En el núcleo del cristinismo duro, marginado del armado del candidato, hay malestar por algunos de los nombres elegidos; sin embargo, dicen que evitarán disputas públicas antes de las elecciones. 

Primer dato: Daniel Scioli no incluyó a ningún dirigente de La Cámpora ni del cristinismo puro en el gabinete que prometió armar si llega a la Casa Rosada. Segundo dato: ningún referente del sector que responde a la Presidenta criticó en público los anuncios del candidato. Tercer dato: hay camporistas que cuestionan por lo bajo a algunos de los eventuales ministros. Cuarto y último dato: más allá de las posturas personales, la agrupación que conduce Máximo Kirchner evitará hoy toda confrontación que ponga en riesgo el objetivo compartido del oficialismo, ganar las elecciones del domingo.

Cuando restan horas para los comicios presidenciales, ese escenario complejo domina el interior del FPV. La relación entre el sciolismo y La Cámpora, o entre el gobernador y Cristina Kirchner, no se modificó durante las últimas semanas, sino que se mantuvo tensa y ambivalente, como lo fue siempre, como lo será en el futuro. Pero toda discusión interna se pospuso para la semana que viene. «Primero hay que ganar las elecciones y nosotros tenemos que ser los garantes del triunfo en el territorio», dicen en la cúpula de la organización más cercana a la Presidenta. «Todos deberíamos estar pensando en el domingo», agregan.

De acuerdo con el rumbo trazado por la propia Cristina, que en el tramo final de la campaña dio muestras claras de sintonía con el candidato, la intención de La Cámpora es preservar la unidad del espacio. El compañero de fórmula de Scioli, Carlos Zannini, un ultracristinista, volvió a dejar en claro ayer que no hay ánimo de pelea. Pero tampoco de abrazar como propia la construcción que diseña el candidato, sostenida en gobernadores, hombres de su estrecha confianza y kirchneristas dispuestos a cambiar de jefatura.

«Los ministros tienen que ser de confianza del candidato a presidente», respondió el funcionario, en la previa del acto que compartieron Cristina y Scioli. «Lo que importa son las políticas», agregó, algo molesto por tener que hablar del eventual gabinete. En el entorno de Scioli también le escapan al conflicto. Rechazan la lectura de que el cristinismo esté excluido del gabinete y mencionan a Sergio Berni (Seguridad), Diego Bossio (Planificación) y Sergio Urribarri (Interior y Transporte) como representantes del ultrakirchnerismo en el elenco tentativo.

Pero ninguno de ellos le pidió permiso a Cristina antes de aceptar el ofrecimiento. Diferente es el escenario en un eventual gobierno de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires. El actual jefe de Gabinete adelantó que quiere contar con dirigentes de La Cámpora en su estructura de gobierno.

De los casilleros que se llenaron hasta ahora hay dos que generan resistencia en un sector del cristinismo: Ricardo Casal (Justicia) y Alberto Barbieri (Educación). El primero, actual ministro de Justicia bonaerense, es resistido por algunos de los jefes de La Cámpora, pero no por todos. Julián Álvarez, actual secretario de Justicia de la Nación y cercano al secretario general de la Presidencia, Eduardo De Pedro, ayer se manifestó a favor de que el funcionario bonaerense sea el sucesor de Julio Alak. Barbieri, actual rector de la UBA, es resistido por su cercanía con la Franja Morada.

Las diferencias internas que suelen ventilarse, y que ubican en el sector más lejano al sciolismo al «Cuervo» Andrés Larroque y a Juan Cabandié, no significan, de todos modos, un quiebre interno en La Cámpora. Todos los jefes de la agrupación son orgánicos a la conducción de Máximo Kirchner y de Cristina. Aunque haya discusiones internas, ninguno de ellos amaga con romper.

Todos coinciden en que no tienen como objetivo formar parte de un gabinete sciolista, pero aclaran que tampoco hay una decisión de autoexcluirse. La definición depende de Scioli, afirman. La misión de la agrupación, agregan, es custodiar el rumbo de las políticas que se aplican desde 2003.

La Cámara baja, donde La Cámpora tendrá entre 20 y 25 diputados, será clave para clarificar la relación que tendrá un eventual gobierno de Scioli con el cristinismo, dado que ahí se mantendrá buena parte del poder de Cristina.

Fuente: La Nación