El procurador general, Pablo López Viñals, consideró que se deben convocar elecciones en Tartagal, donde Sergio Leavy abandonó la intendencia en diciembre para asumir la diputación nacional dejando a su hermano como sucesor y negándose a convocar nuevos comicios. Alfio Bustos

Esta semana, el procurador general de la Provincia, Pablo López Viñals, dictaminó que la Corte de Justicia debería imponerle al gobierno de Juan Manuel Urtubey que convoque a elecciones para cubrir el cargo de intendente que dejó Sergio “Oso” Leavy en diciembre último, cuando asumió como diputado nacional.

Desde entonces, con una decisión digna de monarquía de linaje, Leavy omitió los pedidos de algunos concejales de Tartagal sobre un nuevo acto comicial y dejó como sucesor suyo al hermano, Luis Eduardo Leavy, quien por entonces presidía el cuerpo deliberativo y ahora ocupa un cargo para el que no fue votado aunque ostenta el mismo apellido de quien aparecía en la boleta que los tartagalenses pusieron mayoritariamente en los sobres durante la última elección a intendente.

Marcelo López Arias, ministro de Gobierno, respaldó el autoritarismo “clánico” de los Leavy argumentando que no había recursos económicos para convocar una nueva elección.

Pese a los reclamos de opositores y preocupados por la salud institucional del municipio norteño, el Ejecutivo provincial hizo caso omiso de la grave situación y no ha tomado cartas en el asunto. No es que Urtubey sea renuente a arbitrar en la vida política de los municipios, pues es el gobernador que ostenta más intervenciones a municipios en la historia democrática de Salta; sino que la pasividad de la Provincia respondería, por el contrario, a las buenas relaciones con el diputado nacional, quien el año pasado se puso el traje de opositor tras una década acompañando al oficialismo.

Ante esa pasividad del Ejecutivo provincial en cuanto al autoritarismo del clan Leavy en Tartagal, el abogado Roque Rueda y el legislador Mario Mimessi, de la Unión Cívica Radical (UCR), acudieron a la Justicia para que otorgue una bocanada de democracia al emirato enhebrado por el exintendente y su hermano.

Por el momento no hay definiciones al respecto, pues el dictamen del procurador no tiene carácter de sentencia, tipo de resolución que deberá sancionar el máximo tribunal provincial. De igual modo, no deja de ser una señal ostensible que López Viñals, acostumbrado a seguir sin chistar las voluntades de Urtubey, reaccione ante la presentación de la UCR por encontrar grave el manoseo a la democracia que se está realizando en la ciudad del norte.

Restará esperar el fallo de la Corte de Justicia, que bien podría hacer descansar en escritorios inabarcables esta causa y así evitar tomar cartas en el asunto antes de que, el año que viene, por calendario electoral ordinario, las cosas se normalicen automáticamente.

El emirato progre de Tartagal  goza del respaldo político del gobernador, evidentemente menos lejano a Leavy de lo que quieren creer los votantes del Oso, y da cuenta de una lógica política que no dista demasiado de lo que podría hacer un autócrata cuando abandona el poder: elegir su sucesor, haya o no haya elecciones.

Oposición cháchara

El año pasado, Sergio Leavy tuvo el tino observar que una oportunidad importante se presentaba en el escenario electoral salteño: no había candidatos para captar el voto del peronismo progresista, desencantado por las posiciones del gobernador y celoso de apoyar a los candidatos que participaron de su frente: Andrés Zottos y Adrián Valenzuela, ninguno formado en la doctrina del General.

Todo un espectro de bases reformistas, con sensibilidad social y nostalgias del neodesarrollismo kirchnerista, se volcó al Oso como figura indiscutible de quienes denostan las prácticas del neoliberalismo. No obstante, Leavy demoró poco tiempo en dar cuenta de sus vicios autoritarios y sus reservas conservadoras, muy en sintonía con las políticas de cualesquiera monarcas todopoderosos.

No fueron pocos los que en 2017, tras su abrupta salida del oficialismo provincial, desconfiaron sobre los ideales que habían movilizado al Oso Leavy a distanciarse del gobernador Urtubey. Con efusiones progresistas y una tosca manera de querer vincularse con Cristina Fernández, no demoró en mostrar que no estaba tan a la izquierda del mandatario, por ejemplo con la discusión que se abrió hace algunas semanas con respecto al aborto.

Más allá de aquella oportunidad electoral que Leavy aprovechó el año pasado, no se le conocen políticas, trayectoria o proyectos que vayan en línea con una disidencia real ante los posicionamientos del gobernador salteño.

Tanto así que en los últimos tiempos Leavy no sólo blanqueó que nunca había abandonado el rebaño, pidiendo abiertamente elecciones internas en el oficialismo en miras a 2019, sino que además se ocupó de delimitarse del intendente Gustavo Ruberto Sáenz sin descartar acercamientos con el mandatario o sus más fieles laderos del Grand Bourg.

Por cierto, la pátina de opositores que usaron en 2017 los integrantes del Frente Ciudadano para la Victoria, la semana pasada volvió a resquebrajar el integumento: la diputada provincial Isabel de Vita recibió licencia en un cargo político que ostenta en un ministerio de la administración provincial a la que dice combatir en la Legislatura, adonde ocupa una banca de opositora. Evitó dimitir priorizando sus ideales declamados en campaña, simplemente se tomó licencia para jugar a la oposición unos meses, línea que estarían siguiendo todos/as los que acompañaron a Leavy el año pasado.