Cuarto Poder dialogó con Sebastián Ackerman, docente de la UBA y periodista de Página 12. La charla transitó por la nueva Fe que representa Cambiemos, los nubarrones sobre la universidad pública, los límites kirchneristas y el rol de opo- oficialistas dirigentes como Urtubey. (Claudio Yapura)

Pasadas las elecciones de octubre, muchos son los interrogantes y pocas las respuestas. Sebastián Ackerman, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y periodista de Página 12, tira algunas líneas para comprender al nuevo sujeto político que no habla de política: Cambiemos.

Las palabras y las cosas comulgaban en sintonía fina con los estudiantes que veían a Ackerman dar la nota, el bar casi vacío era una rémora de la porteñidad. El ruido del barrio de Constitución atiborrado, bicisendas utilizadas por cartoneros, la zona roja más ardida que nunca y la estación de trenes renovada al estilo de la Gran Estación Central de Nueva York, tenían otro color, amarillo tal vez.

Profesor de Comunicación III y sensible a los avatares de la política actual, desde su temprana militancia universitaria Ackerman perfila su análisis desde el microclima de los claustros de la facultad  -donde la gestión actual de Gleen Postolsky perdió el decanato en manos de la socióloga Carolina Mera, aliancista de radicales de la Franja Morada y la derecha capitalina de Cambiemos- hasta el escenario nacional. “Por Salta  ¿cómo andan las cosas?”, pregunta Ackerman acostumbrado a su rol periodístico aunque es ahora es Cuarto Poder el que dispara las preguntas para que él responda.

-En su paquete de reformas Macri pidió que las universidades públicas “se esfuercen para ser más eficientes”. En lo que refiere a la educación pública, ¿esto es parecido a los noventa?

-Cuando Macri dice esto, apunta a la educación superior como un derecho. Esta cuestión no puede manejarse o interpretarse solamente en términos cuantitativos de dinero o tasa de graduación. No es solamente la tasa de graduación la medida del éxito del sistema educativo, lo que tiene que importar es que el que tenga la posibilidad de estudiar y quiera hacerlo, lo pueda hacer. No solamente con recibirte mejoras tu calidad de vida, puede pasar que no termines la carrera, pero igualmente progresas. Podemos verlo en las universidades nuevas del Conurbano con un fuerte sesgo inclusivo, donde hay personas que son las primeras de su familia que van a la universidad. Son las primeras en pisar una universidad pública, ahí se empieza a concebir a la educación como un derecho.

-¿Hay un hilo conductor en el discurso de Macri que va de decir “¿Qué es esto de universidades por todos lados?” a pensar que las universidades deben ajustarse?

-Sí, ese es el punto. Está diciendo que la educación no es un derecho, es un privilegio. Hay dos concepciones totalmente distintas de la educación superior. Vos podés ir a la universidad si tenés la posibilidad, pero cuando no podés ir porque tenés que pagarla es diferente; tenemos el modelo chileno para comparar. En Chile dos de cada tres jóvenes van a la universidad porque pueden pagarla, y el otro no estudia porque no tiene plata. Al que se gradúa le va bien y al otro no, ese es un parteaguas muy grande en Chile. Esto hace a la calidad de vida, a poder visualizar un horizonte de oportunidades. En esto debe estar el Estado haciendo promoción de oportunidades para acceder a la educación superior. En términos económicos le sirve al país que todos podamos acceder a la educación, para que podamos progresar, aumentamos el consumo y pagamos los impuestos, recauda el Estado. De hecho las propuestas de Cambiemos apuntan a  reprimarizar la economía, es decir, exportar materias primas sin valor agregado, y la idea es totalmente a la inversa.

Cristina decía “tenemos que tener más ingenieros”, ARSAT se realizó con materia prima argentina. A nosotros como Facultad de Ciencias Sociales nos han pegado de todos lados, pero somos los que podemos analizar la cultura para saber y comprender cómo nuestra sociedad se organiza de determinada manera, es conocimiento, no todo es matemática, no todo es medible.

-La Facultad de Ciencias Sociales no es ajena a lo que está pasando a nivel nacional. ¿Cómo lo ves?

-Lógicamente. Es una institución que no se puede aislar. Si bien está caracterizada por estar en un corriente progresista y de izquierda, la mayoría de los estudiantes votó a Carrió, no podemos pensarnos como una isla. La facultad tiene lógicas propias pero también hay grupos de intereses que votaron con más del 50% a Carrió en Capital.

-¿Por parte del kirchnerismo no se subestimó a Cambiemos como sujeto político?  

-No creo que haya sido así, no estoy de acuerdo. El kirchnerismo en 2015 habló con el bolsillo y le contestaron con el corazón. Hay dos cosas a tener en cuenta, primero: la política abandonó la calle. Macri no hizo ningún acto masivo en 2015, ni siquiera cuando asumió. Tiene que ver esto con el uso comunicacional de las redes sociales. El otro punto es que lograron convencer a una proporción grande de los argentinos -puede haber una mezcla de odio al kirchnerismo también- de que estaban mal a pesar de les iba bien: lograron imponer su interpretación de la realidad por sobre la experiencia personal de los votantes.

En 2015 Macri decía que no iba a sacar el Futbol Para Todos, que no iba a subir los impuestos, le creyeron, fue la primera etapa. Pero para estas elecciones de octubre eso ya fue, ya pasó, y no fue tanto el odio al kirchnerismo pues se consolidó como primera fuerza opositora. Hay algo ahí que no se puede explicar más que por un acto de fe, “hay que darle tiempo”, ¿cuánto más se puede cambiar en dos años?

Porque si te dicen que no va a seguir el Futbol Para Todos porque con esa plata se pueden hacer no sé cuántos jardines, y sabemos que ese dinero es algo nimio porque representa no más del 0,10% del presupuesto anual para 2018, además de que esa plata va a financiar deuda externa. Eso es un acto de fe, algo de felicidad diferida, de discurso religioso, donde las razones ya no importan. Ellos lo entendieron muy bien, y el kirchnerismo no.

-¿Los medios de comunicación masivos qué rol jugaron?

-Reforzaron algunos discursos como “todos los funcionarios kirchneristas son corruptos”, pero en cuanto al caso Maldonado todos piden paciencia hasta esperar las pruebas, entonces las pruebas aparecen para el que ya cree. Eso es de lo más interesante, porque a nadie puede sorprender lo que dice Macri y cómo actúa, lo que sí sorprende es que los jubilados aplaudan y voten a quien dice que el Estado se va a ahorrar plata en jubilaciones.

-Cambiemos le habla a una generación nueva, ¿qué opinas?

-Bueno, yo me crie en los noventa, me acuerdo de mi viejo, arquitecto, vendiendo filtros de agua, me acuerdo del 18% de desempleo, me acuerdo del 40-45% de pobreza. Hay pibes de 22, 23, 25 años con laburos bien pagados que no vivieron los noventa; ellos creen, es parte de una nueva generación. El kirchnerismo también le hablaba a una generación, le hablaba a los propios.

-¿Cómo ves el liderazgo de Cristina Kirchner?

-Desde la Ley Sáenz Peña hasta hoy los únicos gobiernos que dignificaron y dieron derechos a los sectores  populares fueron: el primer peronismo (46-55) con la gratuidad de la educación universitaria, aguinaldos, vacaciones pagas, etc., y el kirchnerismo con la asignación universal, nacionalización de YPF, etc. Ahora las discusiones que se den al interior del peronismo deben tener en cuenta que Cristina tiene un piso altísimo de seguidores y un techo muy cercano a ese piso. En las elecciones legislativas hizo una elección muy buena considerando que no contaba con plata del peronismo ni con estructura, no tienen que olvidarse de eso.

Y otra cosa que vemos en el sur de América es el problema de la sucesión, es un gran problema. Porque cuando hay un líder tan fuerte ¿cómo seguís? Hoy Argentina no tiene sucesor, Bolivia no tiene sucesor, estamos hablando de los líderes más fuertes. Ecuador está en un lío bárbaro con Lenin Moreno que era el sucesor de Correa, Maduro tiene un quilombo bárbaro tratando de ser el sucesor de Chávez en Venezuela, y a Dilma Rousseff la rajaron con un golpe de Estado institucional. Es un problema muy grande el de la sucesión. Y acá vemos cómo el discurso mediático que representa los intereses de las grandes corporaciones habla de corrupción. Pasó lo mismo cuando derrocaron a Perón en 1955, cuando la Revolución Fusiladora se encargó de hacer auditorias en la Fundación Eva Perón.

-¿El problema de la sucesión nos da a entender que no hay sucesor para Cristina?

-Debe ser algo que piensan Urtubey, Randazzo, Massa, que dicen ser presidenciables. Que tienen el discurso de que los funcionarios kirchneristas son corruptos, esto es desperdigar para las elecciones que vienen en 2019. Por otro lado juegan a este “opoficialismo”: “soy opositor pero intento garantizar la gobernabilidad”, y terminan legitimando el ajuste.

El problema que muestra el sector nacional y popular es construir ese candidato o candidata  que los represente. Porque vamos a decirlo claramente: la cuestión no es Néstor o Cristina, ellos representan políticas ampliadoras de derechos, emancipadoras, nacionales y populares que no fueron encaradas nunca por otro espacio. Si viene otro que pueda representar esos intereses de desarrollo nacional y popular, seguramente el kirchnerismo se puede encolumnar en ese liderazgo. Pasa que es difícil construir ese liderazgo.

Del delirio de decir en los noventa: “¡Fuera las bombas de la OTAN! ¡Fuera yanquis de Irak y de América Latina! y ¡2,5 del PBI para la educación!”, vemos que con Cristina se superó el 6,5% del PBI para la educación, duplicando el porcentaje de PBI para el sistema universitario, que lo agarró Néstor 2003 en 0,5% y Cristina lo dejó en 2015  en 1,1%. Entonces políticamente era ilógico no apoyar a gobiernos que proponían estas cosas, esto es una política pública, y te permite seguir una cierta línea, y el Estado toma la decisión de invertir en esto. Por eso el liderazgo de Cristina es muy fuerte para los kirchneristas, tiene un piso muy fuerte, es una base y es un límite.

Pero del otro lado ¿qué hay? Hoy Vidal y Macri son presidenciables, Vidal es la sucesión de Macri, siguen siendo dos figuras presidenciables, son verdadera opción de poder. Habría que especular para el 2023. Y acá también los medios legitiman socialmente el poder político, además de que tienen otros negocios con acciones e inversiones. La Nación y Clarín son socios en ExpoAgro, entonces ¿qué importa lo que pueda perder algunos de estos diarios en sus tiradas diarias comparada con la legitimación social que obtienen para impulsar la bicicleta financiera mediante la eliminación de las retenciones para el sector agro?

-¿El caso Maldonado sirvió de bisagra en el respaldo de la ciudadanía a políticas de DDHH?

-Yo creo que el caso Maldonado permitió la emergencia de esos sectores que siempre apoyaron las políticas represivas en la dictadura cívico militar y que no se animaban a expresarse porque el contexto les era desfavorable. Como pasó con el 2×1 de la Corte Suprema a delitos de lesa humanidad.

Alfredo De Angelis se hizo famoso cortando rutas y hoy es senador nacional por el PRO. Santiago Maldonado está muerto y eso que no estaba cortando rutas. Lo que demostró esto es que hay un núcleo muy importante de conciencia de los DDHH y de lo que implica su violación, pero también permitió la aparición de todos aquellos que aprueban las políticas represivas,  los discursos del “algo habrán hecho”, la culpabilidad ya está orientada. Acá el kirchnerismo escuchó e hizo mucho en la legitimación desde el Estado con Abuelas de Plaza de Mayo por ejemplo. El kirchnerismo escuchó los reclamos populares. No tengo dudas de lo que piensan Macri, Carrió, Etchevehere o Peña, me preocupa que la sociedad los legitime.