En las últimas elecciones primarias en Salta el ciudadano pudo sentir en carne propia muchos de los problemas del voto electrónico. Si bien, en otras elecciones hubo problemas similares y aún peores. (Diego Saravia)

La comparación del sistema tradicional con el nuevo no dejó lugar a duda. En la categoría de Concejales un diez por ciento de los votantes no pudo emitir su voto. Es decir, dos bancas del Concejo Deliberante no serán representativas. Esta enorme cantidad de ciudadanos que quiso votar no pudo. No estarán representados. El e-voto resultó no universal. Esta bofetada a la democracia no puede pasar desapercibida.

Los ciudadanos, devenidos en sujetos pasibles a ser educados para poder votar, dejaron de ser soberanos. La máquina elegía por ellos y ellas. Los menúes previstos se desplegaban en forma perversa, preseleccionando, impidiendo votar por lo que la gente quería. La respuesta de las autoridades se redujo a “aprendan a votar!”.

Interminables minutos para averiguar bajo qué extraño sello, signo o color se escondía un concejal. Al lado el viejo sistema: eficaz y rápido. No exento de fallas, pero con muchas menos fallas que lo nuevo. Ya habíamos perdido el secreto del voto; como ofrenda al nuevo sistema, defendido como punto de honor por nuestro gobernador, devenido en agente de ventas de la empresa que logró hacerse con la privatización monopólica del voto, MSA, más conocida como Magic.

En efecto, ya en 2015 habíamos constatado que mientras la gente votaba había computadoras conectadas vía satélite. Es decir alguien observaba y quizás interfería a los votantes.  Tamaña violación a la ley fue explicada como un experimento del cual ni los partidos ni los votantes fueron informados. ¿Qué experimentaban? No lo sabemos.

Sí sabemos que esta “Justicia Electoral” -que no es justicia sino administración y por lo tanto no es independiente para juzgase a sí misma- no se colocó entre rejas como dice la ley. Nuestro Tribunal Electoral violó impunemente, o permitió violar, el secreto del voto. Con todos los WIFI y sistemas 4G habilitados en las escuelas, con dispositivos USB del tipo nano a 200 pesos en Mercado Libre ¿quién puede impedir que todos los salteños y salteñas, sean observados mientras votan?

Hoy queda claro que el sistema no refleja la voluntad popular. Luego de las audiencias en el Senado de la Nación el país supo que ningún técnico serio respaldaba el sistema y la lista sigue: los Departamentos de Informática de las grandes universidades en contra, los Institutos del Conicet en contra, decenas de hackers mostrando mil y una formas de burlar el sistema.

Los Senadores cumplieron con el país y a pesar del compromiso con el Presidente de aprobar el sistema, no lo aprobaron. Actuaron cívicamente, no se puede respetar un acuerdo que viole la ley o que anule la democracia. Sin embargo en Salta, nuestro gobernador no tomó nota del “problema” y siguió adelante.

Lenguaje técnico

Durante años pedimos la publicación del código fuente. Dicho código está constituido por las órdenes que sigue la computadora y debe ser público para saber cómo funciona el sistema y el mismo sea transparente. Nos dijeron y dijeron al país lo siguiente: no se puede, por razones de seguridad no podemos. Otro principio republicano: la transparencia, arrojado a las fieras.  ¿Y qué paso? Un hacker, autodenominado Prometheus, consiguió hacerse con el  código y lo publicó tal como es previsible en la era de Wikileaks, donde no hay secretos.

El concepto de “seguridad por la oscuridad” no es viable en una democracia. O sea, en palabras del Tribunal Electoral, la seguridad fue violada de la peor manera. Además queda patente con los DVD que le llegaron a Smaldone de que el Tribunal es descuidado en extremo en asegurar lo que debe controlar. ¿Qué probó Smaldone? Que el código publicado por Prometheus es el real, el usado, el oficial. Por lo tanto es fácil explicar por qué fallaron las máquinas, en muchas mesas se usó software modificado, DVDs, no legales, que contenían instrucciones que hacen comprensible el incomprensible comportamiento de los menúes el domingo de las PASO.

¿Cómo se hizo esto? Alguien tomo el software mal protegido por la empresa o el gobierno, o el tribunal, lo cambio y distribuyó DVDs no legales. O eso podemos pensar. Otra posibilidad es que el software estuviera cambiado por el mismo gobierno, tribunal o empresa. Prefiero quedarme con la idea que fue un cracker. Ya en 2015 nos habían prohibido verificar si los DVD eran auténticos. Acá me permito apelar al testimonio personal para recordar que casi me detienen en una escuela cuando con autorización del presidente de mesa intenté verificar que con un código especial se podía cambiar la posición de la pantalla táctil con relación a la visual. O sea: tocas un candidato pero se imprime otro.

Smaldone había probado, ya en 2015, que se podían alterar y leer los votos con un celular. Esta lectura por celular habilitaba la compra y venta de votos en formas que se plasmaron en vídeos publicados en YouTube. También que se podía poner muchos votos en una boleta. Y probó que el software no detectaba estas situaciones, no alertaba a las autoridades y como buen autómata tonto creaba actas con más votos válidos que votantes. Si el presidente de mesa no lo miraba, o si no  podía leerlo en minúscula tipografía, nadie lo notaría.

Quedaba demostrado que todos los problemas existentes en el sistema papel eran también problemas del e-voto. Robar boletas: el software a veces no te muestra un candidato. Vender votos: con celular. Destruir boletas en el cierre, exactamente igual. Y un largo etcétera. El e-voto no lograba nada en términos de seguridad y añadía varios problemas desconocidos.

¿Rapidez? Sí en el recuento, pero para el ciudadano es una tortura la lentitud con la que llega a emitir su voto: escuelas abarrotadas y votantes volviendo a casa son las consecuencias.  Antes se requería una formidable colusión de voluntades para hacer fraude y había que comprar una buena parte de los fiscales del adversario para ello. Ahora una sola persona en la empresa del e-voto puede cambiar el código fuente y asegurarse que en  todas las mesas, las computadoras hagan fraude.

¿Qué hacer?

Así como Alemania y otros países retrocedieron con el voto electrónico, así como EEUU hoy se pregunta y debate si Trump fue electo de la mano de Putin y los hackers rusos, y la CIA reconoce su incapacidad para proteger la democracia norteamericana; nosotros debemos hacer lo correcto y volver para atrás: secreto, universal, y obligatorio. Esas eran las tres banderas de nuestro sistema de votación democrática.  Dos de ellas -el secreto y la universalidad- han caído y debemos restaurarlas.

Necesitamos que los opositores planteen en la legislatura de Salta la suspensión del e-voto para las elecciones de octubre. Quizás así sepamos quien es oposición. Y que los oficialistas los apoyen y actúen con patriotismo dejando de lado la obsesión interesada del gobernador. Se debe votar en octubre con voto en papel, preferentemente una boleta única, que supera varios problemas de las boletas tradicionales.

Se lo debemos al pueblo de Salta, a sus ciudadanos, a sus tradiciones democráticas y republicanas.

Diego Saravia.