La Casa de Salta en Capital Federal cobija a funcionarios que perdieron cargos electivos o lugares de gestión. Trece designaciones políticas en dos meses, 10 de los cuales cobran entre $23.000 y $30.000 de bolsillo. (Daniel Avalos)

Incapaz de prescindir de quienes perdieron el favor electoral o fueron desplazados de la gestión en el ejecutivo provincial, el Grand Bourg recurre a lo de siempre: trasladar la resaca del poder a organismos que, aunque periféricos, siguen suponiendo una serie de beneficios envidiables para muchos. El resultado de esa práctica se parece a lo que en jerga militar se denomina fuerzas de reservas: soldados de disminuida capacidad operativa a los que la comandancia prefiere no recurrir aun cuando les dé amparo.

¿Sensibilidad con los caídos en desgracia o simple cálculo político? No lo sabemos. Lo indudable, sí, es que aquello que sería reivindicable en un actor privado es repudiable cuando el “príncipe” que da cobijo lo hace con dinero público. Es lo que pasa con la Casa de Salta en la Capital Federal. Un lugar que devino en una especie de cuartel de invierno que lejos de parecerse a la glacial y desértica Siberia, posibilita a varios cargos glamorosos y sueldos jugosos.

Allí manda desde hace años el Secretario de la Delegación de Casa de Salta, Sergio Etchart, el hombre de apellido bodeguero que compartirá con otros nueve funcionarios un estatus y un sueldo similar. Verónica Albanell fue designada Coordinadora General de la Unidad Gobernación de la Casa de Salta “con una remuneración equivalente al cargo de Secretario”. Igual remuneración obtendrá Diana Beatriz Figueroa Oliva, Coordinadora General de Ceremonial y Protocolo. Junto a ellos y también con sueldo equivalentes a secretarios, aparecen Guillermo Carlos Piuma, Coordinador de Relaciones con las Provincias y Mario Ernesto O’Donnell quien será el Coordinador de Promoción Cultural.

Muchos más conocidos para el salteño medio que habita la tierra de Güemes resultan nombres y apellidos que están lejos de ser empleados administrativos amantes de los trámites y hacen de la colocación de un sello una experiencia estética. Hablamos de Gonzalo Quilodrán, que tras ocuparse mal de la ruta de ingreso a la ciudad, fue designado Coordinador de Promoción y Desarrollo de la Casa de Salta; José Antonio Vilariño, el hombre que perdió su banca nacional tras ocuparla ocho años sin que nunca desarrollara identidad política clara ni lealtad electoral duradera y que ahora es Coordinador de Planificación Estratégica en dicha Casa; o Liliana Esther Mazzone quien renunció a disputar una banca en la legislatura provincial y se sumergió en un raro -para ella- silencio mediático que parece pagarse con la Coordinación de las Relaciones Internacionales e Institucionales del organismo.

Igual destino tiene ahora quien durante años aseguró ser el que le susurraba la estrategia política y los discursos al propio gobernador Urtubey: Alberto “Chino” Sánchez, designado Coordinador de Asuntos Políticos de la casa salteña en la Capital Federal. También es el caso de Eduardo Sylvester, el exjefe de gabinete provincial que al quedar afuera de la lista de diputados provinciales en mayo pasado, fue socorrido con la jefatura de gabinete municipal hasta que Gustavo Sáenz asumió el gobierno de la ciudad. Sylvester, ahora, recibió otro salvavidas generoso: Coordinador de Articulación de Políticas Nacionales en Diagonal Norte 933.

Un poco distinto es el caso de la exministra de Derechos Humanos de la provincia: María Silvia Pace. Y es que ella hace rato que se encuentra en el lugar donde ahora fue ratificada. Primero como Coordinadora de Relaciones Internacionales e Institucionales aunque luego, otro decreto, aclarara que el cargo a asumir era el de Coordinadora de Relaciones con la Comunidad. Ambos decretos establecían que la remuneración correspondería “al 90% de la prevista en el Artículo 1º del Decreto Nº 233/08” lo que supone un 90% de sueldo de secretaria de estado.

Una casa cara

El “detalle Pace” sirve para introducirnos en la cuestión relacionada a los costos del personal político de la Casa de Salta. Y es que el decreto 233 del año 2008 establece que los funcionarios designados por el mismo posean una remuneración similar a la de Secretarios de Estado aun cuando no lo sean. Según la escala salarial publicada el 15 de febrero pasado por el gobierno provincial a partir de los pedidos realizados por el portal Salta Transparente, ese sueldo  supone un ingreso de bolsillo de $30.584. Pace, entonces, tiene un ingreso de $27.000 mensuales.

Los que cobran el paquete entero son el Secretario formal del organismo Sergio Etchart y la exdiputada provincial Liliana Mazzone, en cuyo decreto de designación en el edifico que funciona en Capital Federal precisa que la remuneración será “igual a la prevista en el Artículo 1º del Decreto Nº 233/08”: sueldo de secretaria de Estado.

Menos importante pero nada despreciable son los sueldos de Verónica Albanell, Diana Beatriz Figueroa Oliva, Guillermo Carlos Piuma, Mario Ernesto O’Donnell, Gonzalo Quilodrán, José Antonio Vilariño, Alberto “Chino” Sánchez y Eduardo Sylvester. Y es que en sus designaciones se aclara que la remuneración es la “equivalente” a secretario y que según la misma escala salarial publicada por el Grand Bourg, corresponde un básico de $19.180, un adicional por “responsabilidad” de $8.040 y descuentos de $4.122, lo que hace un sueldo de bolsillo de $23.098.

En lo que a ingresos económicos se refiere, la situación es más desventajosa para Juan Jorge Villalba al que se renovó el vínculo con un cargo político nivel 1. Situación sólo un poco mejor a la de Manuela Simón Padrós quien sólo goza de un cargo político nivel 2, aunque suficiente para una joven estudiante que cuenta con una suerte superior a la de miles de estudiantes salteños: ser la hija del Secretario General de la gobernación, Ramiro Simón Padrós, de quien depende, justamente, la Casa de Salta y las designaciones políticas realizadas en el organismo.

Así las cosas, el monto para los once designados como secretarios y coordinadores asciende $3.552.600 anuales que sumados a los de Villalba y la hija de Simón Padros rondaría los cinco millones anuales. Cifra similar a la que, según el presupuesto provincial 2016, aportaran a lo largo del año las mineras radicadas en Salta en concepto de canon minero. Una conclusión se impone: es mucho lo que la provincia gasta en cargos políticos en la delegación salteña en Buenos Aires y es muy poco lo que pagan las mineras.

Hay más

Los designados no son los únicos a los que puede considerarse personal jerárquico del lugar que según declara el sitio web, hace las veces de una Embajada salteña “representando los intereses de todos los salteños, difundiendo sus bellezas naturales y su rica y milenaria cultura en el centro político, económico y administrativo de nuestro país”.

Puede que semejante misión explique la existencia de varios responsables jerárquicos: cuatro contactos para el área del Acción Cultural: Elisa Bianchi Di Carcano, Matilde Argento, Patricia Aranda y Sara Gallo. Graciela Sánchez Iturbe aparece como la responsable de Acción Social; María Dolores Lorente del área Contable; Servanda Velarde del área Técnico Administrativa. Hay dos contactos para el área de Coordinación de Relaciones Internacionales e Institucionales que antes dirigía Silvia Pace y ahora está en manos de Liliana Mazzone. El responsable de Reconocimiento Médico es Jorge Carlos Lovaglio; la de Comercio exterior, María Alemán; la de Cultura y Turismo, Eleonora Gallardo, quien -según los empleados de la Casa de Salta consultados para este informe- ya no cumple funciones y fue suplantada por Juan Cabrera. Marina Schreiterer, aparece como responsable del Instituto Provincial de Salud de Salta; Silvia Rosas representa a la Dirección General de Rentas y Mónica Etchegaray y Claudio Seman son los encargados de Prensa.

Existe una diferencia sustancial entre estos y los designados políticos. Los primeros se reconocen como personal técnico, dependen según los casos de los ministerios de economía, salud o educación y desde hace años que prestan servicios en el lugar. No ocurre lo mismo con los segundos que dependen del Secretario General de la Gobernación: Ramiro Simón Padrós. “Con los que dependen de la Secretaría de la Gobernación prácticamente no tenemos relación. Generalmente no los vemos e incluso tenemos ingresos distintos al edificio en el que trabajamos”, declara una de las responsables cuya identidad preferimos mantener en reserva.

Hay otra diferencia sustancial entre “técnicos” y “políticos”: el sueldo. Puesto al tanto los  consultados que 10 de los 13 designados por la Secretaría de la Gobernación perciben sueldos de 30.000, 27.000 o 23.000 pesos según los decretos publicados en el Boletín Oficial, el personal técnico aclara que sus ingresos no llegan a esos niveles aun, se lamentan, cuando todos saben que el costo de vida en Capital Federal es muy superior al de la ciudad de Salta.

Gobierno de nadie

Ha resultado imposible para este medio conocer la cantidad de trabajadores que se desempeñan en la Casa de Salta. El interés por el dato era obvio: ver si la suma de jerarcas políticos y técnicos se corresponde con la cantidad de empleados de planta, contratados y hasta eventuales becarios. “Somos muchos”; “Eso consúltelo con la Secretaría de Prensa de la provincia en la provincia” (sic); “Esos datos no están a disposición de esta área”; fueron las respuestas obtenidas en los numerosos contactos telefónicos que Cuarto Poder realizó al organismo: desde las oficinas del delegado Etchart, pasando por las áreas de turismo, rentas, cultura y otras que escaparon a la pregunta aferrándose a una técnica milenaria: remitirnos al área de prensa donde “ahí sí” podían acercarnos a la información.

Los intentos de comunicación con el área fueron inútiles. Durante el martes, miércoles y jueves, nadie atendía el llamado en el 011- 4326-2456 Interno 129. Es justo admitir que la ausencia de los responsables del área prensa parece trascender a los días mencionados. Después de todo, la última nota de actividades oficiales publicadas en la web del organismo es de agosto del 2015 y estuvo referida a una muestra del artista plástico Pablo Archetti cuya inspiración artística, se aclara, provino de los paisajes salteños.

Y así las cosas, a uno le queda la resignada sensación de que el funcionamiento de la Casa de Salta se parece mucho a eso que algunos llaman el gobierno de nadie. Un tipo de funcionamiento en donde ha desaparecido el elemento personal de la gestión y en donde muchos terminan concluyendo que es inútil pedir cualquier explicación porque, simple y poderosamente, desde el otro lado del teléfono dan por sentado que nadie puede darla.