A dos meses de su desaparición forzada todavía seguimos a la espera de explicaciones. El domingo pasado se realizó la segunda marcha nacional pidiendo por la aparición con vida de Santiago. En Salta también se marchó y diez testimonios dados a Cuarto Poder pincelan la complejidad de un caso que asusta. (Gastón Iñiguez)

A la luz de lo que se observa en los medios y las redes sociales de todo el país, estamos ante un ejemplo más de la famosa “grieta”. Mientras el estado nacional y sus “trolls” intentan a diario romper con la idea de que Santiago Maldonado fue desparecido por las fuerzas de seguridad durante un brutal desalojo en la comunidad Pu Lof de Cushamen; siguen apareciendo pruebas que culpabilizan aún más a los gendarmes que participaron del operativo. Un aspecto preocupante que constituye este hecho radica en un involucramiento del Estado en el curso sesgado de la causa y la defensa ciega sobre gendarmería junto con la ministra de seguridad. A un plano más subjetivo la distorsión provocada a través de los medios “independientes” genera en la gente diversas reacciones que van desde la angustia hasta el descreimiento.

Aquí en Salta, alejados de la gran Patagonia, donde pocos se acuerdan de los crímenes en dictadura y no se nos mueve un pelo cuando le anulan la sentencia de doce años a un reconocido empresario local por su participación y complicidad con el gobierno de facto, hablar de un muchacho que ayudaba a las comunidades del sur a luchar por sus tierras y raíz de su participación resulta desaparecido en plena “democracia” por las fuerzas de seguridad, parece algo surrealista.

Por tal motivo y para subrayar la idea de que este hecho nos afecta a todos los argentinos por igual, es que en esta nota se transcriben testimonios breves de salteños con diversas ocupaciones y profesiones a quienes preguntamos lo que saben de Santiago Maldonado y qué piensan de su desaparición. Diez relatos de personas que no se conocen entre sí pero que se unen en un solo grito por el mismo pedido de justicia.

Adriana, 34 años, médica clínica. La desaparición forzada de Santiago Maldonado (porque se lo llevó Gendarmería) y al mismo tiempo la negación por parte del gobierno de ese hecho, me parece que es la evidencia más terrible, lamentablemente no la única pero sí la más terrible, de que no estamos viviendo un gobierno democrático sino un régimen donde se usa a las fuerzas para disciplinar e infundir miedo a todos aquellos que se opongan a los múltiples ajustes que aplican: en empleo, en presupuestos para salud y educación pública, libertad de expresión y en derechos humanos. Peor aún que la falta de Santiago me parece el hecho de que existe una parte de la sociedad a la que no le importa o, incluso, lo avala, demostrando que la Argentina de hoy es la misma en la que ocurrió una de las dictaduras cívico-militares más sangrientas de la historia, con los mismos poderes actuando (y gobernando), 40 años después.

Ariel, 34 años, licenciado en antropología. No hay que olvidar que la desaparición forzada de Santiago Maldonado ocurre en el marco de una manifestación de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen. La misma reclamaba por la liberación del lonko mapuche y preso político Jonas Huala. Sin embargo, y “azarosamente” en sintonía con intereses extranjeros (Benetton) sobre las tierras de ocupación mapuche, en una violenta represión, interviene Gendarmería y avanza sobre su territorio. El saldo fue la desaparición de Santiago Maldonado. Sobre ello, el tratamiento hegemónico (político y mediático)  desde sus inicios persiguió deslindar responsabilidades de la fuerza y funcionarios públicos. No obstante, es importante correlacionar esta desaparición con un reclamo histórico sobre el reconocimiento de la propiedad de la tierra, que justamente Jones Huala intenta poner en discusión. La creciente criminalizacion politica y mediatica sobre  las  comunidades indigenas en general y el pueblo mapuche en particular (que vale lo mismo para las regiones del valle o chaco salteño, como la patagónica), persigue poner en cuestión la autenticidad de su reclamo étnico, como así también  su anclaje  en el actual Estado nacional. Por tanto, Santiago Maldonado es el lamentable síntoma y  efecto de un Estado que confronta y avanza en el proceso de  invisibilización de los pueblos originarios.

Manuel, 34 años, diseñador gráfico. El caso Santiago Maldonado es algo que cae mal y preocupa. Estamos en un estado que criminaliza nuestro derecho a reclamar y le da piedra libre a instituciones como Gendarmería Nacional para utilizar la fuerza como prefiera. ¿Qué pasa si dejamos de hablar de esto? ¿Qué pasa si la causa queda en la nada? ¿Cuántas otras personas pueden llegar a pasar por lo mismo que Santiago porque a un gendarme o policía se le fue la mano?

La actitud que toma el gobierno ante el caso no me deja más que inseguridad e indignación, pero lo más alarmante es la falta de empatía de gran parte de la sociedad y el no entendimiento de que tenemos un estado que no nos protege.

Gabriel, 34 años, artista. Bueno, en primer lugar la responsabilidad de la desaparición de Santiago recae íntegramente en Bullrich y Noceti su jefe de seguridad. Es una desaparición forzada que no se da aisladamente como los medios de comunicación hegemónicos quieren hacer parecer. Al mes de su desaparición marchamos masivamente en todo el país exigiendo la aparición con vida y la renuncia de Bullrich. Lo que demuestra una gran reserva de lucha de la población. Digo que no se da aisladamente porque la lucha de los pueblos y comunidades originarias viene de hace centenares de años. Aquí en el norte los Wichi se enfrentan una y otra vez con el gobierno y los terratenientes sojeros que quieren avanzar cada vez más en su desalojo y exterminio. En el caso de Santiago queda expuesta está lucha directa contra el sistema capitalista porque las tierras donde está asentada la comunidad Pu Lof Cushamen son de Benetton, uno de los terratenientes más grandes de la Argentina. Abrazo esta causa y acompaño el pedido de los familiares de Santiago porque es la defensa de la libertad en todos los planos. Y yo, como artista, quiero tener la más plena libertad para desarrollar mí arte pidiendo cada vez que pueda por la aparición con vida de Santiago Maldonado.

Nicolás, 27 años, comunicador y periodista. La desaparición de Maldonado en tiempos de democracia es muy grave. Sobre todo si ya han pasado dos meses sin ningún indicio de su paradero. Creo que la sociedad tiene que caer en la cuenta que estas cosas no pueden pasar porque sería volver atrás cuando en nuestro país se vivían tiempos oscuros. Y creo que nos afecta a todos, sobre todo por el aumento de poder de las instituciones coercitivas desde este gobierno.

Lilian, 58 años, ama de casa. Es una vergüenza que en esta época tengamos que seguir hablando de  desapariciones. Algo que pensábamos que había quedado en el pasado y que no podía volver a ocurrir, resulta que seguimos igual que cuando vivíamos en dictadura.

Diego, 39 años, guía de turismo. Es el síntoma de una sociedad totalmente enferma. Dejó expuesta la peor de las miserias humanas: la necesidad de poder. Me deja triste saber que las cosas nunca cambiaron. Que la gente es inhumana. Y que esa familia tal vez nunca sepa la verdad. Nadie, en absoluto está ayudando realmente a esa gente. Se usó todo para politizar y el tema fue tan manoseado que ya casi ni se escuchan voces pidiendo por su aparición.

Roxana, 39 años, docente y artista. Estábamos almorzando con mi hijo de 13 años mientras veíamos las noticias en la televisión; entonces me pregunta: “¿Mamá, como puede ser que haya desaparecido una persona? Me da miedo que si desaparece uno puedan desaparecer todos sólo por pensar distinto al gobierno”. Me preocupó que un niño pueda sentir miedo por la violencia del estado por omisión o practicas directas. A raíz de eso es que hablé con mis hijos sobre este caso y también con mis estudiantes sobre el fantasma que genera la idea de un desaparecido, la angustia a nivel subjetivo y el ardor en el estómago. Que nadie dé cuentas y responda sobre esto, más allá de las pruebas que vinculan a la gendarmería con el hecho. Repudio totalmente la actitud negacionista y pasiva del estado nacional que no ha tomado ninguna decisión política al respecto, como sería pedir la renuncia de la ministra de seguridad Patricia Bullrich. Esta situación es gravísima y genera violencia en distintos niveles, en el plano de lo íntimo por la imposibilidad de proyectarnos puesto que seguimos anclados a una idea muy fuerte que tiene que ver con la desaparición de personas y que tiene un antecedente que todavía no pudimos revertir. Este es un estado excluyente y tajante en sus políticas que provoca muchas desapariciones simbólicas, que busca invisibilizar a un rango social cada vez más amplio.

Daniel, 40 años, gastronómico. Creo que gran parte de la sociedad salteña sabe por las noticias y los medios quién es Santiago Maldonado pero no entiende o no quiere entender la gravedad de lo sucedido: que es un desaparecido en democracia, desaparecido por una fuerza que responde al estado y que ese mismo estado es el que no actúa y no acciona. Creo que muchos expresan una falta total de sensibilidad y continúan con la idea de que “sino me pasó a mi”  está todo bien, entonces lo dejan pasar aun cuando existan pruebas para pensar que quienes nos gobiernan son responsables.

Cecilia, 30 años, profesora de secundario. Mi hermana mayor me preguntó ¿quién es este chico? Señalando la foto que tenía en mi celular sobre la marcha del primer mes de su desaparición. Ahí me di cuenta que muchos no saben quién es Santiago y por qué su imagen recorre diversos soportes. Y me pregunto ¿cuánto necesito saber de él?  Veo su rostro y del lado del camino en el que estaba parado. Defendía a los mapuches, vestía ropas sencillas y su mirada es lucida y humilde. Es un humano, un hermano desaparecido tras un enfrentamiento con gendarmería porque necesitaban que los mapuches desalojen las tierras que les vendieron a extranjeros ¿Si un amigo, vecina o yo voy a Santa Victoria Este a protestar con el pueblo Wichi por el avance sobre sus tierras, sobre sus casas por grupos adinerados defendidos por gendarmería o la policía y me llevan presa por ello y me desaparecen aquí en Salta, vos me buscarías?