La docente y artista Milagros del Valle Ibarra asegura que las políticas culturales de la provincia no tienen en cuenta a los artistas emergentes. Indica que se le da cartel a los mismos de siempre y que no existe un fomento adecuado para el desarrollo local. Mientras tanto, las obras under hacen lo que pueden. (Roberto Rojas)

Una de las quejas más frecuentes de los artistas de Salta es que no existen políticas culturales que los ayuden a progresar. No pueden dar a conocer sus obras, no tienen lugares para presentarse, ni dinero para publicarlas. Notan que se hace difícil ingresar al listado de beneficiados, que suelen ser los mismos, achicando el circuito y quitando las oportunidades.

Milagros del Valle Ibarra es pedagoga, docente y artista. Desde hace varios años se mueve entre los ciudadanos más pequeños de la ciudad, brindando talleres y montando shows de interacción, pequeños, sin acrobacias que deslumbren ni luces que encandilen. Con su espectáculo Las Mily y Unas, que lleva adelante desde 2012, intenta alcanzar la sensibilidad de los chicos.

“No sé si soy completamente artista. Te legitima el público”, asegura, antes de comenzar a analizar la vida cultural de una provincia que pudo recorrer con sus espectáculos de lecturas, juegos y canciones.

“Hago una distinción entre trabajo y artista. Porque puntualmente no podría vivir de una asistencia artística de 1.500 pesos que en este momento ofrece el Ministerio de Cultura. En esta situación deben estar varios compañeros más. Vas, cantás y cobrás eso. Es para todos. Si yo soy sola, es para mí. Una banda de diez músicos, no sé cómo hará”, dice.

Y agrega: “Si un ministro pone como decisión política que todos los artistas que pasen por el Ministerio de Cultura cobren 1.500 pesos, ¿por qué hay otros que cobran más? Se intenta poner a todos en un mismo lugar, cuando no están todos en el mismo lugar. A todo esto le sumás las complicaciones que tienen para la obtención de sala. Por ejemplo, mi espectáculo no es para el aire libre. Eso es una limitación. El artista tiene que ser coherente con sus limitaciones. Yo no puedo cantar al aire libre si busco una interacción.”

Para Milagros, el artista local tiene que rebuscárselas, vivir de otra cosa mientras intenta abrirse camino. “El artista se mueve por otros deseos, que no son del ritmo político. Y su mirada va más adelantada a una mirada revolucionaria, rebelde, de crítica. El funcionario no logra trabajar mano a mano con el artista. Este año, si he tenido logros, fue porque yo me acerqué”, dice.

Fomento que no hay

Milagros opina que la política cultural actual no alcanza porque no está pensada a largo plazo. “No es ‘te doy la Plaza España y el que pase que te aplauda’. Así seguimos en lo mismo. Hay disconformidad. Un proyecto desde Cultura tiene que tener una sustentabilidad en el tiempo. Además de la asistencia artística, tendría que haber proyectos que tengan una duración de tres, seis meses”, asegura.

Para graficar su postura, Ibarra pone como ejemplo al Fondo de Desarrollo Cultural, que este año repartió más de dos millones de pesos entre 86 proyectos diversos. “El Fondo te da plata. ¿Hay una continuidad, una evaluación sobre eso? ¿O es ‘saco mi CD y que me lo compre el que escuche’? Estamos en la misma situación que vamos a cantar y que me aplauda el que me vea. Tendría que haber una regulación, saber para adónde se va”, expresa. “Falta un fomento y una promoción con criterio”, concluye.

El arte, el artista

Falta una política cultural de desarrollo a largo plazo, ¿pero el artista salteño hace todo lo que está a su alcance para lograr sus objetivos? Además, ¿el Estado está obligado a fomentar todo?

Milagros reconoce que desde el sector artístico local “algo falla”. “Hay una queja permanente”, expresa. “El artista está cargado de ego y quiere ya el escenario. El escenario se va construyendo con tiempo. A veces te hacés artista en el escenario”, completa.

Con todo, considera que más allá de las flaquezas de los artistas, “el Estado debe cubrir con gran parte y tratar de que la porción sea pareja para todos. Tendrán que ver cómo reorganizar los espacios públicos y privados. A mí no me serviría una sala Juan Carlos Dávalos, me serviría una sala Mecano (más pequeña que la anterior). Ellos también tendrían que convocar a los artistas o sondear por dónde podría ir ese hilo, para que el sistema de Cultura no sea expulsivo para el artista. Hay un mecanismo de bloque tan fuerte que el artista se agota”, indica.

“Hay que abrir espacios alternativos. Giras barriales. En los barrios vas a cantar y volvés. No hay proyectos a largo plazo. Los espacios que han ido apareciendo (La Ventolera, El Túnel, El Teatrino, etc) hicieron un grupo y espero que no estén separados de lo Institucional, porque el Ministerio tiene obligación con ellos. En lo Institucional se encuentran muchos beneficios. Tenés avales. Fui hace poco a un congreso en Mar del Plata y tuve el aval de la Secretaría para poder asistir”, cuenta.

La difusión es otra pata que podría considerarse floja, en un ambiente en el que no hay muchos partes de prensa y los medios suelen copiar y pegar lo que les llega a sus casillas de correo, sin profundizar demasiado en los contenidos de las obras que promocionan o la capacidad de los artistas que las llevan a cabo. Sin embargo, para Milagros, cualquier mención es buena: “Los medios también cumplen una gran función. Si no me ayudaran los medios no sería escuchada. Habría hecho un tallercito en la pieza de mi casa, al fondo”.

El ejemplo de afuera

En noviembre se realizó en Mar del Plata el Congreso Latinoamericano Niñez Adolescencia y Cultura. Salta estuvo representada por Milagros, Matías Canepa, Mario Bravo y Ricardo Villada. Durante cuatro días se debatió sobre la niñez. Tuvo como objetivos celebrar el 25º Aniversario de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Propiciar un espacio de intercambio de experiencias. Debatir sobre el estado actual de aplicación de los derechos del niño en general y, en particular, los derechos culturales. Escuchar a niños y jóvenes. Difundir los derechos de niños en general y los derechos culturales, en particular. Celebrar un año más de Causa Niñez. Difundir a nivel local, provincial, nacional y latinoamericano el accionar de Causa Niñez.

Tras esta experiencia, Milagros volvió convencida de que el artista salteño podría conseguir mayores logros que los obtenidos hasta el momento.

“El artista es un ser complejo y amplio, no seremos todos amigos, pero podemos organizarnos. Es algo que existe en otros lugares. Vi mucha militancia de los artistas en Mar del Plata. Hacen todo al aire libre: militancia de derechos, promociones. Eso me impactó muchas. Consiguieron un Consejo de la Niñez, donde articulan cuestiones del arte, derechos y la cultura para niños y adolescentes. Eso me sorprendió, porque hay derechos culturales que tienen los niños, que yo no lo sabía: derechos a una plaza, a que el arte llegue a tu barrio. Hay una organización de mirar eso y cómo llevarlo”, explica.