reconstituido sus montoneras, con las que se replegó fuera del alcance de las tropas de Ricafourt.

Sin embargo, esa situación desesperada les infundió a los gauchos chapacos un nuevo vigor casi suicida: considerando sus jefes que, ante el triunfo de San Martín en Chile y el inmediato retorno de La Serna a Tupiza, era la ocasión propicia de intentar otro accionar parecido al de la toma de Tarija en abril, y a la vez de colaborar con los planes de Güemes; de diseminar la retaguardia de La Serna y neutralizar a Olañeta, finalidad que se había fortalecido con los contingentes del entonces lugarteniente de Güemes, José María Pérez de Urdininea.

Ante estos acontecimientos, el coronel realista Vigil pudo permanecer más o menos tranquilo en Tarija, luego de semejante ofensiva contra las partidas rioplatenses y Tarijeñas. No obstante, a principios de noviembre de 1818, el huidizo Eustaquio Méndez, con un sigilo digno de las mejores tácticas, puso cerca a la villa con un considerable contingente. En esa ocasión Méndez jugo una de sus más eficaces cartas. El sitio fue tan efectivo que las partidas realistas no podían asomarse ni siquiera por las barrancas.

Anoticiado de La Serna de tan embarazosa situación para sus vanguardias, invitó a Eustaquio Méndez a parlamentar en su cuartel de Tupiza, ofreciéndole el despacho de coronel del ejército realista y una pensión. Según el acta de la conferencia entre La Serna y Méndez dada a conocer por el general García Camba en sus memorias, Méndez tuvo un heroico desplante, pues le dijo al comandante español que a “Méndez no se lo compra con dinero pese a estar herido”. Sin embargo, dándose cuenta de su situación, ya que no podía continuar con el cerco, sino a riesgo de sacrificar a toda su gente, propuso levantar el sitio a Tarija a condición de que se anulen los tributos de guerra impuestos por los realistas a los campesinos tarijeños y que no se persiga a los jinetes chapacos.

La Serna aceptó esas condiciones de Méndez enalteciendo su honor militar. Según don Tomas O´ Connor d´ Arlach ese compromiso fue respetado hasta incluso después de lograda la Independencia, o mejor dicho finiquitada la anexión de Tarija a Bolivia.

Por su parte el virrey Pezuela, después de la ocupación de Chile por San Martín, en 1819, ordenó el retiro paulatino de las más importantes fracciones del ejército realista del Alto Perú, medida que hacia 1820, va quedando bajo el mando del Gral. Olañeta con su Cuartel Gral. en Tupiza.

Es interesante reflexionar sobre la siguiente situación. Es todo un tema, que según el historiador Ávila Echazú, no se explicó con la debida documentación o bien no se le dio la importancia que merecía, o todo estuvo envuelto en las nubes de un miope patriotismo. Se trata precisamente del retiro de algunos jefes locales por convenios con los comandantes españoles, a fin de establecer una especie de coyuntural armisticio que dejara en suspenso todo lo obrado, es decir, un “statu quo” favorable a los intereses de ambos bandos en contienda.

El ex comandante español García Camba que actuó bajo las órdenes de La Serna en el Alto Perú, dice que Eustaquio Méndez, capituló ante el general en 1818. El mismo Eustaquio Méndez en una carta de junio de 1826 al gobernador Gordaliza de Tarija, confirma tal capitulación, haciendo hincapié bajo qué condiciones lo hizo, además de informar que estaba herido de bala en el pecho, sin municiones, sin auxilio, sin recursos y a las barbas del enemigo.

También debemos saber que en Tarija se organizó un brillante escuadrón de voluntarios tarijeños que se incorporaron al ejército de Olañeta. Ahora bien ¿Estuvo Eustaquio Méndez en ese regimiento de voluntarios tarijeños? ¿Estuvo en el ejército de Olañeta?

 La historiadora Cristina Minutulo de Orsi, al hacer una reseña de los acontecimientos de enero a marzo de 1825, dice: En esos días la figura del coronel Eustaquio Méndez cobra importancia, pues regresa a Tarija después de haberse mezclado en la guerra doméstica que mantenía Pezuela y La Serna, guerra que en el Alto Perú dirimían Olañeta y Valdés. Méndez como partidario de Olañeta recorre el país, después de participar en varios encuentros bélicos, regresa a su tierra que se encontraba conflictuada a raíz de la actividad desplegada por el general José María Pérez de Urdininea, que se había apartado de las órdenes del gobierno de Salta.

Lo cierto es que hasta el día de hoy, no se conoce o al menos nosotros no conocemos detalles documentales de las actividades de Eustaquio Méndez desde fines de 1818 hasta marzo de 1825 que libera Tarija. Al respecto se tejieron muchas leyendas y diversas opiniones, pero la historia escrita puede proporcionar soportes a esas leyendas o cultos, pero no se confunde con ésta, no se rige por sus pautas, por eso no siempre las demandas del culto o leyenda pueden ser satisfechas por la oferta de la investigación.

Continuando con las investigaciones del historiador Ávila Echazú, “En un oficio al Gral. Sucre, en el que da cuenta de la reposición de don Felipe Echazú en el gobierno de Tarija, Méndez se refiere a una veloz expedición que entre ambos hicieron, estando ya de gobernador, en auxilio de las divisiones patriotas contra el tirano Olañeta”.

Ahora bien, no queda sino atenerse a esos testimonios y a los documentos que lo refrendan, los cuales de ninguna manera deslucen al héroe chapaco, podemos decir según Ávila Echazú que se trató de jugadas tácticas de Méndez, una vez que se desligó del compromiso de 1818 con La Serna. “Hoy José Eustaquio Méndez es reconocido en Bolivia, especialmente en Tarija, como un gran héroe de la Independencia de la madre Patria Española”.

* Publicado en la web www.institutoguemesiano.gov.ar

FUENTES CONSULTADAS

BIBLIOGRAFÍA

ACTA LA REPUBLIQUETA DE TARIJA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. Primer Congreso Argentino: “Gral. M. M. de Güemes”. Tarija, Bolivia.

ÁVILA ECHAZÚ, Edgar: “Historia de Tarija”. Tarija, Bolivia, 1997.

VÁZQUEZ MACHICADO, Humberto; MESA, José; MESA, Teresa GISBERT de: “Manual de Historia Boliviana”.