Macri recibe halagos de la gestión Trump pero no evita que el gobierno yanqui restrinja el ingreso de biodiesel argentino a ese país. La medida puede impactar en los ingenios El Tabacal y San Isidro, donde las variables de ajuste siempre son los trabajadores. (R.M.)

A principios de mayo de este año La Casa Rosada y la poderosas prensa oficialista enfatizaban lo afectuoso que había sido Donald Trump al recibir al presiente Macri a fines de abril. Todos celebraban lo muy amigos que se mostraron y lo importante que resultaba que EEUU volviera a autorizar el ingreso a ese país de limones tucumanos involucrando un negocio de 50 millones de dólares que La Casa Rosada celebró con un video de dos limones festejando la noticia.

Todos celebraban, en definitiva, nuestro retorno al mundo aunque por esos mismos días una información que debía mitigar la euforia recibía menos espacio en las noticias: la Junta Nacional de Biodiesel de EEUU solicitaba a Donald Trump que se investigue a productores argentinos por vender biodiesel a precios menores al costo de producción con el objeto de deshacerse de la competencia, eso que en la jerga comercial se denomina dumping. El sábado 6 de mayo, finalmente, la Comisión de Comercio Internacional de ese país aprobó el pedido que ponía en riesgo un comercio más estratégico que el de los limones e involucraba intercambios comerciales por más de 1.000 millones de dólares.

A mediados de agosto el famoseo se repitió con la visita a Buenos Aires del vicepresidente norteamericano, Mike Pence, quien también fue afectuoso con Macri, también aplaudió la vuelta del país al mundo, prometió mejorar el intercambio bilateral y aseguró que con el tema del biodiesel el Departamento de Comercio de su país postergaría la determinación hasta mediados de octubre. Nada de eso pasó. El martes pasado se anunció que el biodiesel argentino será sancionado en EEUU con aranceles de entre el 50% al 64% aun cuando la industria de biocombustibles norteamericana había reclamado que los mismos fueran del 25%, que de hecho era el nivel de sanción que el sector argentino tenía como horizonte más pesimista aunque el amigable gobierno norteamericano estiró el porcentaje al máximo.

Y el horizonte se puso negro: ¿qué hacer ahora con una producción que en el primer semestre de 2017 según los medios especializados supuso casi 750.000 toneladas de biodiesel de las cuales 716.000 (96%) tenían como destino EEUU e involucran un promedio de 1.400 millones de dólares anuales?

Este tipo de producción recibió un impulso decisivo con la Ley 26.093, sancionada el 19 de abril de 2007, la cual establece una obligatoriedad de mezcla del 5 % de biodiesel en el gasoil y el 5 % de bioetanol en las naftas que se comercialicen en el país. El biodiesel se produce con soja y de 100 toneladas de esta oleaginosa se obtienen 18 toneladas de aceite de soja con el que puede fabricarse la misma cantidad de biodiesel. En tanto su producción requiere de grandes inversiones para la instalación de plantas industriales que para ser rentables deben producir enormes cantidades. La elaboración del producto quedó mayoritariamente en manos de grandes operadores como Vicentin, Cargill, Louis Dreyfus, AGD y Bunge que prefirieron instalarse en Santa Fe por la cercanía del puerto, aunque la provincia de Córdoba también tiene productores de ese tipo.

Distinto es el caso de bioetanol que con la caña de azúcar como materia prima tiene en los ingenios del NOA a los grandes productores. De los 20 ingenios del norte 15 están ubicados en Tucumán, 3 en Jujuy y 2 en Salta. Aquí también desde el año 2010 y por la regulación estatal que obliga a cortar las naftas con un porcentaje de bioetanol, la  producción  de ese alcohol se incrementó de manera significativa. El Tabacal posee una capacidad de producción de 380.000 litros diarios mientras en el ingenio San Isidro la producción es de 60.000.

Los directivos de ambos ingenios consultados por Cuarto Poder aseguran que la medida adoptada en EEUU no afecta en lo inmediato a esas plantas industriales: “Nosotros destinamos toda nuestra producción al mercado interno”, respondieron desde Orán; mientras que desde Campo Santo las fuentes consultadas enfatizaron que ellos “sólo le venden a YPF”. De lo que no dudan, sin embargo, es que de no resolverse este asunto es de esperar que las grandes empresas que exportan a EEUU adopten como estrategia de control de daños volcar la producción al mercado nacional para generar una oferta tan grande que lo complique todo.

Así de escuetas fueron las respuestas de los referentes de las industrias salteñas aunque medios especializados precisan que lo último es poco probable pero no imposible. Están seguros que los afectados por la medida norteamericana pueden exportar aceite de soja en tanto el biodiesel es aceite de soja más deshidratado, aunque saben que ese negocio no es tan apetecible porque paga 27% de retención mientras la exportación de biodiesel tributa 0%. No obstante ello, por este lado parece ir la estrategia inmediata del gobierno, que el jueves anunció que China volverá a comprar aceite de soja tras el bloqueo del país asiático luego de que la administración Macri suspendiera la construcción de dos represas en el sur del país que estaban a cargo de dos empresas chinas. Ahora el gobierno nacional levantó esa restricción y los chinos anunciaron que comprarán nuevamente aceite de soja que antes del bloqueo incluía montos de 1400 millones de dólares aunque como ya se dijo, las empresas argentinas que accedan a ese mercado deben pagar el 27% de retenciones.

Según otros, la esperanza está en la Unión Europea que en septiembre podría autorizar el ingreso de biodiesel argentino luego de que la Organización Mundial de Comercio fallara a favor del país en un litigio similar al que ocurre hoy con EEUU aunque los tiempos burocráticos son mucho más lentos que la urgencia de la industria.

De allí que no se descarten en el “mientras tanto” medidas que -difíciles de precisar hoy- terminen inundando el mercado y generando tensiones que casi siempre tiene como variable de ajustes a trabajadores. Los permanentes conflictos en Campo Santo y Orán lo confirman, aunque algunos de esos trabajadores también confiesan -en estricto off the record- que todo el embrollo puede activar una recurrente demanda de los poderosos ingenios: pedir al gobierno que se aumente el porcentaje de corte que generaría más demanda de alcoholes y con ello mejores negocios. El ingenio El Tabacal, por ejemplo, vive remarcando que el bioetanol puede ser mezclado en un porcentaje de hasta el 25% con naftas dentro de la normativa internacional sin que ello suponga la necesidad de efectuar modificaciones en los motores convencionales.

Las automotrices, sin embargo, no piensan lo mismo y junto a las petroleras son señaladas por los azucareros como lobbistas que impiden medidas de este tipo. Discusiones que los trabajadores ven pasar de costado aunque saben que todo el embrollo más temprano que tarde les traerá aparejados sinsabores en un mundo en donde el estornudo de un yanqui es capaz de engripar a un salteño.