Cuarto Poder habló con Mercedes D’Alessandro, autora del libro “Economía Feminista: cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)”. La misionera que hoy vive en New York habló sobre la necesidad de una economía con perspectiva de género. (Andrea Sztychmasjter)

Autora del libro “Economía Feminista: cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)”,  la misionera actualmente residente de New York Mercedes D’Alessandro es co-fundadora también del medio digital Economía Femini(s)ta. El mismo tiene como objetivo producir y difundir información económica con perspectiva de género.

Como buena economista, al hablar, Mercedes apoya todo lo que dice con datos estadísticos, como por ejemplo que en la década del 60 sólo 2 de cada 10 mujeres trabajaba fuera del hogar y el resto lo hacía como ama de casa; mientras hoy lo hacen 6 de cada 10, aunque no se han desligado del trabajo doméstico no remunerado con lo cual las mujeres tenemos una doble jornada laboral. O también que en Argentina las mujeres ganamos un 27% menos que los hombres y las trabajadoras precarizadas un 40% menos que los varones.

Causalmente, el término “economía” tiene sus raíces en la palabra griega “oikosnomia” que significa “gestión del hogar”. Desde sus orígenes esta ciencia incluyó toda la producción que se realizaba en los hogares, aunque con el tiempo esa concepción fue mutando.

La economía feminista, plantea D’Alessandro, es una forma de entender el proceso económico que incluye como variantes determinantes en la desigualdad, por ejemplo, las formas en las que organizamos socialmente el trabajo. La teoría feminista detalla que a partir de los años 70 se inicia con fuerza tanto la crítica metodológica y epistemológica a las tradiciones económicas existentes, como una importante elaboración teórica y análisis empírico. No obstante las feministas del siglo XIX ya reclamaban el derecho de las mujeres a tener un empleo y denunciaban las desigualdades laborales y salariales entre los sexos.

Madres y mercado laboral

Mercedes fue consultada sobre su visión sobre la maternidad y el trabajo femenino y cómo conjugan hoy en día estos dos aspectos las mujeres. Señala que en la sociedad actual -en la que trabajar y tener una actividad independiente es la norma, puesto que hoy las mujeres estudian, se forman y tienen un horizonte profesional- “la maternidad funciona como un elemento de penalización”:

 “Las mujeres se insertan en un mercado laboral que les quedó viejo, las sigue tratando como si vivieran en los años 60 en donde la configuración familiar era la clásica: había un papá y una mamá. El papá salía a ganarse el pan y la mamá se quedaba en casa cuidando los chicos, horneando pasteles, haciendo las compras. El mercado laboral te sigue tratando como si fueras eso, pero hoy la situación no es esa, no sólo en el interior de las familias, porque hay muchísimas madres solteras, separadas, viudas. En Argentina 4 de cada 10 hogares tiene una jefa de hogar mujer, cosa que no pasaba hace 50 años, y también familias monoparentales. Lo que digo es que la maternidad penaliza a las mujeres de forma asimétrica, porque entran a un mercado laboral que no está preparado para ellas y las trata como si estuvieran en el pasado”.

Pero ¿de qué manera esta penalización de la que habla Mercedes, es percibida? La economista se refiere en principio a las licencias de maternidad y paternidad asimétricas. “Las mujeres tienen por ley tres meses de licencia, que igual es poco; Argentina está abajo en el ranking de países latinoamericanos con licencias de maternidad, pero la licencia por paternidad es de sólo dos días, entonces la asimetría es mucho más fuerte porque el papá no está en el hogar y es la madre la que debe hacerse cargo de los hijos”.

Mercedes es categórica al afirmar que “la maternidad es hoy en día un problema porque ni el mercado de trabajo, ni el Estado, ni las instituciones todavía se hicieron cargo que las mujeres ya no son amas de casa full time, sino que trabajan y tienen otras perspectivas y entonces tienen problemas para compatibilizar el trabajo fuera del hogar y el trabajo dentro del hogar. Si pudiéramos tener una redistribución más pareja dentro del hogar entre varones y mujeres, e incluso si pudiéramos tener un sistema de cuidados provisto por el Estado le solucionaría la vida a la gran cantidad de mujeres que llevan sus hogares solas. Sin olvidar de las mujeres que no sienten ese mandato de la maternidad como algo inexorable de la mujer y deciden no tener hijos y eso es algo que también se ha transformado en el imaginario de la sociedad”.

En tu casa, ¿Quién lava los platos?

La economista y escritora señala que uno de los factores claves para entender la economía feminista es el trabajo doméstico no remunerado. En Argentina ese trabajo lo realizan en un 76%, las mujeres. ¿De qué manera esto repercute en nuestras vidas? Básicamente en las oportunidades que tenemos las mujeres para desarrollarnos.

“Este trabajo gratuito lleva muchas horas, porque 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas (planchar, cocinar, lavar, barrer, cuidar a personas, y un largo etc.) mientras que 4 de 10 hombres no realizan ninguna de ellas, porque una mujer que trabaja full time le dedica más horas a estas tareas incluso más que un hombre que está desempleado. Todo esto no sólo es injusto sino que tiene un costo muy grande sobre las oportunidades que tienen las mujeres de estudiar, de formarse, de crecer en sus trabajos. Un jefe no quiere promover a una mujer que piensa que va a quedar embarazada o que tiene hijos porque piensa que su cabeza va a estar en el cuidado del hogar”, apunta D’Alessandro.

En Salta según los datos del primer trimestre de este año de la Encuesta Permanente de Hogares, el 50% de las salteñas ocupadas tenía trabajos con baja carga horaria. El 15,2% se desempeña en actividades laborales de menos de 14 horas semanales y el 36,5% con hasta 34 horas. Sin olvidar que los datos demuestran que en nuestra provincia el “trabajo doméstico”, es en muchos casos la única salida para las salteñas, puesto que una de cada cuatro mujeres asalariadas se dedica a esta actividad.

Mercedes plantea que este sector es un lugar de alerta importante: “En Argentina el 20% de las trabajadoras se dedica al trabajo doméstico, más del 95% del sector de trabajo doméstico son mujeres, lo que quiere decir que es un trabajo feminizado y precarizado. Los niveles de informalidad en esta área superan al 75%  y además tienen salarios muy bajos en muchos casos menores a la media. Es decir, la principal salida laboral de la mujer es ser empleada doméstica, le siguen maestras y enfermeras, todas cosas que tienen que ver con los cuidados y la limpieza y cosas que el estereotipo social carga sobre las mujeres como si vinieran asignadas a su género, como decir que por ser mujer me toca limpiar el baño, por ser mujer me toca cuidar a los chicos y sacrificar cualquier pretensión de carrera o estudio, y eso tiene un costo social. Y cuando pueden salir del hogar dejan un lugar vacío en la casa que lo llena una mujer, por lo general muy mal paga”.

¿Cómo cambiar la situación?

¿Cómo se modifica la feminización de la pobreza, la brecha salarial entre hombres y mujeres y el trabajo doméstico no remunerado? ¿Qué está haciendo el Estado argentino y los Estados provinciales para modificar esto?

Mercedes D’Alessandro menciona que no se trata de problemas de mujeres sino de problemas sociales; no se trata de una lucha feminista, de mujeres insatisfechas que se quejan, sino de igualdad y de oportunidades, algo que está actualmente en la agenda mediática y de la mayoría de las candidatos, pero cuando analizamos la realidad vemos que sólo se queda en un slogan de campaña.

“Hoy en el gabinete de Macri hay solamente dos mujeres, y nuestro país tiene una larga historia ya que hubo sólo 16 ministras, y más de 152 varones desde la democracia. Hay una cuestión que mujeres no acceden a esos lugares en donde pueden tomarse decisiones. Tampoco acceden al Ministerio de economía, los últimos equipos económicos han sido sólo de varones, en las mesas de los sindicatos hay dos mujeres de las 37 secretarías de la CGT. Entonces qué perspectiva de género vamos a plantear si no hay siquiera mujeres, y cuando hay una mujer  no necesariamente tiene una perspectiva de género. Hace falta una entrada masiva de mujeres y perspectiva de género en los equipos de gobiernos. Eso hoy no está y no está hace mucho tiempo porque no estuvo tampoco en el gobierno anterior”.