Invisibilizadas por los textos académicos y por la política focalizada en el devenir de los movimientos piqueteros, un trabajo resalta el rol protagónico que tuvieron las mujeres en su organización. Ellas en los cortes de ruta de Salta entre 1997 y 2001. (Andrea Sztychmasjter)

La activa participación de las mujeres en los orígenes de los movimientos piqueteros de nuestro país, es lo que analiza la investigación “Mujeres piqueteras: la repolitización de los espacios de resistencia en la Argentina (1996-2001)”, de la historiadora Andrea Andujar.

Allí aparte de analizar lo que se generó en las provincias de Neuquén y Jujuy posa su mirada en las salteñas que estuvieron presentes en las rutas de las ciudades de Tartagal y General Mosconi durante el periodo mencionado.

Para la historiadora y también profesora fueron las mujeres “quienes mayoritariamente ‘pusieron el cuerpo’ en los nuevos movimientos sociales y políticos” que se conformaron en nuestro país en aquellos años, aunque hayan sido “invisibilizadas u opacadas por la literatura académica y política”. Según pudo rastrear la autora, en los trabajos sobre el movimiento piquetero, la presencia de las mujeres es precedida por la existencia del movimiento en sí mismo.

“Cuando las mujeres abandonaron sus casas en dirección a la ruta lo hicieron desafiando la continuidad del modelo neoliberal. Pero no tan sólo esto. También crearon fisuras imborrables en las ya de por sí delgadas paredes que separan lo público de lo privado, lo político de lo personal”, reflexiona en cambio en sus conclusiones.

En Salta durante ese periodo, la ruta nacional Nro. 34 estuvo cortada al menos en 5 oportunidades, la historiadora consigna tres periodos: en mayo de 1997 impulsada por propietarios de comercios y pequeñas empresas madereras de Tartagal; el segundo corte, en diciembre de 1999 que tuvo como antecedente inmediato el despido de empleados/as municipales en Tartagal; y en mayo y noviembre del año 2000 y junio de 2001, en General Mosconi donde el rol protagónico pasó a las desocupadas y desocupados de esa localidad, organizadas/os en la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD), creada en 1996.

Tras la plena etapa de la doctrina neoliberal en Argentina, las mujeres “desarrollaron y ejercieron un concepto de democracia antagónico al propuesto tanto por la clase política como por los grupos dominantes”.

Retratado como un nuevo frente de conflicto en el norte del país que se abría para el gobierno nacional, las consecuencias de la privatización de YPF resultan el punto de partida y la razón de mayor peso de la organización de las salteñas. El vaciamiento en manos de las empresas privadas Refinor S.A., Pluspetrol S. A. y Tecpetrol S. A. en 1992, devino no solo en la desocupación sino también en el deterioro y desaparición de los beneficios sociales de esa población.

En la “Plaza del aguante”, como  trabajadoras, como madres y esposas, las experiencias femeninas se hicieron presente en la resistencia social que se fundió en un sujeto colectivo femenino, que hasta el momento estaba “anclado en el ejercicio de la maternidad y el cuidado de los otros”, pero que fue capaz de irrumpir en la escena pública.

La historiadora reconoce a las mujeres en este nuevo movimiento, no como un sujeto colectivo homogéneo, por el contrario, “el universo femenino que conforma el centro de este trabajo se encuentra atravesado tanto por las relaciones de opresión”, como por las pertenencias de clase y étnicas.

Cortando las rutas del petróleo

La existencia de YPF, reseña el trabajo, no sólo generaba puestos de trabajo bien pagos, sino que facilitaba ampliamente las tareas de crianza y cuidado familiar para las mujeres. Cuando este ‘mundo ypefiano’ se desmoronó, mujeres y varones se organizaron, aunque como reflexiona Andujar “no vivieron de igual manera este proceso y tampoco fueron iguales las respuestas que unas y otros articularon”.

En nuestra provincia dos casos permiten ilustrar el estallido del corte de 1997,  señala la investigación: el primero de ellos fue protagonizado por Nené y consistió en un corte del puente de la ruta de acceso a Campamento Vespucio. El segundo fue vivido por Inés, una mujer desempleada que participaba en la UTD.

Contrariando el imaginario social de “la debilidad femenina”, las salteñas se hicieron presentes en las calles, impulsadas por la necesidad de garantizar el alimento de sus hijos e hijas. Con el relato de las protagonistas de esos cortes, la investigación reseña por ejemplo el testimonio de Inés, una mosconense madre de 7 hijos: “Nos veníamos de Tartagal a Mosconi, a pie, caminando. La mayoría de la participación eran mujeres. O sea, de aquí [en referencia a Mosconi]. Más que nada nosotros, cómo lo puedo decir, hicimos hincapié para poderlos llevar a los varones. Mi marido es muy tímido, por ejemplo, entonces ‘Si van las mujeres, tenemos que estar nosotros’. Porque yo estaba desocupada. Entonces nosotros tenemos que salir a luchar para conseguir algo ¿Qué les damos a los chicos? ¿Qué les damos mañana?”.

Las mujeres lograron así romper los lazos de la domesticidad y apropiarse de los espacios públicos, el argumento que impulsaban conflictos por “sus hijos”, les permitió salvar los obstáculos que los varones, en muchos casos sus esposos, ponían para evitar que fueran de la casa a la ruta.

Menem lo hizo, Romero también

Ante las fallidas negociaciones de los manifestantes con autoridades del gobierno provincial, el trabajo rememora la no presencia en el lugar del entonces gobernador y aliado del presidente Menem, Juan Carlos Romero, “se negó a viajar a la zona del conflicto”, sentencia. Recuerda que el obispo de Orán, Mario Cargnello, se presentó en los corte ofreciéndose a actuar como mediador, lo propio hizo el juez federal Abel Cornejo, con intenciones de discutir los puntos del petitorio elaborados por la asamblea.

En cuanto a Romero, refleja el trabajo, argüía que el conflicto era producto o bien  de la instigación del PRS que tenía a Zottos presentándose en el lugar como diputado o de una lucha interna del propio PJ en la que el intendente interino de Tartagal, Daniel Benítez, intentaba cubrir la mala administración. El presidente Menem, en cambio, alegaba que él “enviaba los fondos que correspondían a la coparticipación nacional y provincial puntualmente”.

El 13 de mayo, 5 días después de comenzado el corte y cuando la escasez de combustible afectaba ya al norte salteño, el gobierno provincial propuso un acuerdo. Tras eso señala la autora los protagonistas de los cortes en General Mosconi se dividieron en dos grupos: comerciantes y madereros,  y los y las desocupadas que se negaban a abandonar la ruta.

El 13 de diciembre de 1999, tres días después de que Fernando de la Rúa asumiera la presidencia, Tartagal y General Mosconi volvieron a protagonizar cortes de rutas. El conflicto que llevó al bloqueo de la ruta nacional nro. 34 había comenzado a gestarse por el despido de 162 trabajadores municipales contratados de Tartagal. El corte se levantó antes de fin de ese año gracias a las negociaciones de la UTD “que comenzó a afianzar su protagonismo en el escenario político local”, resalta el trabajo, por eso la investigadora señala importante “analizar de qué manera se fue estructurando la UTD y qué roles jugaron varones y mujeres dentro de ella”.

Allí resalta el liderazgo que sobre tal organización ejerce José “Pepino” Fernández, un ex obrero ypefeano salteño y describe la presencia femenina que tuvo la organización. “Así, algunas como Nancy, una joven de 29 años, desempleada y estudiante de una carrera terciaria del profesorado de Tartagal, obtuvieron un subsidio y comenzaron a desempeñarse como trabajadoras administrativas de la UTD. Otras se han integrado a las huertas comunitarias, al trabajo en los costureros o en obras públicas, el desmalezamiento, la reforestación y la refacción de plazas y/o escuelas”.

Entre los proyectos de participación femenina concretados en aquel entonces se encuentra la “Botellera”. El mismo consistía en recolectar botellas plásticas para luego descargarlas en la botellera. “Allí, literalmente las aplastaban con los pies, las compactaban en una máquina compactadora donada por una de las empresas petroleras –Refinor S.A.-, para terminar armando los fardos con alambre que luego eran guardados en un galpón hasta su venta”.

Resistencia piquetera y el apoyo de Madres

Los cortes desencadenados en 2000 y 2001 por mejoras salariales exigidas por trabajadores de la construcción en Tartagal y Mosçoni, abrieron nuevos frentes de bloqueos en Cuña Muerta y Salvador Mazza. En esos años la criminalización de la protesta social y la fuerte represión se cobró la vida de 5 personas.

En mayo de 2000 gendarmes y policías asesinaron a dos jóvenes: Matías Gómez y Orlando Justiano. En noviembre, “al atacar a escasos 150 manifestantes que permanecían en las barricadas, los policías dispararon con balas de plomo asesinando a Aníbal Verón,  un chofer de 37 años de la empresa  de colectivos Atahualpa, que había sido despedido un año atrás y a quien la compañía adeudaba aún 8 meses de sueldo”, consigna el trabajo. En junio de 2001, fueron asesinados Carlos Santillán, de 27 años, y José Oscar Barrios de 17 años, quien murió en el hospital de Tartagal a donde había sido trasladado por un disparo de bala de plomo.

“El clima de violencia y persecución política contra los y las pobladoras de General Mosconi comenzó a menguar con la llegada a esta localidad de un grupo de Madres de Plaza de Mayo liderado por Hebe de Bonafini”, retrata la investigación. Para las personas entrevistadas, la presencia de las Madres de Plaza de Mayo fue la que  determinó el retiro de la gendarmería y de la policía local.

La resistencia que las Madres simbolizaban, y el fuerte apoyo para las mujeres salteñas que se evidencia en cada recuerdo de su visita al norte salteño, “generaron un debate respecto de las propias prácticas políticas de las mujeres de General Mosconi”, refleja la investigación, agregando que así como Madres ocupó Plaza de Mayo, las mosçonenses inauguraron la “Plaza del Aguante, donde durante cinco meses, con carpas instaladas, durmiendo y cocinando y compartiendo los alimentos que proveía la comunidad, mujeres y varones resistieron hasta garantizar que todos aquellos que habían decidido luchar contra el orden imperante, no perdieran su libertad y su vida”.