Luis D’elía estuvo en Salta para defender la inocencia del Tierra y Hábitat, Diego Barreto, miembro de su partido. Pese a su kirchnerismo sunnita, opinó que Cristina no debería presentarse a las elecciones y reservarse para competir por la presidencia. (Franco Hessling)

Emulando los pasos seguidos para el caso de Milagro Sala, los abogados del partido Miles, de Luis D’elía, solicitaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que se expida por el caso del ex subsecretario de Tierra y Hábitat de Salta, Diego Nicolás Barreto. Entienden que está preso por razones políticas y que se trata de una bravuconada institucional del gobernador Juan Manuel Urtubey, análoga a la del jujeño Gerardo Morales.

El referente barrial estuvo ayer en Salta, donde acompañó una protesta de un puñado de allegados locales de Miles que pidieron la inmediata liberación de Barreto, capturado desde hace más de un año junto a Esteban del Corazón de Jesús Clemente, signado como puntero territorial de la mencionada fuerza política. Permanecen en prisión preventiva a la espera de su derecho a ser juzgados en un proceso oral y público, imputados por asociación ilícita y otras caratulas en relación al manejo irregular de terrenos. Barreto está preso hace un año pero algunas de las causas en su contra se iniciaron en sus últimos meses al frente de la Subsecretaría, allá por 2013. A poco de renunciar a su cargo ya tuvo que enfrentarse con acusaciones de diverso raigambre, desde violencia hasta actos espurios desde la función pública.

Lo curioso es que los otros cuatro imputados (otro ex subsecretario, la esposa de Clemente, un empleado público de la Provincia y un militante de la Corriente Clasista y Combativa), permanecen en libertad, también aguardando su derecho a ser juzgados. Provocativamente y mostrando conocimiento de causa, D’elía deslizó cuestionamientos: “¿Por qué se investigó solamente de los subsecretarios para abajo?, ¿quién es Sergio Usandivaras?”. En los mandatos de ambos subsecretarios de Tierra y Hábitat imputados -el preso Barreto y el liberado Rodrigo Díez-, el jefe político inmediato de ambos fue Usandivaras, quien ocupaba el cargo de coordinador de Tierra y Bienes de la Provincia.

La abogada penalista de Miles, Rosana Mattarollo, explicó a Cuarto Poder que los basamentos legales para denunciar persecución política son dos. En primera instancia, aduce que no hay pruebas explícitas dentro del expediente que apunten a Barreto, y en segundo orden, está detenido en prisión preventiva desde hace más de un año. Contra todas las sugerencias de los organismos internacionales que bregan por las buenas prácticas jurídicas, hace más de doce meses que está bajo arresto sin condena y esperando juicio. Los dirigentes bonaerenses no mencionaron en ningún momento a Clemente, los ignotos referentes locales se ocuparon de adosarlo al reclamo por la liberación del cabecilla.

Sobre el segundo planteo de la letrada Mattarollo, no hay mucho que decir, la ampara la razonabilidad jurídica -no se puede estar más de un año preso sin condena-, y es una demostración que el problema de cual sistema es mejor -si el acusatorio o el inquisitivo- no tiene sentido sin tomar en cuenta antes si hay voluntad política y vocación de justicia. De la falta de pruebas también hay poco que decir, las irregularidades en el manejo de tierras desde los tiempos de Barreto y pasando por los meses de Díez -siempre bajo el ala de Usandivaras-, están sobradamente probadas, incluso aparejando enfrentamiento entre diversos pre-adjudicatarios de un mismo lote. La responsabilidad política del triángulo nombrado es ineluctable, pese a que sólo dos de tres estén imputados y, a su vez, sólo uno detenido.

La hipótesis de fondo de D’elia, que Barreto es un preso político de Urtubey por su ruptura con el ala kirchnerista del espectro político, tiene asidero pero adolece de soporte propio. Cierto es que Barreto está detenido sin condena efectiva hace más de un año y que otros imputados con igual o más responsabilidad en una eventual asociación ilícita están libres -Díez- y aun sin imputación -Usandivaras-, no obstante, la probada corruptela en la distribución de tierras no data de finales de 2015 sino de mucho antes. Es decir, no se corresponde linealmente con el desapego público de Urtubey con el kirchnerismo sino que se inició previamente. El apresamiento de Barreto a principios del año pasado puede leerse como un desamparo de Urtubey tras romper formalmente con las líneas del gobierno precedente, sin embargo ello no quiere decir que la corrupción no existiese ni que las causas hayan sido inventadas de un momento a otro, como sí ocurrió con el caso de Sala en Jujuy.

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D’elía consideró ayer que una candidatura de Cristina Fernández en las elecciones de este año aportaría solamente a desgastar la imagen de la expresidenta. Empleó un tono conciliador, de ningún modo pretendió desacatársele a la conductora, simplemente evaluó que debe preocuparse directamente por llegar fresca para recuperar el sillón de Rivadavia en 2019.

En caso de ingresar en la Cámara Alta -se baraja la posibilidad que busqué un escaño como senadora nacional-, Cristina volvería al trajín político cotidiano, del que se mantiene alejada desde que abandonó la Casa Rosada en diciembre de 2015. Sus apariciones públicas -sea por citación judicial, por alguna participación en sets televisivos o por posteos en Twitter- fueron espasmódicas aunque no de poca relevancia. Reintroducirse en la política diaria de las instituciones republicanas, estar permanentemente expuesta -evalúa D’elía-, desgastará a Cristina, quien debiera llegar de la mejor manera a la compulsa comicial de 2019.

La elegante manera de impugnar una potencial candidatura de la ex primera mandataria desnuda que las elecciones de medio término no servirán únicamente para que Cambiemos mida su gobierno en las urnas, también será una manifestación clara del electorado que podría identificarse como peronista -para nada menor-. Cierto es que D’elía reconoce a Cristina como la líder del movimiento generado en los últimos años a través de la gobernanza, pero su declaración de ayer en Salta clarifica que pretende marginarla de la lucha intestina que se surcará entre las distintas fuerzas peronistas que interpelan a la masa electoral fiel a cualquier cosa que tenga ver, de una u otra forma, con el General, o con Eva, o con la doctrina. Lo variopinto va desde Sergio Massa hasta Fernando Espinoza, desde Gabriel Katopodis hasta José Luis Gioja, desde Juan Manuel Urtubey hasta José Manuel De La Sota, desde los Rodríguez Saá hasta Juan Manzur o Alberto Fernández. El electorado peronista, por lo pronto opositor a Cambiemos, es disputado por una variedad de figuras. D’elía, confeso kirchnerista, prefiere que Cristina se mantenga al margen de esa rencilla.

“Cristina se debe reservar para competir por la presidencia”, planteó el dirigente piquetero de La Matanza, quien honró con su presencia la movilización de unas 40 personas -20 de las cuales descendieron de un colectivo rentado poco después de la llegada del mandamás-, que flameaban banderas con la inscripción “Miles” y pancartas pidiendo la liberación de Barreto, vivado como “preso político” de Urtubey.