Nuevamente, médicos de Buenos Aires viajaron al departamento Rivadavia para asistir a las comunidades indígenas de la zona. Cuarto Poder habló con una de las profesionales, que aseguró estar impactada por la pésima realidad de los salteños más postergados. (Federico Anzardi)

Médicos del Hospital Naval de Buenos Aires viajaron recientemente a nuestra provincia para trabajar con las comunidades indígenas de la zona. Al igual que la delegación del Hospital Churruca que había viajado a principios de este año, y tal como había informado este semanario, los profesionales de la salud regresaron impactados tras presenciar la miseria en primer plano.

El operativo sanitario se realizó entre el 19 y el 29 de septiembre pasado. El trabajo fue realizado por el área de Salud del Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo, dependiente del Ministerio de Defensa, en conjunto con la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias, la Fundación Garraham, el Hospital Churruca y el Ministerio de Asuntos Indígenas de Salta.

Se trabajó en localidades y parajes de Rivadavia, probablemente uno de los lugares más postergados de Sudamérica. Morillo, La Nueva Esperanza, Dragones, San Patricio, Pluma de Pato, Los Baldes, Los Blancos y Capitán Paget, fueron algunos de los lugares visitados. Según la Gaceta Marinera, este departamento de 25 mil habitantes, está habitado por distintas etnias que viven en condiciones “de pobreza e indigencia importantes”.

“Importante” aquí resulta un eufemismo. Quien logró definir mejor la experiencia fue la Teniente de Fragata Médica María José Brussain, que trabaja en el Hospital Naval de Buenos Aires “Cirujano Mayor Dr. Pedro Mallo”, y aseguró que las personas asistidas no tienen “accesos a los medios para cubrir las necesidades básicas”.

La declaración completa fue publicada también en la noticia difundida por la Gaceta Marinera, medio oficial del Ministerio de Defensa. Allí, la Teniente Brussain aseguró: “La experiencia me conmovió muchísimo porque vimos una realidad a la que no estamos acostumbrados. Si bien realicé pasantías rurales en Corrientes, nunca había visto casos tan extremos como ahora, donde la gente no tiene acceso a los medios para cubrir las necesidades básicas”.

Brussain asistió a los habitantes de Rivadavia junto a un equipo multidisciplinario conformado por médicos generalistas, ginecólogos, pediatras, oftalmólogos, enfermeros y asistentes sociales. Se realizaron tareas relacionadas con la atención primaria de la salud, como vacunaciones, profilaxis, técnicas de reanimación cardiopulmonar y charlas sobre prevenciones y educación sexual.

En total se atendieron a 1.300 personas que padecían desnutrición, anemia, Mal de Chagas y hasta Terigium, una enfermedad ocular relacionada a las condiciones climáticas de la zona. Los médicos contaron con dos ambulancias del SAMEC, consultorios móviles y camionetas de Defensa Civil.

En primera persona

Cuarto Poder se comunicó con la Teniente Brussain, quien relató lo vivido en nuestra provincia: “Nos encontramos con los doctores de la Fundación Garrahan, varios pediatras, que ya estaban ahí hace dos meses. Van y se instalan por tres o cuatro meses. Así que trabajamos en conjunto con ellos. Se sumaron al grupo que fue de acá. Eran varias entidades que nos reunimos en el mismo operativo sanitario. Estaba la gente de la Dirección Nacional de Emergencia Sanitaria, ellos eran el grupo más numeroso, que aportó médicos, el oftalmólogo, dos médicos generalistas, enfermeros, la parte logística y de comunicaciones, un trailer de atenciones donde contábamos con tres consultorios, uno de los cuales era para la ginecóloga, que tenía un ecógrafo. Y la farmacia estaba ahí arriba ahí también. Ahí hacíamos las atenciones cuando nos tocaba quedarnos en el tráiler, que era el equipo base. También fue la gente de Defensa Civil, que pertenece al Ministerio de Seguridad, ellos aportaron mucho en el transporte y logística. Eran los encargados de los médicos de la Fundación y del personal del Churruca, que eran una ginecóloga, un otorrino y una enfermera. Después también fue gente de Salta, de Asuntos Indígenas y de Desarrollo Social. Fueron de mucha utilidad porque eran nuestros ojos en el terreno, nos guiaron por todos lados. Nosotros atendíamos adonde ellos nos llevaban. Hicieron de un nexo muy importante. También a la hora de comunicarnos, porque las asistentes sociales y las agentes sanitarias eran las encargadas de crear el vínculo y después mantenerlo. Porque nosotros vamos, hacemos las atenciones, generamos alguna interconsulta, algún estudio complementario, y ellas eran las encargadas de tomar nota de eso y de posteriormente sacarles los turnos correspondientes para que no se corte el vínculo de atención ahí nomás en esa consulta”.

Brussain, correntina, de 28 años, especializada en clínica médica, hizo un balance de los días en Salta: “Yo tuve experiencias, porque hice pasantías rurales, incluso hacíamos campañas de atención comunitaria en Corrientes, y vi mucha realidad. La reflexión que uno hace es que somos la minoría los sectores privilegiados, los que tenemos acceso a todos los servicios básicos y las necesidades básicas cubiertas. Por ejemplo, una de las experiencias que vivimos: llegamos a un paraje donde había una familia que estaba en condiciones de pobreza extrema, viviendo en la indigencia total, desnutridos, no tenían agua. Con una situación muy difícil. Y la reflexión a la que llegábamos después era que por lo menos nosotros teníamos un camino y un acceso a ellos. Y ellos a nosotros o a donde necesiten. Pero cuánta gente hay que no tiene ese acceso, ese camino, y que viven en el monte, prácticamente. Entonces, nosotros teníamos noción de ellos gracias a estos chicos de Desarrollo Social, pero nos quedaba la incógnita de cuántas personas nos quedaron sin ver, sin atender y sin ese acceso”.

La profesional de la Armada confirmó que “las patologías más prevalentes” percibidas en Rivadavia fueron muchas enfermedades parasitarias, chagas: “Mucha desnutrición en todas sus presentaciones, ya sea por la parasitosis, por los síndromes anémicos que veíamos, deshidratación, enfermedades de la piel”. Agregó que vio mucha población joven afectada, donde percibió “mucha falta de educación sanitaria y de educación sexual”. “Falta de planificación familiar, muchas familias numerosas. Mucho analfabetismo. Encontramos muchas personas indocumentadas. Eso fue durísimo, porque no sólo no tenían el acceso sino que ni siquiera existían para el país, la Nación no los tiene en cuenta”, explicó.

La médica aseguró que tras vivir experiencias como ésta, “uno se replantea todas las cosas cotidianas”: “Para nosotros, disculpame la expresión, son boludeces tener un DNI, tener agua potable, acceso a una vivienda o a la comida. Y te replanteás todo, te das cuenta de que los problemas cotidianos son una boludez”.

Brussain consideró que la solución para los problemas de los salteños más postergados está en la educación. “Primero con educación, con escuelas, con infraestructura. La base es la educación y la salud. Darles recursos a las personas de la mano de la educación”.

A la pregunta de por qué había que enviar médicos de la Ciudad de Buenos Aires a la provincia de Salta, la profesional respondió que los colegas en la zona no son los suficientes. “Por ejemplo, toda una comunidad nos nombraba al mismo doctor. No alcanza con un médico, con un hospital. Y los recursos también eran bastante escasos en los hospitales. Estuvimos en el hospital de Morillo y en el de Pluma de Pato, un centro asistencial, y en Los Blancos. Los recursos son escasos o vienen muy espaciadamente. Y claro, conseguir una interconsulta con un traumatólogo o con un cardiólogo era todo un tema. Nos decían que el centro de referencia era Orán y Embarcación y les costaba mucho, no tenían acceso a los pasajes ni a la alta complejidad”.

Un impacto reiterado

El operativo realizado en septiembre no fue una movida inédita en la zona. Cuarto Poder ya había informado en julio de este año que médicos de la ciudad de Buenos Aires habían viajado a Salta para asistir a comunidades wichi del norte provincial. Mientras el gobierno aseguraba que todo había sido un éxito, los profesionales regresaban a la gran ciudad horrorizados por las condiciones de pobreza extrema de la zona.

Mientras en los partes de prensa y en los programas televisivos de propaganda se intentaba transmitir una mirada de optimismo por el trabajo realizado, en los pasillos del Hospital Policial Churruca los comentarios eran otros. Los médicos comentaban que habían vuelto a Buenos Aires “impactados y asustados” por la realidad salteña más extrema.

Los jóvenes médicos del Churruca viajaron al Chaco Salteño para asistir a los habitantes de la zona y terminaron juntando alrededor de cien bolsas de consorcio repletas de alimentos, medicamentos y ropa para hombres, mujeres y niños porque no pudieron evitar intentar hacer algo para colaborar. Sintieron que su trabajo no alcanzó. El impacto que les causó a estos profesionales de la salud la realidad en la que viven todos los días las comunidades wichi de la provincia provocó la iniciativa colectiva e improvisada que alcanzó a todos los trabajadores del hospital.