La organización Pro Mujer nació en Bolivia y luego se expandió a varios países de América del Sur. En ella se incentiva a mujeres para generar microemprendimientos. Conversamos sobre este tema con participantes y sus encargadas en Salta, donde está la oficina Nacional. (Stephanie Tiemersma)

Pro Mujer nació en El Alto, Bolivia, por iniciativa de Carmen Velazco y Lynne Patterson. Ellas estaban preocupadas por el nivel de marginación que había en el vecino país y juntas iniciaron un proyecto cuyo fin era otorgar capacitación de forma gratuita a mujeres de escasos recursos: se enfocaron en la educación, la salud, la planificación familiar y el desarrollo infantil. Pasado un tiempo y luego del análisis de varios casos, notaron que uno de los principales problemas de la marginación femenina era la falta de ingresos para sustentar a su familia. Así fue que empezaron a elaborar un programa de microcréditos, capacitación empresarial y servicios de salud. Esto permitiría que una mujer lograra su ansiada independencia económica. La idea se expandió por toda América Latina y en noviembre de 2005 llegó a Argentina.

La oficina nacional administrativa de Pro Mujer se encuentra en Salta porque nuestra provincia es una de las zonas con mayor concentración de población vulnerable y de escasos recursos en Argentina. Según datos del INDEC en el último semestre del año 2016, la pobreza por personas en Salta se ubicó en el 33.2% en tanto que el porcentaje de indigencia correspondió al 6.7%. Por su parte, a nivel nacional, el índice de pobreza se ubicó en un 30.3% y la indigencia en un 6.1%.

“Este es un programa de inclusión financiera. Es un lugar donde las personas que no son consideradas por el sistema bancario, quien no puede darles un crédito, pueden construir un historial crediticio empezando en Pro Mujer. Pueden comenzar su carrera como emprendedoras acá. Con ese historial crediticio ellas demuestran que tienen disciplina de pago. Es un sistema que, a diferencia del banco que nunca te ve la cara, nosotros damos capacitaciones una vez por semana y guiamos a las mujeres para que puedan poner su propio emprendimiento”, nos explica Denise Ferreyra, directora general de Pro Mujer.

Cada pago del crédito va acompañado de una reunión de educación financiera. La organización generalmente trabaja con personas que hace mucho tiempo están alejadas del sistema educativo por lo que se debe empezar con microenseñanzas. Se ve un tema específico en cada encuentro. Los créditos, al igual que las capacitaciones, se dan de manera grupal por lo que quien quiera empezar un negocio debe reunir un grupo de mujeres y contactarse con las oficinas de Pro Mujer, que están ubicadas en diferentes puntos de la ciudad de Salta. El margen de edad es de 18 a 70 años inclusive y se necesita sólo el DNI y una factura que certifique el lugar de domicilio: “Este sistema en grupos es muy importante porque nos permite determinar con qué profundidad llegamos a las capas sociales más vulnerables: mientras menor sea el monto del crédito, más cerca estamos de las capas sociales bajas. Además nuestras clientes no sienten que están solas contra el mundo, tienen en quienes apoyarse”, nos comenta Ferreyra.

Este sistema de microcréditos surge en Argentina con la crisis de 2001 y está avalado por la ley 26.117 que fue sancionada en junio de 2006. Ella versa que “se establece  la promoción y regulación del microcrédito, a fin de estimular el desarrollo integral de las personas, los grupos de escasos recursos y el fortalecimiento institucional de organizaciones no lucrativas de la sociedad civil que colaboren en el cumplimiento de las políticas sociales”. De esta ley parte el sistema que rige a Pro Mujer.

Jorge Paz, director del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (Ielde), hizo un estudio para saber el porcentaje de hombres y mujeres que forman parte del sistema laboral. Salta se ubica por encima de la media nacional: 42 de cada 100 mujeres en el país están insertas laboralmente. En nuestra provincia el 45% de las salteñas pertenece al mercado laboral mientras que la cifra sube al 70% en el caso de los hombres. En relación a esto, Denise afirma que es alarmante la diferencia entre ambos sexos y que además a las mujeres se les paga un 29% menos que a los hombres.

La directora general de Pro Mujer nos comenta que las amas de casa son consideradas por Nación como población económicamente no activa: “Esto de ser ama de casa no siempre es una elección. A veces es la única alternativa de una mujer de bajos recursos que no ha tenido buenas oportunidades educativas  con lo cual enfrenta el mercado laboral con desventaja. El puesto al que puede aspirar en el mercado es el de empleada doméstica o niñera. Son mujeres que necesitan fuentes de ingreso y no tiene nadie que pueda cuidar el hogar”, nos relata Ferreyra.

 “Yo en el tiempo que entré a Pro Mujer, tenía los chicos chicos así que trabajaba con los tejidos, los hacía estudiar a ellos y con eso conseguí que los dos se reciban de la secundaria y a una la tengo en la universidad”, nos comenta Margarita Maidana, integrante de Pro Mujer y dueña de un emprendimiento de indumentaria colegial.

“Nosotros trabajamos con una metodología distinta al típico emprendimiento que pone toda la inversión junta. Estos son negocios que se van armando por inversión progresiva. En un primer crédito compran materia prima y trabajan a mano, en el segundo crédito compran una máquina y de esta manera van armando su negocio y también cuentan con un endeudamiento progresivo” nos informa Denise. También nos comenta que hay personas que con la mejor intención se lanzan a comprar una maquinaria, piensan en todos los recursos que tienen y se olvidan de que deben comer todos los días. “Nosotros ayudamos a entender que están emprendiendo un negocio para la subsistencia, pero que a la vez están subsistiendo”, nos explica Ferreyra.

Si bien Pro Mujer hace hincapié en personas de escasos recursos, las puertas están abiertas para todas las mujeres: “Hay cuestiones que no distinguen nivel económico, un caso es la violencia de género. Pero también hay mujeres que quieren simplemente independizarse. Yo tuve una cliente que una vez me dijo ‘yo creí toda la vida que no era pobre, hasta que mi marido de un momento a otro murió y yo me di cuenta que no sabía hacer nada’. Esto puede pasarle a muchas mujeres, por eso nosotras trabajamos mucho en lo que es el empoderamiento” sostiene Denise y nos comenta sobre el caso de una jubilada que una vez que abandonó el trabajo se sintió desesperanzada, pero cuando empezó con su pequeño emprendimiento de disfraces sintió que “volvía a nacer”: “Una de las cosas que más me gustan es cuando vienen mujeres mayores a hacer sus emprendimientos porque, aparte de que están más libres porque sus hijos crecieron, tienen más experiencia y se equivocan muy poco. Además son muy creativas”, nos relata la directora de Pro Mujer.

Esta organización, además, trabaja en articulación con otras entidades y funciona como “incubadora”, es decir, como organización que asesora a dueños de microemprendimientos para que estos puedan convertirse en una PyME. Los ayudan con un plan financiero para que su negocio siga creciendo.

Pro Mujer tiene sucursales en distintos lugares de la ciudad, pero la oficina central está en la calle Jujuy 215 y ante cualquier duda se pueden comunicar al 4311447: “Es un lugar donde se fortalece la confianza, donde se comparte, donde nuestras mujeres logran un espacio en el que se sienten importantes y valoradas. En este lugar, empoderamos a la mujer” afirma Mariela Rodríguez responsable de atención al cliente.