El deporte tradicionalmente se ha asociado a los hombres. Y es que desde la antigüedad su práctica era desarrollada por el género masculino. El acceso de las mujeres en el mundo deportivo ha estado lleno de dificultades, donde han tenido que superar diferentes barreras de tipo cultural y social.

Una mujer que desarrolla las capacidades del movimiento —la coordinación, la orientación espacio-temporal, el equilibrio, la estructuración del esquema corporal, el conocimiento y control del propio cuerpo, la fuerza y resistencia musculares, la resistencia cardio-respiratoria, la velocidad, la flexibilidad y la agilidad— es una persona más competente para cualquier situación vital.

Estas cualidades se desarrollan a través de la práctica físico-deportiva. Además, el deporte aporta libertad de movimiento corporal, estimula el abandono del espacio privado doméstico y facilita las relaciones personales y sociales. En definitiva, empodera a las mujeres.

Son razones de peso para que desde el orden patriarcal se pongan obstáculos a la práctica deportiva de las mujeres. Por las mismas razones, debería haber sido una reivindicación del feminismo.

Si no incluimos las capacidades del movimiento en el contexto de las restricciones vitales de las mujeres, queda incompleto el mapa de estudio de su empoderamiento

Uno de los motivos por los que no se ha acometido el estudio del tema mujer y deporte es el rechazo al deporte mediático y la influencia que ejerce sobre toda la sociedad.

Y sí, es lógico que, desde una perspectiva crítica, el deporte élite sea inaceptable a causa de la falta de democracia en sus instituciones, su presencia y tratamiento en los medios de comunicación, el papel que juega en la alienación de la ciudadanía, etc. No obstante, en vez de rechazarlo o eludirlo, es necesario poner la lupa de la igualdad sobre este tema para cambiar la perspectiva. Será la única manera de entender que el deporte, además de discriminar a las mujeres de su ámbito, desempeña un papel de primer orden en apuntalar el sistema patriarcal y reforzar la desigualdad entre mujeres y hombres.

Aunque es cierto que en muchos sentidos hay que diferenciar el deporte élite de los demás niveles de actividad motriz, ambos gravitan alrededor de dos ejes: el cuerpo y el movimiento humanos, por lo que comparten muchos elementos relativos a la discriminación de las mujeres. Son dos temas tan fuertemente imbricados que hay que acometerlos como las dos caras de una moneda. Por un lado, la actividad físico-deportiva puede ser una eficaz herramienta para el empoderamiento de las mujeres; por el otro, el deporte institución se erige en la más pesada de las rémoras hacia la igualdad de género.

Algunos de los temas más significativos que actualmente es necesario incluir en la agenda feminista podrían agruparse en cuatro bloques temáticos:

– La discriminación de las mujeres en las instituciones deportivas. El trato que reciben las niñas y las mujeres en el mundo del deporte es ya impensable en otras esferas sociales, es anacrónico e incumple las leyes de igualdad. La mayor discriminación recae en las deportistas, que se encuentran en situación de sumisión, pero también afecta a otras mujeres pioneras en desarrollar su profesión en el ámbito deportivo: entrenadoras, árbitras, médicas, fisioterapeutas, técnicas, directivas, etc.

– El papel que juega el deporte mediático en la discriminación de todas las mujeres. En los tiempos que corren de debilitación de la democracia no debe menospreciarse el papel que juega el deporte en la pérdida de los derechos de las mujeres, en dos aspectos. El primero: el deporte es el escaparate de la ausencia de las mujeres, inculcando la idea de que el rol de deportista es solo de hombres. El segundo: la escasa proporción de mujeres deportistas que aparecen en los medios no suele ser por su competencia y logros deportivos, sino por la belleza de su cuerpo, lo que refuerza el recrudecimiento del sexismo que estamos viviendo en toda la sociedad.

La tiranía del estereotipo del cuerpo de mujer se opone al cuerpo motrizmente hábil, al cuerpo en movimiento para el bienestar, la libertad y la salud en la vida cotidiana

– El acoso y abuso sexual contra las mujeres en el deporte. Esta manifestación de la violencia de género en el mundo del deporte es mucho más habitual de lo que se quiere hacer creer. Está normalizado, se perpetra con impunidad y se niega su existencia.

– La importancia de la competencia motriz para el empoderamiento de las mujeres, tema en el que nos centramos en este artículo.

Si tratamos de establecer algunos nexos entre los aspectos que limitan la competencia motriz de las mujeres, aparece un claro hilo conductor: el placer. El placer negado por la tradición judeo-cristiana, el placer corporal en general y, en particular, el derivado del cuerpo en movimiento.

Porque, el deporte es cuerpo, pero nunca ha sido cuerpo de mujer.

Fuente: pikara magazine