Luego de que se comprobara que la agencia de inteligencia del país “espiaba” a Elisa Carrió, el escándalo desató una caza de brujas entre los espías que son sometidos a la máquina de la verdad que usaba Chiche Gelblung en sus programas de TV.

“Fueron nueve seguimientos y cinco escuchas a Carrió. A todo el personal que estuvo directa o indirectamente vinculado con eso lo están pasando por el polígrafo, la ‘máquina de la verdad’, como la que usaba Chiche Gelblung en sus programas de televisión”. El detalle lo relata a Clarín un agente de la AFI que es testigo directo de la caza de brujas desatada en el organismo tras la publicación del espionaje ilegal sobre Elisa Carrió en Paraguay. “Los cerebros jurídicos es LeonardoBergrot -un abogado que era cercano a Stiuso- y Hernán De Mártire. Están bajo la lupa catorce personas, incluso uno en Paraguay a quien en estos días se le murió la mamá”, detalla la fuente. Si este otro delirante capítulo del espionaje ilegal de la Agencia Federal de Inteligencia se comprobara -siempre es difícil comprobarlo- la prometida investigación para dilucidar qué pasó en Asunción con el espionaje ilegal a la candidata de Cambiemos en Capital es en verdad un sumario interno, cuyos resultados serán secretos. Todo muy transparente.

El escándalo por la vigilancia interna fuera de la ley sobre la que viene informando Clarín no se restringió al seguimiento de Carrió en Paraguay ni a las escuchas de sus conversaciones políticas y privadas. La diputada también sería “caminada” -vigilada personalmente- en el país, por personal de la Dirección de Contrainteligencia de laAFI, vieja guarida de Stiuso en la calle Estados Unidos y que ahora está bajo el mando de Diego Dalmau Pereyra, un hombre de máxima confianza de la subdirectora del organismoSilvia Majdalani.“La siguen con gente y autos, tanto propios como de agentes inorgánicos o ‘tercerizados’, para evitar huellas”, explicó a este diario hace un mes un espía que reporta en esa base de la AFI. “Dalmau también organizó así el seguimiento a Juan José Gómez Centurión el año pasado”, dice la fuente.

El espía se refiere a la puntillosa vigilancia que la Agencia de Inteligencia desplegó sobre el jefe de la Aduana entre julio y agosto del año pasado, sobre la cual Clarín informó -con fotos y facsímiles de los partes de los agentes- el 2 de septiembre pasado. Paradojas del destino: esa violación a la ley escandalizó a una legisladora, que el 7 de septiembre pidió a la Comisión Bicameral de fiscalización de los organismos y actividades de inteligencia que inicie una investigación en el Congreso. ¿Su nombre? Elisa Carrió. ¿El resultado de aquel reclamo? Nulo.

Pero volvamos a las escuchas ilegales, que no sólo tienen como objetivo a la diputada chaqueña. Para pintar con un barniz de legalidad lo que no la tiene, la AFI recurre a una herramienta polémica, que sólo puede utilizar con ayuda -o complicidad de algunos jueces: las “precausas” judiciales. Se trata de “investigaciones” que los espías inician por su cuenta, previo pedido genérico a algún juez para que autorice escuchas y seguimientos “que permitan establcer si se está cometiendo algún delito complejo”. En muchos casos, esos jueces ni siquiera conocen a quiénes pertenecen los números que con su firma autorizan a pinchar “transitoriamente”.Después, ese expediente se destruye sin que quede ninguna huella.

Dos jueces tienen causas que investigan estas maniobras, de las que la AFI abusó gracias a otro ahijado de Majdalani, el fiscal Eduardo Miragaya, también cercano a la jueza María Servini. Pero -tal como informó La Nación- Miragaya participó de oscuras tratavivas con Lázaro Báez y sus hijos para “gestionar” sus declaraciones. Las desprolijidades del fiscal terminaron con su salida de la AFIel mes pasado. Pero Clarín supo que, ya en la calle, le habría advertido a algunas víctimas de las escuchas ilegales lo que hacían con ellos. Entre ellas, este diario supo que uno de los avisados habriá sido el gremialista Luis Barrionuevo. Otros sindicalistas también habrían sido objetivo del espionaje: Hugo Moyano, Roberto Baradel y Omar “Caballo” Suárez.

Fuente: Clarín