La liberal Fundación Mediterránea asegura que “la economía mejora en todos sus frentes” pero advierte que todavía existen problemas que el gobierno no resuelve como el déficit fiscal y comercial y la inflación. (G.T.)

Un reciente informe de la liberal Fundación Mediterránea, siempre consultada por lo más influyente del empresariado argentino, asegura que “la economía mejora en todos sus frentes” pero advierte que “hay desafíos que no conviene ignorar”. Además, precisa que existen “señales de alerta” y riesgos a corto y mediano plazo.

“Se estima que el empleo y el nivel de actividad han crecido un 3% y un 5%, respectivamente, en el tercer trimestre respecto del segundo. Los indicadores de consumo también repuntan y en octubre la tasa de inflación descendió un escalón, aunque su trayectoria no converge al objetivo oficial” precisa el documento elaborado por Gustavo Reyes y coordinado (en un trabajo profesional más amplio) por Jorge Vasconcellos, economistas del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana de la Fundación Mediterránea, y proyecta que para el año próximo “se proyecta un PIB creciendo a un ritmo similar o superior al actual y una tasa de inflación menor”.

Pero de inmediato alerta que Argentina supera el promedio de los países emergentes en términos de déficit fiscal (mayores egresos que ingresos) y comercial (mayores importaciones que exportaciones). “Los ‘déficits gemelos’ tienen implicancias de mediano plazo que deben ser consideradas” advierte y añade que “el abultado rojo fiscal complica el objetivo de reducir de un modo más agresivo la presión tributaria, a la vez que la forma en que se financia ese desequilibrio afecta al tipo de cambio real y la performance exportadora”.

El documento aclara que la recuperación comenzó a fines del año último pero puntualiza que “en los últimos trimestres los signos de reactivación mejoraron notablemente”. “Aún con cifras preliminares, en el tercer trimestre tanto el empleo como el nivel de actividad aceleraron su ritmo de crecimiento” precisa e identifica al agro y la construcción como los sectores más dinámicos y a la minería y los servicios de gas, electricidad y agua como las excepciones a ese crecimiento general.

Influenciado por la mejora en el empleo y, según dice el documento del IERAL, y en el poder adquisitivo de los salarios, también creció el consumo. Y, de la mano del repunte de la construcción y de la actividad empresarial y la compra de bienes durables (equipamientos y maquinarias) la inversión. Y, aunque dista mucho de las metas del Banco Central, se redujo la tasa de inflación.

Alerta, alerta

El optimismo de las primeras páginas del “Informe de Coyuntura” del IERAL coexiste con el reconocimiento de algunas “señales de alerta”. “La evolución del gasto público primario (sin intereses, ni inflación, ni estacionalidad) muestra que lentamente comienza a ajustarse aunque los niveles de déficit fiscal proyectados aún son muy elevados” revela y añade que “por el lado de las exportaciones, también aparecen luces amarillas”.

“Las proyecciones de la Balanza Comercial para este año y el siguiente muestran un déficit y un balance también negativo para la Cuenta Corriente” advierten sin eufemismos los economistas Reyes y Vasconcellos que estiman un déficit comercial 60% más alto que el promedio de los países emergentes.

“El factor que más explica el déficit de Cuenta Corriente es el desequilibrio fiscal” dice el reporte y advierte que ese “desequilibrio” del gobierno se financia con emisión monetaria y con endeudamiento (en su mayoría) externo. Las consecuencias de ese “financiamiento” generan problemas en el corto y mediano plazo para recuperación económica. “En el mediano plazo, el alto déficit fiscal complica el objetivo del gobierno de reducir sustancialmente la elevada carga impositiva (esto explicaría la limitada baja prevista en la reforma impositiva nacional de 1,5 puntos porcentuales del PBI entre 2018 y 2022) y en el corto plazo el financiamiento monetario le agrega presión al proceso inflacionario complicando aún más la tarea al Banco Central” avisa.

Riesgo país

El trabajo de los especialistas del IERAL advierte que cualquier evento que encarezca o reduzca el acceso a los fondos externos como el Efecto Tequila de fines de 1994 o la Crisis Internacional del 2008 “puede complicar sustancialmente la dinámica de crecimiento de Argentina, que actualmente es financiada en gran parte con fondos externos”.

Otro de los riesgos en el corto plazo es la alta tasa de interés real fijada por el Banco Central a través de las Lebacs. “Los efectos nocivos de este instrumento no deberían ser ignorados” sugiere el documento y explica que “el efecto más directo de las altas tasas es la repercusión sobre la dinámica del consumo privado ya que por un lado incentivan el ahorro y por otro lado afectan al financiamiento con tarjetas de crédito, préstamos personales y prendarios”. De acuerdo a los economistas, las altas tasas de interés pueden tener efectos nocivos sobre la dinámica del consumo y sobre el patrimonio del Banco Central y también “incentivar la entrada de capitales externos que afectan negativamente la evolución del tipo de cambio real, acentuando el atraso cambiario”.

El informe describe otros riesgos que el gobierno nacional del presidente Mauricio Macri y el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne deben considerar: que la economía continúe siendo cara con respecto al resto del mundo “y mantenga el atraso cambiario, la fuerte presión impositiva y la baja apertura al comercio internacional” y que no mejoren la productividad y la tasa de inversión porque “sin logros importantes en estas variables, las posibilidades de crecimiento de mediano plazo de nuestro país no diferirán sustancialmente de las medias históricas, que han sido muy bajas”.

“El principal riesgo de mediano plazo es que el desbalance de las cuentas fiscales no se reduzca firmemente en los próximos años” advierte finalmente y sentencia que “si esto no sucediese, el actual financiamiento mediante deuda dejaría de ser posible y con él, el proceso de desinflación no resultaría sostenible en el tiempo”. “Sin acceso al crédito, la magnitud del actual déficit fiscal requeriría un piso inflacionario (emisión monetaria y devaluación del peso) cercano al 70% anual” concluye el dosier difundido la semana última.