Tras los resultados del domingo, el “Indio” Godoy reunió al “Oso” Leavy con Urtubey, quien precisa ahora del destratado Partido de la Victoria para estirar los números de las PASO en octubre para revalidar con hechos lo que su entorno dice que es: un líder regional de proyección nacional. (Daniel Avalos)

Los números salteños de las elecciones primarias le mostraron al oficialismo local que no hay liderazgos absolutos ni victorias completas. A tres meses de su contundente triunfo en la provincia y tras apostar decididamente por las candidaturas de Daniel Scioli y Javier David, Urtubey no garantizó que el primero alcanzara los porcentajes contundentes de otras provincias del NOA ni tampoco que la lista de diputados oficial repitiera lo ocurrido en 2011. Aquella vez, además de sellar el ingreso tres diputados, los tres candidatos contaban con la bendición del Gran Bourg.

Los números y las comparaciones dan cuenta de esa victoria que no satisfizo del todo. A nivel local, los 250.580 votos que el frente oficial cosechó con sus dos listas representan el 43,96% de los votos. Número y porcentaje muy inferiores a los alcanzados en las PASO 2011 cuando Pablo Kosiner, Cristina Fiore, José Vilariño y Susana Canela cosecharon 328.111 votos que significaron un 60% de los votos. Eso no es todo: el hombre que recibió todo el apoyo del aparato estatal, Javier David, encabezó una lista que por sí sola cosechó 170.406 votos que supuso un 29,89% de los votos provinciales. Ni siquiera en la capital, David pudo mantener los votos logrados en mayo último cuando disputando la intendencia capitalina consiguió 95.887 sufragios que el domingo se redujeron a 88.038 que representaron el 32.38%. Es más, en la capital provincial, la candidatura presidencial de Daniel Scioli quedó por debajo del Frente UNA que con las figura de Sergio Massa y José de la Sota sumó 99.277 votos contra los 93.369 de Scioli.

Con respecto a lo ocurrido con la lista de candidatos a diputados nacionales, es cierto que en el 2011 la lista oficial estaba integrada por el Partido de la Victoria y ahora no, aunque el detalle no logra disimular desordenes numéricos y políticos. Lo primero ya fue mencionado; lo segundo, en cambio, está relacionado con las heridas provocadas durante lo que por momentos fue una encarnizada lucha entre el Grand Bourg y el Partido de la Victoria. Internas que arrojaron conclusiones y algunas secuelas: el PdV no puede ganarle al Grand Bourg pero posee una capacidad de daño considerable. Algo que el Grand Bourg busca evitar y para ello parece haber sacado de la mesa de “reconciliación” a la persona que el Partido de la Victoria identificó como el cirujano frio que destrato a esa fuerza a la hora del armado de las listas y que luego quiso debilitarla cooptando sus intendentes. Ese hombre es Juan Pablo Rodríguez, el ministro de gobierno y brazo ejecutor de los planes que Urtubey. Armador político que sin dudas seguirá susurrándole planes al gobernador, aunque en esta coyuntura no podrá hacer de interlocutor entre el oficialismo y la fuerza que comanda el intendente de Tartagal: Sergio “Oso” Leavy.

Diplomacia india

El rol de nexo entre el Grand Bourg y el Partido de la Victoria fue ocupado en la semana por el presidente de la Cámara de Diputados: Santiago Godoy, el hombre que desde su rol parlamentario teje relaciones con diputados de toda la provincia. Los menos godoicistas aseguran que la celeridad del “Indio” para ir en búsqueda del Partido de la Victoria fue producto de un encargo del propio Grand Bourg; los más godoicistas dicen que no, que el “Indio”, siempre rápido de reflejos, fue al encuentro del “Oso” Leavy para apaciguar las aguas y reconstruir tejidos. Todos los consultados, sin embargo, aseguran que la charla fue más bien criolla, de esas que suelen protagonizar los políticos de larga trayectoria y apegados más a los pactos que siempre presuponen algún tipo de vínculo amistoso entre las partes y que recelan de los contratos que redactan y se obligan a cumplir los dirigentes más jóvenes que carecen de grandes tradiciones militantes.

Lo indudable es otra cosa: un día después de las elecciones el “Oso” y el “Indio” efectivamente se reunieron, los involucrados salieron de allí hablando sobre la necesidad de sacrificar las pequeñas y secundarias diferencias para abrazar el común y central objetivo de garantizar el triunfo de Scioli en octubre y conseguir tres bancas para los representantes del oficialismo local. El martes ambos concretaron una reunión con el gobernador en donde empezaron a lavar las heridas provocadas por los sablazos de la interna. El éxito de las negociaciones inflamó de protagonismo a Godoy y Leavy, mientras Juan Pablo Rodríguez y José Vilariño que habían hegemonizado los titulares políticos en los últimos meses salieron de la escena mediática. El primero porque seguramente reconoce la importancia que poseerá el Partido de la Victoria para las pretensiones del oficialismo de cara a octubre; el segundo porque entre ofendido y moralmente quebrado simplemente decidió volatilizarse por un tiempo.

Urtu necesidad 

El éxito de las gestiones de Godoy obedeció a sus vínculos personales, el estilo y también el conocimiento de los axiomas justicialistas. Las urgencias del oficialismo de la que Godoy es parte, hicieron el resto. Lo del axioma se relaciona con esa sentencia de Perón que todo justicialista que se precie de tal respeta como un católico practicante obedece los mandamientos: en política, los amigos y los enemigos son siempre transitorios y lo único permanente son los intereses. Y en tanto los intereses de Urtubey no han quedado bien resguardados tras los resultados del domingo, la operación se puso en marcha para que lo explicitado por el propio Urtubey y su entorno no quede tan divorciado de la realidad: el primero se proclamó delegado de Scioli en el interior (Ámbito Financiero 5/8/15) y los segundos aseguraron que el mandatario es una especie de director técnico del sciolismo.

Ni lo uno ni lo otro se expresó en Salta el domingo. Lo menos que se puede esperar de un delegado es que garantice que nada se desordene en su comarca, tal como ahora pueden presumir los gobernadores de la región. De las cinco provincias del NOA, sólo en Jujuy Daniel Scioli sacó un porcentaje menor al salteño: 41,62% contra el 43,80% de Salta. En Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, Scioli superó el 50% de las adhesiones (57%, 66,03% y 51,59% respectivamente) y en provincias como Santiago que posee un padrón inferior al salteño logró más votos efectivos: 300.798 votos contra los 263.552 cosechados por Scioli en la provincia. Si uno traslada el cálculo al denominado Norte Grande, descubre lo mismo: en provincias con menos votantes que en Salta los porcentajes fueron ampliamente supriores al salteño (54,65% en Chaco, 60,14% en Formosa, 50,24% en Corrientes y 57,44% en Misiones), como así también los votos efectivos. En Chaco sumó 325.645 votos, en Corrientes 287.266 y en Misiones 353.515.

Números y porcentajes que hacen tambalear la pretensión de dirección técnica que por definición futbolera, es aquel que evita las improvisaciones, controla la libertad de los jugadores que dirige y eleva al máximo el rendimiento de los mismos. Como eso tampoco ocurrió, la necesidad “U” es la de subir los números en la contienda de octubre. Algo que requiere negociaciones palaciegas como las que encaró Godoy para contener al Partido de la Victoria que ya ha dado muestras de haber digerido el fin parlamentario de José Vilariño, pero que sentándose a la mesa de negociaciones ha ganado un tiempo corto pero valioso que le permite sumar algunos amigos y acondicionar el escenario para negociar en mejores condiciones un armisticio ventajoso.