Vaqueros fue el escenario elegido por Skay y Los Fakires, luego de 9 años de ausencia en la provincia que durante los 70 albergó al exguitarrista de Los Redonditos de Ricota que escapaba de la represión militar de la dictadura. (Andrea Sztychmasjter. Fotos Germán Busti)

 “Es una noche especial/no te la vas a perder/toca el corazón/de Patricio Rey”, el cántico que se escucha en cada show del mítico guitarrista no faltó la noche del sábado en el club social deportivo de Vaqueros, lugar elegido por el “flaco” para presentar «El engranaje de cristal», su sexto disco solista y el último con Los Fakires, quienes lo acompañan desde 2014.

Más de cinco mil personas escucharon los riffs, punteos y letras que reflejan a la perfección ese canto popular que dice que Skay representa el corazón. ¿El alma?. Una vez le preguntaron «¿sos el corazón de Patricio Rey?», él respondió:–»Sería un disparate negar mi participación en Los Redondos. Lo sienten así y está bien. Represento otra vertiente, otro perfil, otra mirada».

 

El inicio del recital estaba previsto para las 21 hs pero comenzó una hora después, terminando cerca de las oo hs. Algo de esa mítica esencia ricotera tampoco faltó y los fans que esperaban entrar lo reflejaron con banderas y remeras de la banda que se separó en octubre de 2001.

Mientras se escuchaba “No existe rosa que no tenga espinas” perteneciente al tema Arcano XIV con el que Skay Beilinson decidió dar comienzo al show, fotógrafos y camarógrafos salteños esperaban al costado del escenario. Uno de los organizadores había dado la orden que en los dos primeros temas quedaba explícitamente prohibido tomar imágenes: “No quiero ninguna foto de esos temas”, fue la misiva porteña a los trabajadores.

“Oda a la sin Nombre”, del álbum “A través del mar de los Sargazos” fue el segundo tema de la noche. Luego Skay y Los Fakires integrado por Oscar Reyna en guitarra, Claudio Quartero en bajo, Javier Lecumberry en teclados y Topo Espíndola en batería, prosiguieron a tocar temas del Engranaje. Los salteños presentes pudieron escuchar además un estreno, “Es la primera vez que lo tocamos”, mencionó el flaco.

Aunque adentro todo se produjo con tranquilidad, afuera y antes de que terminara el recital un grupo de jóvenes que se apostaban a entrar, recibieron balas de goma de los uniformados presentes que con ellas intentaron “despejar” el lugar. Adentro y en pleno “agite” antes de que comenzara el espectáculo, entre medio de rondas y saltos se escuchó cantar “¿Dónde está Santiago Maldonado?”, para recordarnos que el rock nunca se aleja del contexto social y político.

La banda íntegramente formada por hombres (No se la vio a la negra Poli), también tocó algunos temas de “La luna hueca” (2013) y de los propios Redondos escritas por Skay. “Esa estrella era mi lujo” y la canción del pogo más grande del mundo también se hicieron presentes en la noche salteña. Justamente fue “Jijiji” el último tema del show que dejó en evidencia que el espíritu de los Redondos siempre sobrevuela.

“Hay un portal, una escalera y un manantial, una canción en altamar navío para tu corazón”. “Ésta es la historia, la historia de un hombre común”. “Se viene acercando el tren, viene aullando por las vías, atrás quedó la última estación del pasado que se fue”, y hasta temas del disco Talismán (2004): “Nunca fuiste calle ancha, avenida o bulevar, no tuviste las vidrieras ni las luces de neón, en tus muros crecen flores, callejón”: fueron algunas de las letras desplegadas por el sensible hombre de 65 años que contó que en los años 70 vivió en esta provincia, porque su padre había comprado unas tierras a 100 kilómetros de El Galpón, por San José de Horquera cerca del dique El Tunal.

Un Skay de sombrero y camisa como acostumbra ser su atuendo, y de pocas frases decir en medio del show, se despidió diciendo: “Hermosa Salta”, y confirmó con sus palabras que quizás exista una parte buena de esa melancolía que nos acerca a momentos, lugares y personas.